11

918 79 4
                                    

El sol se empezaba a esconder cuando Anahí y Alfonso llegaron al hotel de nuevo. Cenaron sin subir a la habitación y conversaron un rato más después de eso en el salón. Cerca de la media noche Anahí bostezó y Alfonso decidió que era hora de subir a dormir, aunque el no tenía nada de sueño.

- Me he divertido mucho hoy - Anahí le sonrió saliendo del ascensor - gracias.
- Es un placer, yo también me he divertido mucho - sonrió de vuelta.
- Buenas noches Alfonso - susurró Anahí acercándose a su cara.
- Buenas noches - dijo él sintiendo como cada vez Anahí estaba más cerca.

Iba a añadir algo pero Anahí no le dejó. No se lo podía creer pero estaba dando el paso, temblaba como un flan pero en poco tiempo chocó sus labios con los de Alfonso. Este al principio se quedó estático pero a los pocos segundos la rodeó con sus brazos e intensificó el beso tanto como pudo.

- Yo... - dijo Anahí al separarse.
- No digas nada - la voz de Alfonso sonaba ronca.
- Me dejé llevar - Anahí se encogió de hombros - hasta mañana.

Alfonso tuvo que respirar profundamente varias veces para controlar su respiración. El beso con Anahí lo había acelerado a niveles insospechados y lo había dejado con ganas de más. Pero ella se había separado y se había ido tan rápido como los latidos de su corazón. Anahí se apoyó contra la puerta que acababa de cerrar. No quería separarse de Alfonso y aún no sabía cómo lo había conseguido, pero se moría de ganas por volver y dormir con él. Escribió a su hermana, aunque ya sabía la respuesta.

Dulce
Invítalo, no seas tonta y disfruta el momento... nos vemos el sábado

El corazón se le volvió a acelerar. No sabía si Alfonso estaba dormido ya o no, había pasado más de medio hora y ella solo había llegado a ponerse el pijama. Abrió la conversación con Alfonso y miró su foto durante unos segundos. ¿Vendría?

Anahí
¿Te apetecería dormir conmigo hoy?

Alfonso no podía creer el mensaje. No sabia que había pasado con Anahí, pero entre el beso y su invitación a dormir, estaba alucinando. Sonrió de lado y decidió no responder. Simplemente se puso sus pantalones del pijama, su neceser y la tarjeta de su habitación y salió con paso rápido hasta la puerta de Anahí. Levantó su puño derecho y golpeó suave la puerta que, a los pocos segundos se abrió.

- Pensaba que me habías ignorado - sonrió un poco dejándolo pasar.
- No podría. Aunque he de admitir que me sorprendió la invitación.

Anahí se encogió de hombros. A ella también le había sorprendido. Se metieron en la cama, uno al lado del otro y se tumbaron mirándose a los ojos. Ambos querían hablar, pero ninguno parecía encontrar las palabras.

- Creo que tienes razón Alfonso - suspiró.
- ¿Con qué?
- Lo que me dijiste ayer... necesito vivir.
- ¿Por eso me besaste? ¿Por eso estoy aquí? - una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
- Supongo que por algo hay que empezar... pero - levantó un dedo hacia Alfonso - no me presiones.
- Nunca te obligaría a hacer algo que no quisieras... - Alfonso la miró dudoso unos segundos - ¿te puedo abrazar?

Media hora después ambos estaban dormidos abrazados el uno al otro con una sonrisa en la cara. No había habido más besos y tampoco se habían vuelvo a acostar, pero el simple hecho de estar durmiendo juntos a Alfonso le produjo un enorme placer.

- ¡Como me alegro de trabajar con vosotros a partir de ahora! - dijo feliz Tomás tras cerrar el trato - la próxima vez seré yo quien viaje a veros - rió - así conoceré el persona a Christian también.
- Nos encantará recibirte allí - sonrió Anahí - ¿verdad?
- Oh, por supuesto - Alfonso estrechó la mano con Tomás - tu solo di cuando quieres ir y nosotros organizaremos todo.
- Esto hay que celebrarlo - sonrió Tomás levantando su mano - chico, tráenos el mejor champán que tengas.

Cuando Anahí subió a su habitación estaba algo contenta. Se había tomado tres copas de champán y eso, sumándolo a lo poco que había cenado, había hecho que las burbujas hubiesen subido rápidamente a su cabeza. Se rió un poco al meter la tarjeta en la ranura de la puerta porque, aunque ella creía tener la precisión de un lince, estaba muy lejos de serlo.

- Anahí esa es mi puerta - dijo Alfonso llegando a su lado que se había quedado despidiendo a Tomás.
- Ya decía yo que no abría... iba a bajar para quejarme - se volvió a reír mirándolo.
- ¿Estás bien? - él se rió también - pareces un poco... alegre.
- Lo estoy - afirmó - lo estoy... - volvió a susurrar - por dios solo son las cuatro ¿por qué hemos bebido?
- Porque hemos cerrado un buen negocio - rió él - ¿es la primera vez que tomas champán?
- En esa cantidad... si - lo miró a los ojos - tu no pareces afectado... - se acercó más a él para examinarlo - ¿por qué?
- Anahi... yo me podría beber la botella entera y tú no te darías cuenta - la agarró por los brazos - deberías dormir un rato.

Pero no tenía sueño, y, con tres copas encima, no tenía nada de vergüenza. Sonrió a Alfonso cuando la acercó a su puerta y se la abrió, le dio un beso en la frente y se giró para dejarla descansar, pero ella agarró una de sus manos antes de que se alejase.

- No me apetece dormir - sonrió de lado - quizás podríamos hacer otra cosa...

Alfonso abrió mucho los ojos. No quería aprovecharse de la situación, pero antes de darse cuenta los labios de Anahí estaban sobre los suyos y ella los había encerrado en su habitación. Su boca sabía a burbujas y tiramisu, el postre que ella se había pedido, y le resultó una degustación exquisita. Ella tiró un poco de él, acercándolo a su cama y, cuando cayeron sobre ella, los dos rieron.

- Estás segura de esto Anahí... no quiero aprovecharme de la situación.
- Estoy alegre Alfonso, no borracha - ataco del nuevo sus labios, pero con más fuerza - Si quieres te escribo una autorización firmada.

Alfonso estalló en una carcajada. Nunca nadie le había dicho que le escribiría una autorización para acostarse con él. Anahí lo miró divertida y después empezó a desabrochar todos sus botones para acariciar su torso bronceado.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora