El séptimo misterio

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Ya había pasado una semana desde que todo se volvió extraño para mí. Cada vez notaba más la ausencia de alguien a mi lado. La falta de aquel que hacía que estos comunes días fueran divertidos, emocionantes y especiales. Pero ya lo sabía. Si no le pedía ayuda a alguna especie de ser sobrenatural, nunca averiguaría nada de lo que olvidé. Porque Kou no quería hablar del tema.


-Pareces deprimida últimamente. ¿Pasó algo?- Preguntó preocupada mi mejor amiga.

-No realmente. Solo...- Dudé. No podía decirle que no estaba segura de poder recordarlo todo.

-Mmm...- Ella pensó en voz alta. - ¡Ya sé! Nene-chan, ¿escuchaste el nuevo rumor del séptimo misterio?-

-El séptimo misterio- Durante unos instantes, sentí que lo conocía.

-El último de los siete misterios, Hanako-san del baño. En el tercer puesto en el baño de chicas del edificio antiguo... Vive Hanako-san, con quien tendrás que jugar al escondite. Y cuando la atrapes, ella te concederá un deseo. Pero cuidado con lo que deseas. Si deseas algo más allá de la comprensión humana, tendrás que esconderte tú. Y por nada del mundo permitas que te encuentre- Relató mi mejor amiga con una cara misteriosa.

Tragué saliva, nerviosa. - ¿Y si lo hiciese?- Pregunté. Ella solo continuó mirándome con ojos que nada tranquilizaban. Hasta que, pasados unos segundos, sonrió.

-No lo sé. Eso lo que se dice últimamente- Hizo un gesto amable con las manos.

-Pero es mejor que no lo intentes- Aconsejó Akane acercándose a nosotras. – Podría ser peligroso. Que te involucres con esas cosas en estos momentos- Advirtió.

-Akane-kun, eres todo un caballero- Rio levemente Aoi.

-Ao-chan... Me gustas. Por favor, ¡Sal conmigo!- Pidió agachando un poco la cabeza.

-Mmm... ¡Dos puntos!-

Akane cayó al suelo - ¡Maldición!- Se quejaba mientras parecía estar llorando.

-¿Qué estáis haciendo?- Se extrañó Yamabuki.

Aproveché la escena para irme de allí sin llamar demasiado la atención. Y con el objetivo de que Hanako-san cumpliese mi deseo, me dirigí al baño.

Una vez llegué, me acerqué a la tercera puerta y toqué tres veces. Entonces temerosa llamé.

-Hanako-san, Hanako-san, ¿Estás ahí?-

Nada sucedió. Excepto por el sonido de agua. Agua que se desbordaba y comenzaba a inundar toda la estancia. Repentinamente, como si el suelo hubiese desaparecido, caí. En pánico, me transformé en pez. Aunque no duró mucho. Al poco tiempo salí del agua y regresé a mi forma humana. ¿Dónde estaba ahora?

Me encontraba en la escuela. Sin embargo, era diferente. Mucho más tétrica y oscura, únicamente iluminada por unas débiles llamas azules que colgaban de las paredes. Por las ventanas entraba una fría brisa que me puso la piel de gallina, acompañada de una tenebrosa luz lunar. Siniestro y solitario, describiría ese lugar.

-Ehehe...- Reía una voz.

En la entrada del baño, un niño jugaba con sus dedos. De pelo negro y kimono azul, poseía una hoja que tapaba su rostro. Siete (七) ponía en el pedazo de papel que impedía que supiera quien es.

Intenté acercarme a él, pero salió corriendo. Y yo fui tras él.

Corrí por todo el centro. Por ese triste y siniestro colegio. El sonido que producíamos al correr sobre el agua me hacía sentir nerviosa, y por primera vez eché de menos el ruido que formaban los alumnos al hablar.

Pasamos por muchas clases, hasta que conseguí acorralarlo en la sala de economía doméstica. Le atrapé tomando la manga de su kimono. Pero en ese momento, el niño se volvió en cenizas que volaron con el viento. Los fuegos azules se extinguieron y todas las ventanas explotaron a la vez, dejando ver claramente una blanca y pura luna llena que brillaba mucho más que cualquier otra estrella en ese cielo de profunda oscuridad.

-¿Yashiro?- Llamó "él" a mi nombre.


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