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Estuvieron discutiendo parte de la noche, nunca lo habían hecho, pero incluso a la mañana siguiente, mientras desayunaban, Anahí seguía enfadada con él.

- No puedes obligarme - le gritó sin importarle los vecinos.
- Anahí es por tu seguridad, solo serán un par de semanas. Hasta que todo se calme. Por favor.
- No pienso parar mi vida por él, no otra vez.
- Eres muy terca.
- Y tú te crees mi dueño o qué. No eres mi padre, ni mi hermano, ni mi novio. Y aún así no te pertenecería.

Dijo antes de recoger su bolso y salir de la casa dando un portazo. Alfonso maldijo en alto golpeando la encimera de la cocina y después salió corriendo detrás de Anahí, pero no la alcanzó.

- ¿Tío Poncho? - dijo Lucas cuando Anahí lo despertó.
- No mi amor, no vino hoy... y puede que no vuelva, esta muy ocupado ahora.
- Pero yo quiero a tío Poncho - dijo empezando a sollozar.
- ¡Levántate por favor! - dijo firme, no quería saber nada de Alfonso.
- ¡Mala! - el niño salió corriendo de su habitación y bajo las escaleras gritando - ¡tío Poncho, tío Poncho!
- ¡No va a venir! Lucas ven aquí - Anahí bajo corriendo las escaleras pero se detuvo al levantar la vista y encontrarse con Alfonso totalmente despeinado y agitado.
- Ve a vestirte Lucas, ahora subimos a ayudarte - Alfonso dejó al niño en el suelo y este subió corriendo la escalera después de sacar la lengua a su tía.
- No puedes presentarte aquí como si fuese tu casa Alfonso.

Ambos se quedaron en silencio durante unos segundos que parecieron eternos.

- Anahí, entra en razón, por favor...
- Entra en razón tú, no me puedes pedir que me quede en casa encerrada durante varias semanas porque a un imbécil le ha dado por mandarme un mensaje.
- ¡Era una amenaza! - Alfonso estaba furioso, como nunca antes, pero, al ver el rostro duro de Anahí suspiró y se tranquilizó - al menos venid conmigo en el coche... por favor. Hazlo por Lucas... - añadió al ver que no contestaba.
- Por Lucas - susurró.

Anahí y Alfonso estuvieron tensos el resto del día. Apenas compartían tiempo juntos y, cuando les tocaba trabajar en algo, intentaban hacer lo menos posible el uno con el otro. Alfonso quería acercarse a ella pero no sabía muy bien como hacerlo. Suspiró varias veces frente al ordenador cuando la puerta se abrió. Anahí podría odiarle, pero nunca le dejaría sin su café de la tarde. Aunque hoy era más tarde de lo normal.

- Permiso - la voz de Maite lo descolocó.
- ¿Y Anahí? - preguntó cuando Maite dejó su café en la mesa, junto con un bollo.
- Bueno... - Maite dudó en contestar - no se muy bien que pasa... pero... no se levantó para ir a por tu café como siempre y decidí traértelo yo - se encogió de hombros - por eso vine más tarde que ella.
- ¿Puedes decirle que quiero verla? - Alfonso pensó que se estaba comportando de una forma muy infantil y necesitaban aclararlo ya.
- Lo haría encantada pero cuando venía con el café se estaba yendo. Dijo que tenía que hacer unos recados y que estabas enterado - la cara de Alfonso se transformó - y por lo que veo en tu cara no sabías nada. Perdón.

Maite se disculpó varias veces más antes del salir del despacho de Alfonso pero él apenas había escuchado algo más después de enterarse que Anahí se había ido, sola. La llamó varias veces pero siempre le colgaba, hasta que en la quinta o sexta llamada le mando directamente al buzón de voz. Alfonso sintió como se quedaba sin aire y el corazón se le aceleraba. Tenía que encontrar a Anahí, tenía que hacerlo antes de que le pasase algo malo.

- ¿Qué haces aquí Anahí? - preguntó Dulce.
- Vine a por mi coche y a ver a mi sobrino - sonrió entrando en casa.
- ¿Y tú trabajo? - miró su reloj - aún falta media hora para que termine tu turno.
- Lo sé. Hoy he salido antes...
- Lucas nos ha dicho que estabais raros esta mañana... Poncho y tú.
- ¿Tío Poncho? - dijo Lucas emocionado, haciendo que el corazón de Anahí se estrujase.
- Está trabajando amor - sonrió un poco haciendo que su sobrino se tranquilizase.

Dulce miró a su hermana de arriba a abajo y se dio cuenta de lo alterada que parecía. Anahí al principio se resistió, pero cuando Dulce la arrastró hasta la cocina tuvo que contarle lo que había pasado y le enseñó el mensaje de Manuel.

- ¡Estás loca! Ya estas llamando a Poncho, tiene que estar preocupadísimo.
- Pensaba que eras mi hermana - se quejó ella.
- Lo soy. Pero él tiene razón Anahí, es peligroso.
- Harta estoy - gritó intentando no llorar - solo quiero una vida normal... no entiendo como es tan difícil - Anahí cayó sobre los brazos de su hermana llorando y Dulce la consoló abrazándola fuerte.

Alfonso intentó volver a llamarla, pero el móvil estaba apagado, o sus llamadas era desviadas. Suspiró en su coche, había dado vueltas por todos lados. Lo primero que hizo fue ir a casa, pero no había rastro de ella. No quería preocupar a su hermana pero solo le quedaba ir allí. Suspiró cuando vio que el coche de Anahí seguía ahí desde que lo habían dejado esa mañana, así que, como no estuviese ahí, no había ido. Llamó a la puerta, era ya un poco tarde, pero necesitaba saber dónde estaba ella.

- ¡Poncho! - sonrió Christopher - madre mía casi nos cruzamos en la puerta - rió - acabo del llegar. Pasa, pasa ¿que te trae por aquí? ¿Estás buscando a Anahí?
- ¿Está aquí? - Alfonso abrió mucho los ojos.
- Supongo - rió - ¿No has visto su coche fuera?
- No... verás... - Alfonso Iva a explicar todo pero Dulce apareció.
- Poncho...
- ¿Está aquí?

La mirada de Dulce le hacía sentir que sabía todo lo que pasaba por eso preguntó esperanzado, suplicando con la mirada haberla encontrado sana y salva.

- Si - susurró asintiendo con la cabeza - pero espera - levantó una mano hacia Alfonso cuando lo vio avanzar hacia ella - está dormida... ha llorado por horas... Cariño ¿puedes ir con Lucas? Te lo explicaré todo en un rato - Christopher asintió subiendo las escaleras - quiero hablar contigo de algo.
- Lo que sea, solo, dime si está bien - Dulce asintió.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora