Capítulo 10. El bebé

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Jeno odiaba hacer la compra. Era una de las tareas más molestas que había. Prefería barrer y fregar tres veces las casa entera que salir al supermercado a hacer la compra semanal. Pero no podía evitarlo; su padre llegaba demasiado cansado a casa y no tenía fuerzas para cargar con toda los productos que necesitaban. Por suerte solo eran ellos dos, y su padre no comía demasiado, a diferencia de él.

Se paseó por el pasillo del alcohol y cogió un pack de cerveza, tanto para su padre como para él. A veces era difícil decidir cuál de ellos era el más alcohólico, aunque gracias a los consejos de su médico, el hombre había bajado notablemente su consumición.

Solo le quedaba un producto en la lista; papel higiénico. Giró con el carro de manera enérgica y caminó por el pasillo con el objetivo fijado. Antes de poder coger un paquete escuchó una voz que le era familiar.

- No hagas eso, me vas a hacer daño - decía un chico con un tono calmado.

Jeno se giró para ver a Jaemin agarrando un paquete de pañales con un bebé entre sus brazos de unos nueve meses de edad. El pequeño balbuceaba palabras incomprensibles mientras estiraba uno de los cordones de la sudadera gris del castaño sin piedad. Tenía unos ojos grandes y abiertos, con una sonrisa juguetona. Jaemin, en cambio, parecía cansado y unas horribles ojeras le rodeaban los ojos. Vestía unos pantalones de chándal y unas zapatillas informales. También llevaba puestas unas gafas de pasta negra y su pelo estaba ligeramente despeinado. Se notaba que intentaba ser dulce con el bebe, pese a que este se lo ponía muy difícil. Jeno no pudo evitar sonreír al ver una escena tan tierna. Se acercó a él y se apoyó en el carro mientras lo miraba.

- No esperaba encontrarte aquí - le dijo.

Jaemin se sorprendió ante la presencia del moreno y apartó las manos del bebé del cordón de su sudadera.

- Te dije que vivía cerca de aquí.

Jeno asintió, recordando la conversación que tuvieron cuando él estaba somnoliento. Después, dirigió su atención al pequeño y le saludó con una sonrisa.

- ¿De dónde ha salido este bebé? - preguntó, acercándose y dejando el carro atrás.

Acarició los mofletes del pequeño y le tocó la cabeza con suavidad. "Adorable", pensó Jaemin.

- Es el sobrino de mi compañero de piso - explicó -. Tenía que irse a hacer un examen y me ha pedido que cuide de él.

Jeno empezó a hacer caras para que el niño se riera, lo cual funcionó.

- Qué tierno.

- Lo que pasa es que yo no sé cuidar a un bebé, así que estoy un poco perdido.

Jaemin lo miró con esperanzas de que entendiera la indirecta. Sabía lo lento que era Jeno para estas cosas, pero esperaba que no fuera tan grave. Por suerte, Jeno no tardó en darse cuenta de lo que el castaño quería.

- Dejo la compra en mi casa y voy para allá - afirmó.

Jaemin sonrió, satisfecho, y asintió. Jeno se apresuró a conseguir el papel higiénico y, después de meterlo en el carro, se dirigió hacia la caja.

Jaemin le mandó la ubicación y Jeno no tardó más de veinte minutos en ir al lugar indicado. Era un piso pequeño, situado en un barrio bastante alejado y oscuro, un poco más de lo que era la calle de Jeno. Jaemin le abrió con una sonrisa en la cara. Ya no llevaba el bebé en sus brazos y parecía mucho más aliviado. Las paredes eran de un color crema y los muebles estaban colocados de forma armoniosa y cuidadosa. Jeno caminó por el pasillo hasta que llegó a una puerta que Jaemin empujó con cuidado. Dentro de la habitación había una pequeña cuna de colores pastel, una lámpara más alta que los chicos y un armario de madera un tanto viejo.

Solo yo #NOMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora