CAPÍTULO 14

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FLORENCIA

Se apoyó contra la puerta y tiró la cabeza hacia atrás, hasta que sintió su cabello rozar con la puerta – Tendrías que haber hecho algo – Frunció el ceño y se volvió hacia adelante para mirar a su hermana – Algo, lo más mínimo.

-Decime que es un chiste, Débora porque sino no se explica cómo podés pensar semejante estupidez – Florencia se había ofendido por el consejo de su hermana, pero eso usó un tono duro para responderle. Decidió ir hasta la cocina y prepararse un té para calmar el estrés de la situación. Si bien, no era problema suyo lo que sucedía entre Timothée y... la chica, todo el tenso contexto previo a la visita de... la chica, la había dejado con un agotamiento imposible de explicar.

-Vamos, Flor. Podría haber dicho, aunque sea algo, como para calmar las cosas – dijo su hermana mientras seguía sus pasos hacia la cocina.

-¿Qué le hubiese dicho? ¿eh? – se dio media vuelta para enfrentarla – Es la novia, Débora, hay que entender eso – y volvió a emprender su camino a la cocina para prepararse el té. Agarró la tetera, la llenó de agua y la puso en el fuego.

-Deja de decirme Débora – cruzó los brazos y se apoyó en el umbral que separa la cocina de la sala de estar. Largó un suspiro – No digas que le digas algo sobre la novia, pero estaría bueno que le pongas los puntos de una vez por todas – Florencia arrugó la frente y volvió a su hermana – Está jugando con tus sentimientos y vos no estás haciendo nada.

-Me besó, anoche – admitió y su hermana no pudo evitar abrir los ojos de par en par – Le dije que no quería saber nada y me excusa fue que el tenía novia.

-¿Qué sentiste? - bajó y subió los hombros y buscó un sobre de té para colocarlo dentro de una taza.

-No me gusta hablar de estas cosas. Prefiero guardármelas para mí.

-Te gustó – soltó Débora y se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina – Pero no lo vas a admitir porque sabes que está mal.

El gritó de llegada por parte de Julián interrumpió la conversación y Florencia se dio media vuelta para sacar el sobre del té y tirarlo a la basura.

-Que silencio, mujeres – dijo su hermano con tono alegre al mismo tiempo que se sacaba la bufanda. Le dio un beso en la mejilla a cada una - ¿Qué pasa que están tan silenciosas?

-Nada – apresuró a contestar Florencia y le dio un sorbo al té - ¿Cenaste?

-No, pero pensaba que podíamos cenar juntos – colgó la bufanda en el respaldo de la silla en el que estaba sentada Débora – Tu hermana estudia chef por algo, podría cocinarse algo creativo – Debo rodeó los ojos y soltó una risa – No quiero ser entrometido, ni nada – llevó ambos puños a los lados de su cadera – Vi que este muchacho – hizo un poco de silencio, chasqueó sus dedos y Florencia comenzó a inquietarse – Timothée, no me salía el nombre, estaba caminando para el lado de la universidad con una chica, iban discutiendo.

-Pregúntale a tu hermana.

-¿Qué pasó? – Julián clavó sus ojos en la más chica de la familia. Soltó un suspiro y deseó por dentro que Débora no fuera tan tonta y la mandara al frente constantemente.

-Vino a casa a hablar, la novia llegó, lo buscó y ahí quedó – Levantó el dedo índice haciendo que Débora mantuviera la boca cerrada – Cállate y ponete a cocinar porque es lo mejor que sabes hacer. Voy a salir, otra vez, así que necesito cenar temprano.

XXX

Florencia escuchaba que muy de lejos alguien la llamaba, pero aún no podía encontrar aquella voz que tanto gritaba su nombre. Se sintió perdida, ¿cómo es que alguien la llamaba en el medio de un boliche y ella no podía descubrir quién era?

-Por dios santo, amiga. Te estuve buscando toda la bendita noche. ¿Estás muy borracha? – Sophie llevó el dorso de su mano a la frente de su mejor amiga, quien la apartó con un movimiento brusco.

-Estoy bien – dijo sin que le temblara el tono - ¿Por qué no podía encontrarte? Escuchaba que me llamabas, pero no aparecías por ningún lado.

-Estás borracha – afirmó Sophie y la tomó de la muñeca para arrastrarla y mezclarse entre toda la gente.

-¡Que estoy bien! – gritó por encima de la música. Sin embargo, su amiga no pudo sostenerla por mucho tiempo. Cuando su mano resbalo, alguien más rodeó su otra muñeca y ella se giró para mirarlo - ¿Qué haces acá? – preguntó con un tono duro y ofensivo.

-Necesito hablar con vos – Timothée se acercó a su oído para susurrarle – Vamos arriba, el VIP no está tan lleno – Ella se zafó del agarre de Timmy y lo miró atónita – No me mires así, era seguro que iba a querer hablar después de lo que pasó.

-¿De lo que pasó? No pasó nada.

-Si – y la tomó del codo para arrastrarla hasta la escalera.

-No quiero Timothée, en serio – se soltó antes de subir el primer escalón cuando el ya estaba dos escalones más arriba. Él bajó lentamente y llevó la palma de su mano hacia el costado de su rostro. Florencia sintió la suavidad de su piel y rápidamente entró en calor, al mismo tiempo que sintió una corriente fría recorrer su columna. No podía creer que el causara esos efectos en ella, no quería aceptarlos, no quería dejar que sus sentimientos florecieran.

-No puedo no dejarte – dijo cuando la miró con dulzura – No puedo alejarme de ti y no puedo parar mis sentimientos hacia vos, Floren. Siento que cada vez que estoy cerca de ti, mi mundo se da vuelta, pero en el buen sentido. Eso desde hace más de un año.

Florencia sintió una punzada en el corazón y, a su vez, como latía cada vez más fuerte. Cuando Timothée intentó besarla de nuevo, algo golpeó sus hombros e intentó zamarrearla. Al segundo, el agua fría cayó sobre su cara y abrió los ojos de un solo movimiento.

-Pero, ¿qué carajos haces? – se refregó los parpados e intentó secarse la cara. Su hermana soltó un suspiro de alivio.

-Por dios, no lograba despertarte, pensé que te habías muerto – soltó su hermana mientras sostenía un balde.

-¿Qué? – largó una carcajada – Débora, ¿ni siquiera me tomaste el pulso como para saber si realmente respiraba? – negó con la cabeza – Igual, mejor que me despertaste. Mi sueño era demasiado real y ya me estaba asustando – Floren apoyó la cabeza en la almohada. Se arrepintió, es que estaba toda mojada por culpa de su hermana. Débora se sentó a su lado.

-¿Timothée? -Asintió – Vas a tener que arreglar tus sentimientos.

-¿Vos crees? – ambas rieron – Primero – se levantó de la cama y miró por la ventana - ¿Qué hora es?

-Y te clavaste una siesta de una hora, así son como las 23:30 – Débora se rascó la barbilla. Florencia corrió hacia su armario y sacó un vestido corto y negro. Se lo mostró a su hermana y sonrió.

-Antes de hablar, vamos a salir. 

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