El día que todo comenzó

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-Nene-chan, buenos días-

Llegué cansada a clase tras haber corrido, apenas unos minutos después de que la alarma de la primera hora sonase.

-El profesor aún no llega- Me alivió Aoi

-¡Menos mal!- Suspiré más tranquila.

Miré alrededor. Todos habían comenzado a sentarse. Pero había un asiento libre. Extrañamente, era el sitio que le pertenecía a Akane.

-¿Y Akane-kun?- Pregunté curiosa

-Se marchó de aquí cuando vio eso- Respondió mi mejor amiga sonriente mientras señalaba su propio pupitre.

Me acerqué cada vez más intrigada a su mesa, en la que reposaba una pequeña tarjeta con forma de corazón rosa. En ella, escrita con una no precisamente buena caligrafía, una declaración de amor firmada con un número siete.

-Ah...- Suspiré. – Tan solo es una de sus bromas-

-¿Suyas? ¿De quién?-

-¡¿Eh?! Bueno... de...-

Sin saber qué contestar, agradecí profundamente la interrupción del profesor que entraba junto a Akane en el aula.

Tras las clases, comencé a recoger mis cosas tranquilamente. Miré de reojo al primer misterio, quien todavía parecía algo molesto por la broma de Hanako. Y en ese momento, la voz de Aoi me sacó de mis pensamientos.

-Nene-chan, ¿Vas a limpiar el baño?- Preguntó sin perder su cálida sonrisa.

-Si, así es-

-Realmente estás en un club extraño-

-... ¡Algo así!

Salí del salón de clases y caminé por los grandes pasillos del nuevo edificio. Estos, llenos de vida, estaban iluminados por la radiante luz del sol. Y bajo ese agradable ambiente, yo caminaba hacia el baño.

-¡Ha-na-ko-kun!- Saludé feliz al entrar.

Lo encontré sentado en la ventana, emocionado por su juego de cartas con los mokkes. Cuando me escuchó, se giró a verme con una misteriosa sonrisa que no parecía suya.

-Oh, Yashiro-

Había algo que me incomodaba en su mirada, pero no pude identificar el qué.

-¿Estás bien?- Preguntó él.

-Hanako-kun... Tú...-

-¡Oh! ¡Ya sé! Estás preocupada por tus tobill-

Antes de que pudiese acabar su frase, le di un fuerte cabezazo que le dejó sentado en el suelo. Algo molesta, pero acostumbrada a sus tontas bromas, suspiré.

-Supongo que Hanako-kun solo es Hanako-kun-

Él intentó volver a ponerse de pie. Mientras, el ruido de alguien corriendo se acercó a nosotros. Un ruido que paró en la entrada del baño.


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