🍒Capítulo doce: Pensar correcto es lo que hago🍒

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Después de haber discutido todo el camino. Moominpappa y Joxter llegaron a un acuerdo. Contarían la verdad a Snufkin pero intentando no revelarle los secretos más ocultos del pasado. Ambos estaban apenados por la situación. Tanto Joxter como Moominpappa aún tenían esos sentimientos ardiendo en su interior, quizá no de forma tan intensa como cuando eran más jóvenes, pero seguían ahí. Encerrados, ocultos en lo más profundo y sin poder salir jamás. De todos los errores que habían cometido, el peor había sido no hablarlo y haber dejado que todo se lo llevara la corriente.

Pero Joxter, al contrario de lo que muchos podrían pensar, no sentía ningún tipo de rencor ni se sentía resentido con Moominmamma. Al contrario, la adoraba. Y en efecto, ese era un impedimento más, otro candado al cerrojo que ocultaba sus sentimientos.

Después de caminar un largo rato en silencio ambos pudieron ver por sobre las copas de los árboles la Moomin House.

—Entonces repasemos el plan.—hablo el mumrik.

—Te escucho Joxterpappa.—dijo el troll albino poniendo una cara de enorme concentración.

—Si mi Snufkitten pregunta algo sobre el asunto, le explicaremos lo qué pasa. Si pregunta algo sobre nuestro secreto, por nada del mundo revelaremos que de jóvenes fuimos jotos.

—¿Solo de jóvenes?—preguntó Moominpappa.

—¡Maldición! !¿Qué te sucede Mumiiiiin?!—Joxter estaba a nada de perder la cabeza y lo único que pudo salvarlo fue Moominmamma dándoles la bienvenida de nuevo a la Moomin House.

—Cariño, Joxter... ¿Donde ustedes dos se habían metido? Estuve buscándolos. Los niños me dijeron que salieron corriendo sin explicar nada.—dijo Moominmamma.

—Solo fuimos a dar un paseo y a conversar un poco.—respondió Moominpappa con toda naturalidad. Joxter asintió siguiéndole la corriente.

—Bueno, me alegro de que hayan vuelto, en unos momentos más la cena estará lista. He preparado un festín de tomates, en honor a usted.—puso su blanca mano sobre el hombro de Joxter.

—Muchas gracias por el detalle Moominmamma, realmente no era necesario molestarse, cualquier fruta me vendría bien para cenar y...

—Nada de eso, es el invitado especial de hoy, y además mi amigo. Todo esto es porque realmente lo aprecio.

Joxter le regresó la mejor de sus sonrisas.

—En todo caso... Gracias.

—Vamos adentro. Los niños se encuentran en la habitación de Moomin jugando damas.

Entonces entraron a la Moomin House, preparándose para un gran interrogatorio. Sin embargo no sucedió, pues Moomin y Snufkin no salieron de la habitación hasta la hora de la cena.

Mientras tanto, en la habitación de Moomin, el chico verde le mostraba a Moomin los cambios en su cuerpo que habían comenzado a incomodarle.

—Como veras, mi nariz enrojeció un poco. Es una marca característica de mi especie, no me molesta en realidad pero... no me veo como yo.—dijo Snufkin.

Moomin observó con atención la nariz de su amigo.

—Pues a mi me gusta, Snufkin. —respondió Moomin.

—Lo dices solo porque me quieres mucho.—respondió mientras procedía a dejar a un lado su viejo sombrero.

—Eso no es verdad. Lo digo porque de verdad te hace ver... lindo.—el Moomintroll tomó un poco de valor—Me gustas. Así como eres. Y aunque cambies, no dejarás de gustarme.—dijo.

La madurez de un Mumrik Donde viven las historias. Descúbrelo ahora