"La próxima", esas dos palabras que soltó Jaemin antes de levantarse de encima suyo revoloteaban por su cabeza como un pájaro encerrado en una pequeña jaula. Habían pasado solo cuatro días desde ese encontronazo en el baño de la cafetería de la universidad donde Jaemin se proclamó dueño de todos los pensamientos próximos del moreno. Qué cruel. ¿Con cuántos chicos utilizaba esa misma estrategia? Jeno se compadecía de ellos, ya que ahora sentía en primera persona las consecuencias de participar en ese juego. ¿Cuándo era "la próxima? De hecho, temía tanto como ansiaba esa "próxima vez" y se sentía como un idiota cada vez que lo pensaba.
Pero no tardó en suceder. Jeno se vió arrastrado por el brazo por el chaval de economía. Le había separado de su grupo habitual de amigos logrando que ellos no se dieran la mínima cuenta. Le arrinconó hasta el aula 105, antes ocupada por estudiantes de política y ahora vacía. Siguió el mismo procedimiento; lo sentó en una silla y se sentó encima de él. Comenzó a besarle sin intercambiar ninguna palabra. Jeno se vio sumergido en sus llamas de nuevo, imposible de evitar su consumición. Observó como Jaemin lo besaba, con un patrón que había comenzado a aprender. Primero empezaba con fuerza y luego iba bajando la intensidad a medida que sus manos acariciaban su pelo negro. El movimiento frenético de su cuerpo chocando con el de él acompañado de unos cuantos gemidos entrecortados hacían que Jeno desconectara cada vez más de lo que le rodeaba y se centrará en el chico que tenía justo en frente suyo.
Esa escena no solo se repetía en la cabeza de Jeno cada vez que se distraía pensando en el castaño en medio de clase, en su casa o incluso charlando con sus amigos, también ocurría continuamente en la vida real. Jaemin salía de algún lado inesperadamente, lo arrastraba a un lugar solitario y empezaban a besarse desenfrenadamente hasta que a alguno de los dos se les hacía tarde. Solo se liaban, pero ya era suficiente para que Jeno no dejara de pensar en su tacto hasta que volvía a repetirse. No sabía qué era lo que pretendía ese chico, que aparecía de repente para llevarle a un caos lleno de placer, pero después de unos segundos con sus labios pegados a los suyos, le dejaba de importar lo que quisiera hacer con él. Sus amigos habían empezado a sospechar algo, ya que les parecía difícil de creer que su amigo llevará con dolor de estómago más de dos semanas, era así como justificaba sus desapariciones súbitas. Pero ninguno se atrevió a preguntarle; tenían una regla, si alguno de ellos no quería contarles algo, tenían que respetarlo. Esa regla le estaba siendo muy conveniente a Jeno, sin lugar a dudas.
- ¿Q-Qué tal los exámenes? Mmm... - le preguntó Jaemin un día que se habían encontrado en el trastero del gimnasio.
Jeno acababa de terminar la práctica de básquet y tenía todo el cuerpo sudoroso. Pese a eso, Jaemin no encontraba ni su olor ni su tacto pegajoso por el sudor desagradable. Jeno había comenzado a besarle el cuello con delicadeza y disfrutaba cada vez que él se encorvaba del placer. Habían cambiado de posición; Jaemin estaba apoyado en la pared y Jeno le rodeaba con los dos brazos, sin ninguna escapatoria, aunque tampoco tenía pensado huir.
- He aprobado todo - contestó, mientras seguía lamiendo la curvatura de su cuello.
La piel morena del castaño se iba enrojeciendo a medida que el jugador de básquet pasaba sus suaves pero determinados labios. Al escuchar la contestación, Jaemin levantó con sus manos la cabeza de Jeno para que le mirara a los ojos.
- ¡Eso es fantástico! Lo has conseguido de verdad - dijo con entusiasmo.
Sonrió de la manera más auténtica que Jeno había visto y este sintió un pequeño pinchazo en el corazón. ¿Se alegraba... por él? Su expresión de felicidad fue rápidamente intercambiada por una traviesa.
- ¿Qué quieres de recompensa?
Por unos segundos, Jeno pensó en la respuesta que realmente quiera darle, pero se arrepintió al instante y negó con la cabeza para quitarse el pensamiento. Eso no iba a ocurrir aunque lo pidiera.
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Solo yo #NOMIN
RomanceJeno tenía una vida tranquila; sin demasiadas preocupaciones ni problemas. Pero esto cambia drásticamente al conocer al compañero de clase de uno de sus mejores amigos. Este tiene un estilo de vida que él no puede llegar a comprender, pero no por es...