CAPÍTULO II

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La alarma me despertó a las 5 y 45 de la mañana. Me bañé, me cambié y salí corriendo para la empresa.

—No puedo creer que llegaras temprano —expresó contento In-Jae.

—Es que amo estas pasantías, son tan productivas y hermosas. Aprendo tanto, estoy muy emocionada por seg-

—Ya me di cuenta de tu sarcasmo, puedes parar —me interrumpió y me reí porque ya me conocía bastante a pesar de que sólo habían pasado dos meses.

—Lo siento Yeye —le contesté de una forma tierna.

—¡No me llames así! ¿Estás loca? Estamos trabajando.

—Jiji.

De repente sentí como si alguien estuviese clavando su mirada en mí. Me di vuelta pero no encontré a nadie.

Le resté importancia y seguí molestando a mi jefe un rato más.

—Suni, me acaban de avisar que no hay más grabaciones hasta las cinco.

—¿Quéeeeee? Pero si recién son las dos. ¿Qué voy a hacer estas tres horas?

—NO LO SÉ —enfatizó cada sílaba—. Sal a comer algo, a caminar, a dar una vuelta por ahí.

Por todo el trabajo, no había tenido tiempo de recorrer las instalaciones y me daba mucha curiosidad porque la empresa era enorme.

—Oki, adiós.

Creo que eran en total como cincuenta pisos. Así qué subí al ascensor y presioné un piso al azar. Piso treinta y siete. Okay, allá vamos.

Subía gente muy bien vestida y me daba un poco de vergüenza ya que yo vestía de una forma cómoda porque siempre estaba corriendo.

El ascensor se detuvo en el piso doce y subieron tres chicos que ya había visto antes.

Oh, son los de BTS. Pensé y me sonrojé.

Y decir que la noche anterior los había stalkeado hasta las dos de la madrugada.

Obviamente no me sabía sus nombres, pero podía ver que eran hermosos. Altos y simpáticos.

Me saludaron con una sonrisa y hablaron de que en un par de horas tenían que hacer un comercial que no querían hacer porque era muy vergonzoso.

Pobres, a veces les toca hacer cosas que no quieren hacer. La vida de un idol.

Se bajaron en el piso veinticuatro y yo seguí.
Cuando llegué al piso treinta y siete, me sorprendió la vista. Podía ver toda la ciudad desde allí. Era impresionante.

Caminé por los pasillos y pude notar que en ese piso los idols tenían reuniones de negocios. Todo el mundo vestía de traje e iban de aquí para allá con miles de papeles en los brazos.

Seguí mi camino y vi una oficina donde no había nadie. Como toda principiante inexperta y torpe, me ganó la intriga, y entré. No había muchas cosas interesantes, sólo papeles, agendas, una computadora y pósters de los grupos.

Cuando comencé a aburrirme decidí salir, pero al intentarlo me di cuenta de que me había quedado encerrada. La puerta sólo se abría si tenías una tarjeta.

Entonces, ¿Cómo pude entrar? Fácil, la puerta estaba entreabierta. ¡¿Y AHORA QUÉ?!

Miré por la ventana y observé que pasaba mucha gente, pero tenía muchísimo miedo de llamar a alguien porque me iban a llenar de preguntas, y me iban a echar, y adiós para siempre pasantías. No, no, no.

Tranquila Suni, vas a esperar a que pase alguien que parezca una buena persona.

Pasaron veinte eternos minutos, hasta que vi a un chico súper lindo que parecía bastante simpático caminando solo. Genial, era mi oportunidad.

Golpeé el vidrio de la ventana muy suavemente y nada. Golpeé de nuevo un poco más fuerte y el chico finalmente volteó.
Le hice una seña para que se acercara y él lo hizo.

—Buenas tardes, soy Choi Suni. Me he quedado encerrada y olvidé la tarjeta en mi bolso, ¿podrías por favor abrirme? —le mentí para que no me hiciera muchas preguntas y así poder salir lo más rápido posible de ahí.

—Oh, hola. Sí —sacó su tarjeta y abrió sin problemas—, ya está.

—GRACIAS —suspiré aliviada y yo salí con la cabeza mirando hacia abajo.

Antes de que pudiera huir, el chico me agarró del brazo e hizo que me volteara a verlo. Me miró de arriba a abajo analizando mi ropa.

—¿Quién eres? No te he visto por aquí.

—¿Yo? Ah, como te dije, soy Suni.

—No, tú nombre no. ¿Dónde trabajas?

—Aah, lo siento, eso es confidencial. Adiós —fue lo único que se me ocurrió en el momento y bajé tres pisos por las escaleras.

Qué horror. Nunca más entro a esas oficinas del demonio.

Volví al piso uno, donde trabajaba, y pasé por la cafetería para comprarme algo que tuviera diez kilos de azúcar, ya que había perdido toda mi energía en esa oficina de ****.

Se hicieron las cinco y ya estaba en el set de filmación preparando todo para que comenzara.

Llegaron los idols, pero yo no los había visto porque estaba enfocando una cámara. Sólo escuchaba una mini discusión:

—Yo no lo voy a hacer, me parece una estupidez —protestó uno.

—A mí me da igual. Entre más rápido lo hagamos, más rápido terminamos — contestó otro.

—Tú lo dices porque tus abdominales se marcan, Jungkook.

—Siempre les digo que hagamos ejercicio juntos, pero ustedes se la pasan comiendo hyungs.

¿Jungkook? Creo que había leído ese nombre en algún lado.

Levanté mi vista y estaban ahí: nuevamente iba a ser asistente de todo el equipo de BTS.

—¿No te lo dije? —me miró In-Jae como si leyera mis pensamientos—. A partir de ahora sólo serás asistente del equipo de este grupo.

—¿Qué? Pero, ¿quién lo decidió? —no podía ocultar mi sorpresa.

—Yo, no olvides que soy tu jefe. Estos últimos días te vi tan cansada y atareada que hablé con mi jefe y le pregunté si podías cubrir un solo grupo. Después de todo, solo son pasantías.

—¿Es en serio? Ay, eres el mejor jefe de esta tierra, del universo, de toda la galaxia —le dije dando pequeños saltitos en el lugar.

—Sí, ya lo sé —afirmó y nos reímos.

Pronto volví a lo mío, pero algo extraño pasó. Nuevamente sentí la misma mirada fija en mi espalda y me di vuelta rápidamente.

Esta vez sí encontré esos ojos mirándome: era el chico súper lindo que me había sacado de la oficina.

AwakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora