CAPÍTULO 19

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FLORENCIA

No acostumbraban a arreglarse tanto para las fiestas. Sin embargo, cuando visitaban a su tía, debían de maquillarse un poco más y vestirse de mejor manera. Las fiestas organizadas por Mary tenían como código de vestimenta elegante sport, por lo que Florencia tuvo que buscar algo que fuera acordé con lo solicitado por su tía. 

Primero, antes que todo, no era muy fan de usar ropa elegante, no era una opción en su vida diaria. Segundo, el maquillaje tampoco formaba parte de sus jornada. No obstante, fue prácticamente obligada por su tía a tener una mejor imagen para la fiesta. 

Escogió una blusa de mangas largas de terciopelo bordo y lo combinó con una falda de tul y organza hasta media pierna. Acomodó su ropa y se miró en el espejo. Al principio, dudó de lo que estaba usando, pero su hermano la elogió de tal manera que sintió que no debía cambiarse. Subió mucho su autoestima y Florencia elevó las comisuras de los labios.

Observó a su hermano con detención cuando ingresó a su cuarto para darle un beso en la mejilla. Llevaba un sweater gris y sencillo, junto con un pantalón negro y unas zapatillas blancas.

-¿La tía no te dirá nada porque estás vestido tan sencillamente? – preguntó cuando se hermano le acomodó la parte de atrás de la pollera.

-Ya me dio un hermoso sermón. Según ella, soy muy lindo como para vestirme tan sencillamente – Ambos rieron. Julián se paró enfrente de ella – Estás hermosa, hermana. Si Timothée no se enamora de vos así, voy a pensar que es gay – Floren le dio un zapé a su hermano.

-No digas esas cosas.

-¿Qué no diga esas cosas? – Débora apoyo su bíceps contra el umbral de la puerta de la habitación. Florencia sintió una punzada de celos cuando vio que su vestimenta estilizaba su figura. Una blusa de lentejuelas y un pantalón Oxford de tiro alto y de terciopelo negro fue su elección – Sos espléndidamente hermosa, me extrañaría que no apoyara los ojos en vos. Si esta noche no hay beso, me emborracho – Vociferó.

-Como si te costara tomar alcohol – bromeó Julián.

XXX

Los nervios la carcomían por dentro. Esperaba con ansias ver a Timothée después de casi una semana. Cerraba y abría sus puños cada segundo y se clavaba las uñas, mientras intentaba escuchar lo que estaba hablando su tía con algunos amigos de la ciudad.

Débora alcanzó a divisarla desde el otro lado de la sala y se hizo paso entre la gente con una copa en mano. Tomó a su hermana de la muñeca y, antes de retirarse, le pidió permiso a su tía para llevar a su hermana menor en busca de una bebida.

-Va a salir todo bien – aseguró una vez que ambas comenzaron a caminar hacia la barra que había comprado su tía hace más de dos años y que, al fin, era utilizada en una buena ocasión.

-No puedo. No me pasaba esto desde hace mucho. Capaz decidió no venir o se sintió intimidado por la invitación de la tía – soltó todo el aire contenido y apoyó sus codos en la barra, descansando sus mejillas en sus manos.

-Por lo que Mary contó, se sentía muy a gusto con la invitación. No creo que haya cambiado de opinión a último momento.

Las hijas de un importante empresario de la ciudad pasaron cuchilleando sobre el nuevo chisme de la fiesta – ¿No lo viste? – una de las jóvenes hizo un gesto de placer – Vino con una camisa con los dos botones de arriba desabrochados, un pantalón negro semi de vestir y unas zapatillas negras con blanco. Si no fuera porque lo veo siempre en la tele, me enamoraría por primera vez – Débora y Floren arrugaron la frente.

-¿Habrá llegado y no nos dimos cuenta?

-No sé si lo viste, pero Bristol tiene un lugar así - Floren escuchó la voz de su hermano acercarse de a poco, mientras hablaba con alguien.

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