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Anahí se despertó sin saber muy bien donde estaba pero sintió unos fuertes brazos que la abrazaban y pegaban a un cuerpo grande y caliente. Se giró un poco y lo vio, Alfonso, sin camiseta, estaba pegado a ella en la cama, en la habitación de invitados en casa de su hermana. Miró el reloj, las 2 de la mañana. Se removió un poco intentando librarse del fuerte agarre de Alfonso, pero le fue imposible.

- Anahí para - susurró pegándola más a él - duérmete anda.
- ¿Qué haces aquí?
- Dormir ¿has visto que hora es?
- Me refiero aquí en casa de mi hermana - Alfonso suspiró.
- Te estuve buscando por todos lados cuando salí de trabajar, vine aquí y tu hermana me dijo que me quedase a dormir...

No dijeron nada, Alfonso dejó un beso en la cabeza de Anahí y la sujetó con más fuerza para que no se fuese. Anahí quería irse, pero los brazos de Alfonso y su propio cuerpo se lo impedían, quería quedarse con él.

- No creo que entienda la gravedad del asunto - le dijo Dulce a Alfonso horas antes.
- Lo sé.
- Está asustada, pero no quiere que lo sepamos. Se encierra en una burbuja, lo ha hecho antes.
- También lo sé - Alfonso la miró divertido - me costó un mes que me volviese a dar una oportunidad... y creo que si no llega a ser por el viaje, y por vosotras, estaríamos como el primer día. Prefiere encerrarse en su soledad antes de vivir la vida y disfrutar, o de pedir ayuda... - Dulce asintió sonriendo, conocía a su hermana, y que él también lo hiciese le agradaba.
- La quieres mucho - sonrió.
- Mucho - asintió Alfonso - otra cosa es que se deje querer.

Alfonso rió sin ganas recordando las palabras de Anahí esa misma mañana  "no eres mi padre, ni mi hermano, ni mi novio". Y entonces ¿qué eran?. Vivían juntos, dormían juntos, prácticamente compartían todo.

- ¿Dónde está mi coche? - preguntó Anahí por la mañana mirando por la ventana.
- En tu casa.
- ¿Mi casa? - su hermana asintió.
- Anoche Christopher y yo lo llevamos a tu casa otra vez, Alfonso nos dejó las llaves.
- ¡Esa no es mi casa! ¡Es la de Alfonso!
- Buenos días - Alfonso bajó las escaleras ya vestido ¿también habían traído ropa? Pensó Anahí.
- ¿Por qué se han llevado mi coche? - se giró hacia él, furiosa.
- Porque no quiero dejarte sola - le robó un corto beso al llegar a su lado y sonrió - y me da igual lo que pienses, tu familia está conmigo. ¿Quieres seguir con tu vida? De acuerdo, yo estaré pegado a ti todo el rato.
- Eres insoportable - dijo irritada.
- Me lo agradecerás - sonrió victorioso.

Llegaron al trabajo en completo silencio, Anahí fue a sentarse en su escritorio pero Alfonso negó con la cabeza y la ayudó a levantarse.

- Trabajarás conmigo en el despacho durante un tiempo - dijo tranquilo - ya hablé con Christian y Maite llevó lo necesario. Hay un pequeño escritorio cerca del mío.

Anahí bufó cansada, pero, por dentro, extrañamente halagada por la preocupación de Alfonso. Se sentó en su nuevo escritorio y rodó los ojos mientras el se dirigía al suyo.

- ¿No prefieres encadenarme a ti? Es lo único que te falta.
- No soy tu dueño Anahí - dijo serio mirándola fijamente haciendo que se estremeciese - pero me preocupo por ti, y si te tengo que tener bajo supervisión las veinticuatro horas del día lo haré. Manuel puede ser peligroso.
- No me cuentas nada nuevo. Ya me enfrenté a él una vez. Era indefensa y lo quería, pero ya no. Podré con él.
- No tengo la menor duda pero no puedes aislarte.

Anahí no dijo nada más. Se puso a escribir en su portátil, trabajando con la cabeza en otro lado. No quería decirle que había recibido otro mensaje de Manuel, más inquietante que el anterior, con una foto de su casa, por dentro, cuando aún no la habían vaciado. Trago fuerte pensando que Manuel podía haber hurgado entre sus cosas y sintió un escalofrío por toda su espalda. Miró de refilón a Alfonso y sonrió levemente viendo cómo él la observaba pensativo. Puede que no fuese tan malo pasar tiempo junto a él. Levantó su vista completamente y sonrió dulcemente a Alfonso, pillándole de sorpresa.

El teléfono de Anahí comenzó a vibrar sobre la mesa. Pero como estaba trabajando no lo cogió. Volvieron a insistir y entonces se fijó en la pantalla "desconocido". Se acercó el teléfono a la cara, pensando si podía ser Manuel. Miró a Alfonso pero estaba concentrado en la pantalla del ordenador.

- Voy al baño - dijo intentando sonar tranquila - ¿diga? - Anahí descolgó algo desconfiada.
- Pensaba que no responderías nunca - la voz de Manuel hizo que sintiese otro escalofrío.
- Estoy trabajando.
- Bueno, la señora Ramírez parece que también lo está haciendo.
- Deja a Lucas en paz, no tiene la culpa de nada.
- ¿No? - Manuel se rió - te sorprendería la facilidad que hay en esta escuela para llevarse a un niño mucho antes de que la profesora se de cuenta.
- ¿Qué has hecho? - su corazón iba a salir disparado de un momento a otro.
- Nada, de momento - sintió que Manuel sonreía a través del teléfono.
- Hijo de...
- Shhhh querida, cálmate. Sabes que te quiero a ti, no a él - Anahí estaba pálida - pronto volveremos a estar juntos. Dejarás a Alfonso y vendrás conmigo pronto. Y mas te vale hacerlo Simó quieres que haya consecuencias.
- Alfonso es lo mejor que me ha pasado en la vida, nunca le dejaré - no pudo controlar todo lo que dijo, quería a Alfonso, lucharía por él.
- Volveré a llamarte y espero que esta vez no me hagas esperar - dijo justo antes de colgar.

Anahí volvió al despacho después de un rato, algo pálida aún, pero se sentó en silencio en su sitio y continuó trabajando. Pero Alfonso la observaba, no dijo nada, pero lo haría al llegar a casa. Notaba algo en ella que no estaba bien y necesitaba saberlo, la amaba, se dio cuenta la noche anterior, cuando se metió junto a ella en la cama, acercándola a su cuerpo y viendo cómo se amoldaba el uno al otro sin ningún esfuerzo. Besó su cabeza y aspiró su aroma. Los recuerdos volvieron a su mente como si lo estuviese sintiendo en ese mismo momento y sonrió con los ojos cerrados.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora