3

1.1K 89 2
                                    

- Wow tata, es genial - había dicho Lucas el sábado cuando su tía apareció con un coche teledirigido enorme.
- Te he dicho que no lo malcríes - se quejó Dulce riendo.
- No lo pude evitar, es mi trabajo como tía - Anahí le sacó la lengua - además, lo pasamos tan bien en el zoo... y se portó genial. Tenía que compensarle por aguantarme tanto tiempo.
- Sabes que le encanta pasar tiempo contigo.
- Y a mi con él.

Después de que Christopher sacara el coche y pusiese pilas en el mando, Anahí y Lucas jugaron con el nuevo coche hasta que la comida estuvo preparada. Todos los sábados comían juntos, aunque a veces lo cambiaban a los domingos si alguno tenía otro plan. Cuando terminaron de comer Lucas dio un beso a su tía y a su madre y su padre le subió a su habitación para dormir la siesta.

- Hoy tengo una cita - dijo Anahí después de suspirar y su hermana abrió mucho los ojos - no me apunté a la página de citas que me dijiste, me parece horrible. Y además no lo necesito.
- ¿Cómo lo conociste? Nunca sales.
- ¡Si que salgo!
- Tanto como yo - se rió Dulce - cuenta.
- En un café, es el que me tiró el suyo encima... - Dulce sonrió - no te ilusiones. No va a pasar nada.
- ¿Por?
- Porque es mi jefe también. Nos enteramos después... intenté cancelar pero él me dijo que no, y ha estado toda la semana recordándomelo. Así que no puedo no ir...
- Te llamaré mañana para que me cuentes todo.
- Olvídalo - rió ella - tendrás que sobornarme mejor.

Quedaban cinco minutos para que Alfonso pasase por ella. Desde que llegó a casa había estado nerviosa, se dio un baño para relajarse y después estuvo pensando que ponerse viente minutos. Cuando el timbre de su casa sonó fue con el bolso preparado para no hacerlo esperar. Nunca le había gustado llegar tarde y casi siempre terminaba de prepararse diez minutos antes.

- Estás impresionante - le dijo Alfonso camino al coche.
- Bueno, gracias... hace mucho que no salgo a cenar.
- Me imagino. Bueno, créeme que este es el mejor restaurante de la ciudad.

Cuando llegaron al restaurante les indicaron la mesa en la que se sentarían y después de elegir lo que pedirían el camarero llegó con un vino que había pedido Alfonso.

- No quiero que hablemos de trabajo pero... - comenzó Alfonso - estoy impresionado contigo. He tenido muchas secretarias y nunca han sido tan buenas como tú, te gusta lo que haces ¿verdad? - Anahí asintió.
- Llevo toda mi vida en esta empresa, desde que terminé de estudiar. Empecé de becaria y aquí estoy - sonrió - hace más de tres años me hicieron fija.
- Impresionante.

Después de hablar un poco del trabajo Alfonso la contó que él había estudiado con Christian en la universidad pero que mientras él fundaba una empresa él viajó a Estados Unidos para trabajar y mejorar en los negocios. Alfonso no quería sacar el tema de Lucas, pero, al llegar al postre no pudo no hacerlo.

- ¿Cómo está Lucas? - Alfonso vio como la cara de Anahí se iluminaba.
- Muy bien - le sonrió - el otro día fuimos al zoo y esta mañana he aparecido con un coche teledirigido enorme, tendrías que haber visto su cara. Bueno, y la de todos - rió.
- ¿Cuantos años tiene?
- Tres aunque hará cuatro dentro de poco, se cree que con esa edad se podrá comprar un coche como el de su padre - rió un poco - ¿te gustan los niños? - preguntó de pronto, dejando a Alfonso pensativo.
- Siempre me han gustado. Aunque creo que aún soy joven para tenerlos... además, aún no he encontrado a la persona perfecta...
- Te entiendo... - Anahí dio un trago a su vino y Alfonso vio como su luz se apagaba.
- Aunque me encantaría conocer a Lucas - no sabía porque lo había dicho, pero tampoco lo pensó mucho antes de hacerlo.
- Oh, cuando quieras. Es un niño encantador, solo...
- ¿Van a querer café? - preguntó el camarero, zanjando el tema.

Anahí sonrió todo el camino de vuelta a casa. Hubiese preferido no divertirse, le sería más fácil decirle a Alfonso que se lo había pasado bien pero no podían volver a salir. Pero la verdad es que la había encantado pasar tiempo con él, a solas, y, desde hace un rato, se moría por besarle. Cuando Alfonso aparcó frente a su puerta apagó el motor y suspiró.

- ¿Quieres subir? - preguntó Anahí sin pensar.
- Mejor otro día - sonrió amable - pero te acompaño a la puerta.

Ambos salieron del coche a la vez. Alfonso rodeó su coche y se puso a la altura de Anahi mientras ella avanzaba. Estaba nervioso, no sabía si debía hacerlo o no, pero, durante el silencio del camino de vuelta, no había dejado de pensar en besarla. Bueno, desde la tarde en el café no había dejado de pensar en besarla. Sabía que se estaba metiendo en un terreno peligroso, pero Anahí le alteraba los sentidos.

- Bueno pues ya estamos - Anahí se giró hacia Alfonso y le sonrió.
- Me lo he pasado muy bien Anahi.
- Si, yo también aunqu...

Anahí iba a seguir hablando pero Alfonso colocó su boca contra sus labios y comenzó a besarla mientras la abrazaba. Al principio se quedó parada, quería besarle, pero no sabía que él también lo quería. A los pocos segundos sus brazos enrollaron su cuello mientras que los de él la abrazaban fuerte acercando sus cuerpos. Anahí soltó un pequeño gemido y después entreabrió sus labios para que Alfonso pudiera meter su lengua en su boca. Después de un rato se soltaron, necesitando aire y entonces Alfonso sonrió.

- Tenia muchas ganas de hacerlo - se rasco la cabeza - no sé si te lo esperabas...
- Ha estado muy bien - sonrió ella nerviosa, empezando a buscar sus llaves.
- Te... te veo el lunes - dijo Alfonso cuando ella encontró sus llaves - y Anahí - puso su dedo en su mentón para que lo mirase - mañana te llamaré para volver a salir.

Le dio otro pequeño beso y se despidió sonriendo sin dejar a Anahí articular palabra. Cuando entró en su casa sintió que soltaba todo el aire que había estado conteniendo, y, después de apoyarse en la puerta que acababa de cerrar aún a oscuras, se llevó un mano a sus labios hinchados, sonriendo mientras recordaba el beso de Alfonso.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora