30. LA SEDE

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Llegamos por fin a la sede. Una especie de soldados nos identificaron de inmediato y abrieron las puertas. Dejamos aparcado el coche para después adentrarnos en el edificio.
Podía notar que Dakota estaba nerviosa pero intentaba ocultarlo. Lo hacía muy bien pero para mí ella era un libro abierto. Cameron y Carol decidieron ir por delante de nosotros cosa que aproveché. Mientras que ellos dos avanzaban por el pasillo yo agarré de la muñeca a Dakota un momento parándola. Cuando la distancia entre la pareja y nosotros era considerable hablé.

-No te hagas la valiente Dakota, te harán daño y sabes que no lo permitiré. -la miré a los ojos con preocupación.

-No haré ninguna idiotez Baco, te lo prometo. Sé que esto no es una película. -asintió con seguridad.

-Confío en ti. -en un ágil movimiento besé su frente. Sin pararme a ver su reacción agarré su muñeca. Adelanté con ella rápidamente hasta colocarnos justo detrás de Cameron y Carol.

Tras haber caminado por algunos pasillos y haber subido algunas escaleras llegamos hasta la sala donde se encontraba el jefe. Me puse delante de todos, llamé a la puerta y después
de escuchar un “adelante” entramos. El jefe al verme me mostró una sonrisa halagüeña.

-Me alegro mucho de volver a verte, mi querido ahijado. -yo no podía dejar de mirarle con rencor y asco.

-Siento no poder decir lo mismo. -aparté mi mirada de la suya.

-Bueno, quiero ver a la niña. -se levantó de su silla para ponerse frente al escritorio y apoyarse en él.

Dakota se colocó entre mí y su hermano. Yo me mantuve constantemente un poco
adelantado a ella para poder prevenir cualquier amenaza.

-Que niña más bonita. Te pareces mucho a tu madre. -sonrió de una manera agradable- Kayla ya me había avisado de tu belleza. También de tu valentía pero eso aún no lo he
comprobado. Tu padre hizo un gran trabajo al esconderte de mí, la verdad. Nunca me había imaginado que hubiera otra Stevenson. Considerando la deuda tan grande que seguís
manteniendo os será de mucha ayuda contar con otra persona más. No dudo que mi querido ahijado te haya enseñado ya muchos de sus truquitos. Simplemente decirte que no intentes ir a la policía, no nos delates, se cuidadosa, que no te pillen y siempre obedéceme. Mientras sigas esas normas no tiene que pasarte nada malo. ¿No Camerón?

-Sí, jefe. -asintió educadamente.

-Os podéis marchar a vuestras habitaciones. Quiero que os quedéis aquí un par de días. Sería muy descortés por mi parte haberos hecho venir tan lejos para solo unos minutos. Además me gustaría conocer más a fondo a la señorita. Estoy seguro de que tiene muchas dudas que yo puedo resolver. -sonrió y señaló la puerta para que nos marcháramos. Uno de sus súbditos abrió la puerta en completo silencio.

Había sido demasiado fácil. No había habido gritos, ni malos tratos. Había sido muy formal como si realmente le importara Dakota. Aquello no me acababa de cuadrar. Demasiado bueno como para ser verdad.
Comenzamos a caminar pero sus palabras pararon mis pies.

-Baco, tú te quedas. -Dakota se volvió preocupada hacia mí. Cameron y Carol le siguieron en el movimiento.

-Irós, estaré bien. No os separéis. Voy en poco tiempo. -Cameron asintió.

-Me quedaré contigo aquí, Baco. -reí bajito y negué con la cabeza.

-No, no. No va a pasar nada, solo querrá tratar algún tema privado conmigo. Soy su ahijado, ya lo has escuchado. -mostré una sonrisa ladina. Ella asintió y se fue con su hermano y su mejor amiga.

La puerta volvió a cerrarse. Me giré de nuevo para poder ver al jefe.

-¿Qué quieres? -dije con mi semblante serio.

-Me resulta curioso que no sepas lo que quiero. ¿Acaso crees que tus actos han sido correctos? -intenté ocultar mi asombro. No consideraba haber hecho nada malo como para que me quisiera castigar a mí. Me esperaba que castigara a Cameron, pero a mí no. Con un solo movimiento de cabeza ya había un hombre agarrando mis brazos tras mi espalda. Sabía que era inútil resistirme y me limité a esperar los golpes- Me has fallado Baco. Sabes que Cameron tenía una hermana desde que lo conocías. Llevas cuatro años ocultándome la existencia de esa chica. Si no lo castigo a él es porque es su hermana, cualquiera haría eso. Él simplemente es culpable de haber protegido a su familia. ¿Pero tú? Te di un hogar cuando tu padre intentó venderte.

-Te corrijo, me vendió a ti. Tú no me rescataste, no lo intentes ni siquiera. -con un gesto de su mano, otro hombre me propinó un puñetazo en el estómago. Apreté los dientes
intentando soportar el dolor que me había causado.

-Debes de darme las gracias por todo lo que he hecho por ti. No puedes fallarme de esta manera. Si esto llega a oídos de uno de mis superiores me dejarías en muy mal lugar. Así
que espero que con lo siguiente aprendas a no ocultarme ningún secreto que pueda ser de mi interés.

El tipo comenzó a golpearme como si de un saco de boxeo se tratara. El jefe volvió a sentarse en su silla y disfrutó la escena. Después de los primeros golpes me evadí de la realidad para poder soportar más el dolor. Me centré en pensar en Dakota, en sus dulces ojos, en como se había preocupado por mí hace solo unos segundos. Los gemidos de dolor se escapaban de entre mis labios sin poder evitarlos más. Al igual que la sangre de mi nariz. El chico que me golpeaba tenía anillos en todas sus manos, de esta forma conseguía que mi dolor aumentara y sangrara más.

•[SIEMPRE mientras ESTÉ]• (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora