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Anahí se levantó a las siete de la mañana. Se dio una ducha, se peinó, se vistió, desayuno algo rápido y salió a la casa de su hermana. Habló con ella y su cuñado unos minutos y los despidió antes de subir a despertar a su sobrino. Le lleno de besos y los dos bajaron ya cambiados a desayunar, Anahí por segunda vez, y algo más que un simple café. A las ocho salieron hacia el colegio y, después de despedirse, Anahí entró a trabajar a las ocho y media. El camino del colegio de su sobrino hasta su trabajo no eran más que diez minutos, así que, aunque siempre iba justa, llegaba a tiempo.

- Hola May - dijo Anahí sonriente al entrar.
- ¡Annie! El nuevo jefe ha llegado y... adivina.
- Qué.
- ¡Esta buenísimo! - Anahí se rió en alto y decidió comentar con su amiga lo que le ocurrió ayer.
- Y créeme, ese si que estaba buenísimo - terminó diciendo.

Después de hablar un rato más sobre lo que Anahí se debería de poner para su cita con el chico misterioso, Christian, el dueño de la empresa, salió del despacho que estaba cerca de la puerta de Anahí. Así que supuso que ella sería la nueva secretaria del nuevo jefe. Christian sonrió a Anahí y esta se levantó al ver que otra persona salía del despacho. Miró los zapatos de tacón rojos que se había puesto hoy a conjunto con su vestido y después levantó la vista hacia el hombre que acompañaba a Christian.

- Anahí, este es el señor Herrera, serás su secretaria a partir de ahora - los ojos verdes que vio ayer se volvieron a posar sobre ella, con una sonrisa en la boca.
- Hola Anahí, llámame Alfonso mejor - ella simplemente asintió mientras él sonreía divertido - ¿me acompañas a mi despacho? Quiero hacerte algunas preguntas.

Anahí salió de detrás de su escritorio y siguió a Alfonso hasta su despacho. Él cerró la puerta y entonces la invitó a sentarse en el sofá que había cerca de la pared.

- No me puedo creer que seas tú - empezó él sonriente, sentándose a su lado.
- Bueno... la ciudad no es muy grande... supongo que había una posibilidad.
- Una bonita casualidad - Anahí miró fijamente a Alfonso.
- Creo que lo mejor será que no salgamos el sábado...
- ¿Por qué?
- Eres mi jefe.
- No soy tan jerárquico como Christian - rió él - me gustaría considerarte como una igual. Al fin y al cabo vas a pasar mucho tiempo conmigo, ayudándome - Anahí asintió nerviosa.
- Bueno, pero...
- No hay excusas. Ayer conocí a una chica preciosa a la que quiero invitar a cenar, al margen de que me haya enterado que será mi secretaria a partir de ahora.
- Eres insistente...
- Se me dan bien los negocios, por eso estoy aquí - Alfonso guiño un ojo y Anahí sintió como se ruborizaba.

El resto del día estuvo muy callada, tanto que Maite le preguntó varias veces que le pasaba. Pero ella no quería hablar del tema ahí, cerca de la puerta de Alfonso, ya que podría escuchar. Decidió que a la hora del descanso le contaría todo a su amiga.

- Es él - susurró cuando se sentó a tomar un café con Maite - el chico del que te hablé, es Alfonso...
- ¡No lo creo! - Maite empezó a reír - amiga, creo que es todo tuyo.
- Sigue queriendo ir a cenar... le dije que deberíamos dejarlo, pero me ha dicho que no, que nosotros quedamos ayer - Anahí suspiró cansada - ¿y si me invento algo? No sé, puedo decir que tengo que cuidar de Lucas...
- No uses al niño de excusa, te mereces disfrutar.

Alfonso salió del despacho poco después de que Anahí saliese a tomar el café. No la necesitaba urgentemente, así que decidió dejar los papeles encima de su escritorio para que cuando llegase los viese. Se quedó mirando la mesa, la tenía muy ordenada. Algunos bolígrafos a la derecha, marcadores, una pequeña lámpara, el portátil encendido y, lo que más llamó la atención de la mesa. Un marco con una foto de Anahí riendo con un niño en brazos. Algo dentro de Alfonso se encendió.

- ¿Es madre? - susurró para si mismo - no me dijo nada...

Pero tampoco habían hablado de su vida personal. Habían compartido gustos musicales, hobbies y alguna que otra anécdota de cuando eran pequeños, además de una deliciosa tarta de limón que, desde ayer se había convertido en su favorita. Iba a dejar la foto otra vez en su sitio, pero una voz le interrumpió.

- Oh, Alfonso ¿querías algo? - dijo Anahí sonriente.
- No, bueno si - fue a dejar la foto pero terminó mostrándosela - estáis muy guapos - sonrió un poco intentando parecer simpático - ¿cómo se llama?
- Lucas - sonrió orgullosa - es lo mejor de mi vida.
- Supongo que si, os parecéis mucho.
- Si - rió ella - nos lo dicen a menudo.

Alfonso decidió apartar el tema a un lado antes de que rompiese algo y le comentó a Anahí lo que quería que hiciese. Ella se limitó a asentir y sonreír y, media hora después, le entregó a Alfonso el trabajo que había pedido.

- Alfonso - él levantó su vista hacia ella - se que es tu primer día... y te quiero decir que esto no lo hago normalmente, le puedes preguntar a cualquiera... pero...
- Suéltalo Anahí, no soy un ogro, somos amigos - Anahí sonrió un poco más tranquila.
- Esta bien. Bueno, ya has visto a Lucas - Alfonso asintió - yo le llevo al colegio por las mañanas y después es su padre quien lo recoge, pero ayer me dijo que tenía una reunión que no podía cambiar y bueno... necesito salir antes para ir a buscarle.
- Oh - Alfonso la miró serio, iba a salir con él el sábado teniendo un marido y un hijo - solo respóndeme una pregunta.
- Claro, ¿hay algo que no entiendas de mi trabajo? - Anahí señaló los papeles que le había dejado hace un rato en la mesa.
- Oh, no, no... Anahí ¿estás casada? - hubo un silencio que empezaba a poner nervioso a Alfonso pero después Anahí rió haciendo que Alfonso se sintiese perdido.
- No, no estoy casada - le miró divertida - ¿ya puedo salir antes?
- Si - sonrió más tranquilo Alfonso.

Sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora