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Imagina por un momento que el morir no es el final de nada, y que mas bien es algo parecido a el estado de sueño mas profundo. Y que cuando llega ese momento y concluimos el capítulo de la vida en curso, es como si cerráramos los ojos y dejáramos que el alma transite por el infinito océano negro del vacío.

Imagina que has pasado por ahí mil veces y que lo seguirás haciendo miles de veces mas. Sin carne, sin huesos, sin tierra ni vientos. Libre y ligero en la vacuidad infinita del universo, flotando como un náufrago que espera a que las fuerzas del mar lo lleven a tierra.

Y después de mil años en negros eternos, a lo lejos vislumbras un faro de luz, y las fuerzas que lo rigen todo poco a poco te empiezan a llevar a ella. Cada vez mas cerca, cada vez mas clara, cada vez mas cálida. Y de pronto, regresan la carne y los huesos, la sangre y el cuerpo. Y te puedes dar cuenta que una vez mas eres, que una vez mas existes, respiras y sientes.

Y ahora imagina que reconoces a alguien, y que aunque todo es nuevo y distinto hay algo en esa mirada que te da la certeza de que ese alguien estuvo contigo alguna vez, en algún lugar y en algún momento, compartiendo una vida en la inmensidad del tiempo.

Y ahora imagina que reconoces a alguien, y que aunque todo es nuevo y distinto hay algo en esa mirada que te da la certeza de que ese alguien estuvo contigo alguna vez, en algún lugar y en algún momento, compartiendo una vida en la inmensidad del ...

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