Capítulo 5. Felicidad

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Era el segundo cine que pisaba. Como Jaemin no le había dado más información que la hora, Jeno se había dedicado a mirar en todos los cines cercanos a la universidad. No era una decisión muy inteligente y ni muy eficaz, pero no se le ocurría a otra, ya que no tenía forma de contactarlo. Por suerte, antes de marcharse y probar en el tercero, vio una cabeza rosa delante de la cartelera. Jeno suspiró aliviado y se acercó a él, esperando no haber tardado demasiado.

- Llegas tarde - le dijo Jaemin en cuanto lo vio.

Vestía una camisa turquesa abierta con una camiseta blanca interior. Llevaba unos pantalones tejanos ceñidos y rotos por la rodilla y unas deportivas de color amarillo un tanto viejas.

- ¿Me explicas cómo podía saber el cine al que te referías? Hay cinco cines en la ciudad - preguntó Jeno.

Jaemin vio como sudaba y le costaba recuperar su respiración habitual. La imagen de él yendo cine por cine buscándole le pareció muy adorable y le hizo sonreír.

- Este es el cine más barato - contestó él mientras le ofrecía un pañuelo para secarse el sudor.

- Pero las palomitas son más caras.

Jaemin levantó los hombros.

- No sé, nunca pido palomitas - explicó.

Jeno abrió la boca, sorprendido. Cogió el pañuelo de Jaemin y lo paso por su frente. Se alegró al darse cuenta de que no olía a tabaco.

- Vamos, se nos va a hacer tarde - dijo Jaemin.

Cogió a su compañero de la muñeca para que se apresurara y lo llevo hasta la cola de las entradas.

- Vamos a ver la nueva de Marvel - pidió Jeno.

Jaemin negó con la cabeza e hizo una expresión de asco.

- Me niego a ver una película para niños de diez años - dijo.

Señaló un cartel de una película que había sido aclamada por los críticos más importantes en el cine. Jeno había escuchado hablar de ella pero no tenía ningún interés en las películas realistas y dramáticas.

- Vamos a ver esa - sentenció el pelirosa.

Sin duda, no había lugar para objeciones, así que Jeno se resignó y obedeció las órdenes de su compañero. Para demostrar la poca autoridad que le quedaba, escogió él las palomitas y el asiento del cine. Jaemin nunca se había preocupado por estos detalles, por lo que no se quejo.

A pesar de que el inicio había sido bueno, la película acabó siendo un muermo enorme para Jeno, el cual no estaba acostumbrado a ese género. En cambio, Jaemin estaba extrañamente interesado en la trama y observaba la pantalla con atención mientras comía sus palomitas. A el moreno le pareció mucho más interesante y entretenido observar el recorrido de la mano de Jaemin del bote de palomitas hasta su boca que la propia película. No hacia casi ruido al masticar y se movía de forma fluida y elegante. Jeno pensó que era tan atractivo como cualquier modelo de la televisión hasta haciendo ese simple movimiento. Su piel morena se iluminaba al son de los colores que rellenaban la pantalla, y sus pestañas largas se movían rítmicamente hacia arriba y abajo de manera hipnótica. Se lamía sus labios, rosados igual que su pelo, cada vez que se ensuciaban de mantequilla y de vez en cuando se los mordía cuando ocurría un momento de tensión. El moreno cada vez tenía más claro porqué era tan popular con los hombres. Jeno despejó esos pensamientos de la cabeza e intentó concentrarse de nuevo en la película. Pese a que su mirada acababa desviándose hacia el compañero que tenía a su lado, consiguió prestar el mínimo de atención para poder entenderla y hablar de ella si le preguntaban.

Solo yo #NOMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora