Al llegar al hospital, los universitarios le preguntaron a la recepcionista donde estaba el paciente. Con sus indicaciones no tardaron en encontrar al dueño del gimnasio esperando en una sala junto a una mujer con dos niños pequeños a su lado. La mujer tenía los ojos rojos de tanto llorar y los niños tenían una expresión asustada. Cuando los vio entrar, el dueño se acercó a ellos.
- ¿Qué hacéis aquí?
- Estábamos preocupados así que hemos venido a ver que tal va todo - le contestó Jeno.
- ¿Estos son los chicos que han ayudado a mi marido? - preguntó la mujer con hilo de voz desde su asiento.
Era una señora elegante; vestida con ropa cara y maquillada con mucha elegancia. Jeno pensó que nunca hubiera imaginado que esa mujer fuera la esposa del señor que habían ayudado. El hombre del gimnasio asintió y esta se acercó a ellos. Agarró las manos de Jeno y Jaemin y les sonrió como pudo.
- Gracias, de verdad, no sabéis cómo os agradezco lo que habéis hecho por mi marido. Este señor me lo ha contado todo.
Señaló al dueño y los niños se colocaron a su lado, como muestra de agradecimiento, ya que eran muy tímidos para hablarles a unos desconocidos. Jeno se agachó y acarició la cabeza del más mayor.
- No tiene que agradecernos nada. ¿Cómo está su marido? - le preguntó.
- Los médicos aseguran que no es nada grave, pero aún tienen que hacerle más pruebas.
- Esperemos que solo sea un susto - deseó Jeno.
La mujer le sonrió de nuevo y les dio la espalda durante unos segundos para coger su bolso que había dejado en los asientos.
- Esta es mi tarjeta. Si necesitáis algo, cualquier cosa, no dudeis en llamarme. Os debo mucho.
Jeno la cogió con modestia. Era la tarjeta de una abogada privada con un número que debía de ser de la señora.
El moreno decidió quedarse unas horas más para hacer compañía a la madre y a sus hijos. Jaemin se dirigió a una máquina de bebidas para comprar un café. Estaba cansado y notaba como las ojeras empezaban a aparecer.
- No esperaba verte aquí - dijo una voz detrás suya -. Ese chico tiene que ser convincente.
Era el propietario del gimnasio. También parecía agotado.
- Volveré a casa dentro de poco. Toma, las llaves de tu coche - dijo mientras le lanzaba el objeto -. Podrías llevarme, ya que estás.
El propietario decidió guardar su genio y evitar crear una discusión en un hospital, así que respiró hondo y se prometió no volver a dejar las llaves en la estantería.
- Lo que habéis hecho... Es muy bonito - le dijo.
Jaemin le dio un sorbo a su lata de café y dejó soltar un suspiro.
- Yo solo he seguido las indicaciones de ese chico.
- ¿Jeno? Es un buen chaval y es atractivo - añadió el hombre.
- Para ahí. Sé por dónde vas y ni pensarlo - le detuvo Jaemin mientras daba otro sorbo.
No le gustaba el café de lata, era demasiado flojo, pero tenía que conformarse. Era algo a lo que estaba acostumbrado, de todas formas, el conformarse.
- Venga, Jaemin. Te conozco desde hace 10 años, es hora de que cambies tu estilo de vida.
Jaemin soltó una carcajada falsa y desvió la mirada.
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Solo yo #NOMIN
RomanceJeno tenía una vida tranquila; sin demasiadas preocupaciones ni problemas. Pero esto cambia drásticamente al conocer al compañero de clase de uno de sus mejores amigos. Este tiene un estilo de vida que él no puede llegar a comprender, pero no por es...