Le había mandado un total de veinte mensajes en la última semana. Podian parecer pocos, pero Jeno había decidido mantener la compostura e intentó no dar la impresión de que estaba desesperado, aunque fuese esa la realidad. También le había llamado siete veces, pero al ver que los tres primeros días no recibía respuesta, no tardó en entender que era algo inútil. Su móvil se había roto, probablemente no le había dado tiempo a comprar uno nuevo. Si quería hablar con él tenía que ser cara a cara. Eso era algo complicado, ya que aunque iban a la misma universidad, sus facultades estaban lejos y no encontraba el momento de ir a buscarle, estaba bastante liado con los trabajos grupales. Era una situación frustrante que no le dejaba ni descansar ni dormir. No paraba de imaginar las razones de la desaparición del castaño. A lo mejor estaba enfermo. Tal vez estaba demasiado ocupado estudiando. O eran problemas familiares.
Fue al gimnasio el jueves, uno de los días en los que Jaemin solía ir a ejercitarse. Desde el incidente de aquella vez con el hombre que se golpeó la cabeza no había vuelto a ir un jueves. Pero imaginó que Jaemin sí que lo seguía haciendo.
- Hoy no ha venido - contestó el dueño -. Me dijo que iba a estar ocupado.
- ¿Haciendo qué? - le preguntó Jeno.
Ni siquiera se había traído el chándal para hacer gimnasia, solo había ido allí con un objetivo y estaba dispuesto a conseguirlo. El señor se rascó la nuca y lo miró no demasiado convencido. Conocía a Jeno desde hacía bastante tiempo, incluso sabía quien era su padre, ya que él también había ido a ese gimnasio durante una época. Pero aún así, Jaemin seguía siendo su número uno.
- No creo que deba decírtelo, deberías averiguarlo por ti mismo - le aconsejó mientras colocaba una pesa en su lugar correspondiente.
Jeno le miró frustrado y con una pizca de rabia.
- ¿Cómo se supone que voy a hacer eso? ¿Tiene cinco años y no me puede decir qué es lo que le pasa por él mismo? Me voy a volver loco.
El señor le paso uno de sus sudorosos brazos por el hombro y se acercó a él amistosamente.
- Verás, él no sabe cómo gestionar este tipo de situaciones. No sabe como decir que algo no le gusta o que no está cómodo con ello. Cuando era pequeño si algo no le parecía bien se tenía que aguantar y aprender a soportarlo por él mismo. Así funcionaba. Por eso, ahora mismo estará intentado averiguar la manera para no sentirse molesto, en vez de culparte. Es a lo que está acostumbrado - le explicó.
- ¿Por qué?
- Bueno, esto debería contártelo él. Pero hay una razón por la que ahora mismo no vive con sus padres. Y no es una agradable - contestó.
Aunque sus respuestas habían sido muy ambiguas, dejaron una cosa muy clara a Jeno: tenía que hablar con Jaemin sí o sí. Teniendo en cuenta lo que el dueño le había contado las posibilidades de que el castaño no volviera a hablarle no eran bajas, y eso era lo que menos quería en ese momento.
Dejo a un lado su orgullo y volvió a llamarle con la esperanza de que se lo cogiera por fin. Como era esperado, no lo hizo. El dueño vio su desesperación y marcó el número de teléfono de Jaemin en su móvil. Era unos dígitos diferentes a los que Jeno tenía guardados. Al ver como se descolgaba, Jeno lo agarró.
- Jaemin, cógeme las llamadas - le dijo.
Se quedó en silencio unos segundos.
- No estoy de humor - dijo con un tono apagado y triste.
Jeno no pudo evitar sentirse culpable aún sin saber la razón de esa aflicción.
- Vamos a hablar, no sé que te ha molestado pero podemos solucionarlo. Por favor, Jaemin - le pidió.
El chico colgó el teléfono sin decir ninguna palabra más. La culpabilidad del moreno empezó a convertirse en enfado, pero el dueño le detuvo antes de que fuera a más.
- Dale tiempo, es la primera vez que le pasa algo así.
Ese hombre sabía más de lo que creía, sin duda. Y no podía hacer otra cosa que hacerle caso y tener paciencia. Pero eso era más fácil decirlo que hacerlo.
Tenía que preguntárselo sí o sí, no había marcha atrás. Sabía las consecuencias que podía tener, pero estaba dispuesto a arriesgarse.
- Haechan, ¿Jaemin está yendo a clases? - preguntó el moreno.
Había esperado el momento idóneo donde estuvieran los dos solos, sin ningún entrometido chismoso alrededor, y no podía desaprovechar la oportunidad. Estaban en el vestuario, poniéndose la ropa de básquet mientras los demás preparaban la cancha y echaban a los de fútbol que tenían la práctica unas horas antes que ellos.
Haechan dejó de atarse las deportivas y lo miró directamente, levantando una ceja en modo de sospecha.
- Claro que va, es el vice delegado - respondió.
Jeno asintió levemente y se preparó para seguir con el interrogatorio intentando no parecer un acosador.
- ¿Lo has visto hoy? - preguntó.
- Sí.
- ¿Sabes si sigue aquí?
- ¿Por qué lo quieres saber?
Haechan siguió atándose el zapato y Jeno se sentó a su lado en el banquillo. Estaba notablemente alterado mientras Haechan se mantenía inmutable esperando su respuesta.
- Hace días que no lo veo en el gimnasio y estoy preocupado.
- ¿Crees que soy idiota, Jeno?
El moreno echó la cabeza para atrás, desesperado, y se removió el pelo con la mano derecha.
- Si ya lo sabes, ¿Por qué me haces sufrir así?
- Me gustaría que lo dijeras de una vez.
- ¿El qué?
- Que te gusta.
El chaval se levantó y se preparó para salir del vestuario e ir a la práctica pero Jeno le detuvo cogiéndole del brazo.
- Me gusta. Y mucho. Quiero saber dónde está y hablar con él lo antes posible - confesó.
Haechan sonrió satisfecho y volvió a sentarse junto a él.
- ¿Todavía sigues sin saber por qué no te habla?
El moreno negó con la cabeza, lo que hizo que Haechan suspirara desesperado y se echara para atrás justo como su amigo lo había hecho minutos antes. ¿Cómo podía ser tan lento y despistado?
- Piensa. El día de la bolera, ¿Hiciste algo inapropiado?
- No, casi no hable con él.
- Exacto. ¿Con quién hablaste casi toda la tarde?
- Estuve hablando con...
- Tu ex novia - le terminó la frase por él -. ¿Crees que a ti te gustaría quedar con la persona que te gusta y que este hablando toda la tarde con alguien por quien solía tener sentimientos?
Jeno se llevó las manos a la cabeza intentando entender lo que Haechan le decía.
- Pero...él...
- Pero nada. Él no iba a interponerse entre vosotros para que le prestarás más atención. Además, se supone que nosotros no sabemos nada de vuestra relación.
- Eso es porque él no quiere, ya sabe que a mí no me importa.
- Encima le diste tu número, imagino que habéis estado en contacto - añadió Haechan.
- Sí, pero...
Haechan se levantó definitivamente y fue hacia la salida.
- Está en la biblioteca de ciencias sociales haciendo un trabajo en grupo. Le diré al entrenador que te ha dado un dolor repentino en el estómago, ve, corre - dijo -. Al final, siempre tengo que hacerlo todo yo, inútiles.
Jeno se fue a toda prisa sin darse cuenta de que aún llevaba puesto el uniforme del equipo de básquet.
ESTÁS LEYENDO
Solo yo #NOMIN
RomanceJeno tenía una vida tranquila; sin demasiadas preocupaciones ni problemas. Pero esto cambia drásticamente al conocer al compañero de clase de uno de sus mejores amigos. Este tiene un estilo de vida que él no puede llegar a comprender, pero no por es...