CAPÍTULO XXIV

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La boda parecía sacada de una película de ensueño, de esas melosas y con un final perfecto y feliz.

Las familias felices charlaban enérgicamente sobre los nuevos esposos, los niños jugaban y gritaban mientras se correteaban entre los grupos de personas, y los novios bailaban juntos una canción lenta.
Era todo tan romántico que hasta sentía que me dolía.

Quiero decir, claramente me sentía muy feliz por ellos, porque se veían auténticamente felices, pero sentía algo de angustia.

Seguramente pasaron por muchas dificultades para estar juntos, pero no les importó. Pensé.

Para mí era admirable algo como eso. Ella, una mujer no famosa, no había dejado todo por un miedo irracional a salir herida y sentirse abandonada.
En cambio, ella se había arriesgado por su amor, y él también.

Debería aprender mucho de ellos.

Aunque, ¿de qué me servía ya?

Deja de pensar, a esta altura ya te olvidó por completo.

SeokJin estaba a tan sólo diez metros de mí, y mi corazón únicamente me decía que debía correr a sus brazos, pero mi mente me decía que no debía hacerlo.
Traté de ignorarlo con toda mi predisposición, pero él no colaboraba.

Después de ocho meses lo volvía a ver y, para mi desgracia, estaba aún más hermoso que antes. Sin mencionar que con el traje que llevaba puesto, parecía que él era el muñeco de la torta.

Detente Suni, deja de babearte.

Suspiré con pesadez tratando de callar mi mente y, gracias a In-Jae, pude hacerlo un poco, ya que trataba de distraerme para que estuviese todo el tiempo entretenida.

Me presentaba a sus amigos de otras agencias de entretenimiento, me servía tragos, me contaba algún que otro chiste malo, y no me dejaba sola ni un segundo.

Estábamos sentados en la mesa que nos habían asignado, mientras tomábamos un trago.

—¿Quieres ir a bailar Sunita? —extendió sus manos en mi dirección.

—Prefiero que no, no soy muy buena —me excusé.

—Vamos, yo te enseño.

—¿Sabes bailar? —le hice un gesto de menosprecio con mi cara.

—La verdad es que no, pero lo dije para sonar cool.

Siguió con sus manos extendidas para llevarme a la pista de baile, y yo acepté mientras nos reíamos.

Una vez que llegamos, comenzamos a tropezar con nuestros pies, y él no dejaba de pisarme el vestido.

—Auch, deja de pisarme —reproché mientras intentaba quitar mi vestido de sus pies.

—Lo siento, no sé cómo se hace esto. Es más difícil de lo que parece.

—Eres pésimo —dije pegándole en el pecho con mi puño y me reí—. Nos sentemos, dejemos de dar pena.

—Tienes razón —asintió en un tono resignado.

En el momento que estabamos volviéndonos a nuestra mesa, alguien detrás de mí me tomó del brazo suavemente y, mientras estaba de espaldas, me susurró al oído:

—¿Quieres bailar conmigo Choi Suni?

Mi corazón se detuvo y toda mi piel se erizó, en cuando volteé y vi que era Jin el que me hablaba.
Tragué saliva tratando de encontrar las palabras para responder, pero no salía nada.

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