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- ¿Qué haces aquí? - dijo Anahí con el corazón en la garganta.
- ¿Me echabas de menos Anahí? - sonrió Manuel apoyando su mano en la pared - vaya, parece que vas a algún lado.
- No te importa - dijo sería, aunque estaba como un flan por dentro.

Manuel sostuvo su mirada, sonriendo. Anahí sentía que estaba tramando algo y deseó que Alfonso llegase en ese mismo momento. Pero por alguna razón no aparecía. Manuel la miró otra vez de arriba a abajo.

- ¿Sabes? He pensado mucho en ti este tiempo - Anahí no podía apartar la mirada de él, en estado de alerta todo el tiempo.
- Qué quieres.
- Wow, wow, guarda las garras gatita... todavía no las necesitas - sonrió satisfecho cruzándose de brazos - ¿no me invitas a pasar?
- Sabes que no eres bien recibido. Como también sabes...
- Si, que no puedo acercarme a ti. Lo sé, lo sé... pero cuando te vi esa última vez... con ese tipo que te comía con los ojos... como si fueses suya. Por favor, Anahí. Sabes que nadie va a quererte como yo lo hago. Sé que me pase un poco, pero también se que me sigues amando.
- ¿Un poco? Manuel... casi me matas, casi matas a mi sobrino...
- No - golpeó cerca de la Piera, asustando a Anahí - ese maldigo niño tiene la culpa de todo, cuando te enteraste de su existencia cambiaste. Joder, ¡ojalá hubiese muerto! - iba a la zarpe sobre ella de nuevo, lo sabía, pero unos brazos lo empujaron tirándolo a un lado.
- Aléjate de ella - dijo Alfonso serio - y lárgate antes de que llame a la policía.

Manuel se levantó maldiciendo y se largó jurando que no iba a quedar así. Anahí temblaba, sin poderse mover de su sitio mientras Alfonso se aseguraba de Manuel se hubiese ido. Cuando lo hizo la miró, suspiró y se acercó a ella.

- No... no... quiero... salir - terminó diciendo entre sollozos.
- Entremos, será lo mejor.

Anahí ni siquiera se daba cuenta de que se movía. Alfonso cerró la puerta, la llevó hasta el salón y la sentó ahí mientras descubría donde estaba la cocina y preparaba un té para que se relajara. Cuando volvió Anahí seguía en shock, mirando a un punto fijo. Él se sentó cerca y la entregó el té.

- Toma - suspiró - tómatelo. Me ha costado encontrar las cosas en tu cocina - sonrió un poco y acaricio la pierna medio descubierta de Anahí.
- Gracias - susurró.

No podía pensar con claridad. Manuel sabía ahora donde vivía y que lo hacía sola. Cuando dejó de vivir con su hermana encontró una pequeña casa muy acogedora que la enamoró. Sería perfecta para su nueva vida sin nadie más. Solo tenía una habitación, un cuarto de baño, la cocina, el salón y una sala que usaba para hacer ejercicio, jugar con Lucas cuando venía y cosas así.

- ¿Cómo estás?
- Abrí pensando que eras tú - lo miró por primera vez - Poncho - su nombre sonó como un susurró lejano que hizo que la piel de Alfonso se erizara.
- No estás sola Annie... estoy aquí...
- ¿Y si no hubieras llegado? - las lágrimas empezaban a resbalar por sus mejillas - iba a atacarme de nuevo... se iba a tirar sobre mi... me quería matar, lo sé. Lo vi en sus ojos.
- Pero llegué a tiempo - Alfonso suspiró - ¿él sabia donde vivías? - Anahí negó con la cabeza - te ha tenido que seguir...
- Si me ha seguido sabe dónde está mi familia... - susurró - mi familia... Dulce, Lucas... Christopher - ese nombre le dolió a Alfonso pero no dijo nada, no era el momento - tengo que llamarlos.

Anahí descolgó su teléfono y habló con su cuñado durante unos diez mi unos. Explicando lo que le había pasado y diciéndole que no se preocupase, que ella estaba con Alfonso. Decidieron llamar a la policía por si acaso, pero no consiguieron mucho más allá de algún consejo y que si creían que le volvían a ver llamasen inmediatamente. Alfonso miró a Anahí, sentada en el sofá mientras él hablaba, se había puesto a llorar otra vez hasta quedarse dormida mirando como Alfonso hablaba con la policía.

- Han dicho que será mejor que te vayas de aquí durante un tiempo - suspiró Alfonso cuando Anahí despertó.
- ¿Qué?
- Por seguridad... tampoco es recomendable que vayas a casa con tu hermana o Lucas... él sabe donde viven.
- No creo que sea capaz de hacerles daño.
- No podemos arriesgar - lo miró fijamente - vente conmigo Annie.
- ¿Qué? No... es una locura. Yo... tú... nos hemos acostado - Anahí lo miró con los ojos como platos y él sonrió.
- Varias veces - añadió intentando que se relajara - no te preocupes, tengo varias habitaciones. Por lo que he visto tu solo tienes una ¿Lucas nunca duerme aquí?
- Mmmm no - Anahí se encogió de hombros - suelo ser yo la que duerme allí cuando me necesitan.
- Vente conmigo. Por favor.

Alfonso dejó las maletas de Anahí en la entrada. Llegaron a su casa dos horas después de haberse reunido. Entre las llamadas y recoger todo lo necesario para Anahí se les había hecho tarde para ir a cenar así que cuando llegó a su edificio encargó algo para comer al restaurante de abajo.

- Te enseñaré la casa en lo que traen la comida.
- ¿Esto es un hotel? - Anahí estaba algo confundida, no había letreros de ningún hotel en la entrada, pero con la recepción, el restaurante y el servicio lo parecía.
- No - rió Alfonso - es un edificio de pisos. Lo diferente es que tiene un servicio parecido al hotel. Si quieres incluso té suben la compra a casa si paras tu coche en la entrada. Sale un botones con un carrito y te pregunta tu número, lo suben y te lo dejan en la puerta. Y si alguien sube con ellos te lo meten a la cocina.
- Es fantástico.
- Es practico - rió él - ven, por aquí.

Alfonso le enseñó su enorme salón el cual comunicaba con la cocina y contaba con un pequeño baño, después las terrazas, una que solo era del comedor y otra, más pequeña, que comunicaba la habitación con el comedor. Tenía dos habitaciones, ambas con un baño particular, pero una más pequeña que otra.

- Esta es la mía, es la principal - dijo sonriente - tu puedes dormir en la de invitados o conmigo - Anahí abrió mucho los ojos y Alfonso volvió a reír - vamos Anahí... no somos niños. A mi me encantaría compartir la cama contigo, pero es solo decisión tuya - Anahí iba a hablar pero llamaron a la puerta - oh, la cena está aquí, voy a abrir.

Anahí se quedó unos segundos más en la habitación, sola. Era enorme y al parecer contaba con otra pequeña terraza que no estaba comunicada con nada más. La cama era enorme y preciosa y se imaginó compartiéndola con Alfonso. Se ruborizó al instante igualando el color rojo de su vestido y dio gracias a star sola. Vio un escritorio, algunos muebles y una gran televisión.

- Anahí - la llamó Alfonso desde el salón - ven a cenar algo, rápido. Sino se enfriará.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora