Todo deseo tiene un precio

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-¡Yashiro!-

-¡Senpai!-

Gritamos al unísono. Ambos nos acercamos a su inmóvil cuerpo de entrecortada respiración, que cada vez derramaba más y más sangre, formando un charco carmesí bajo ella. Y mientras nosotros, impotentes, no podíamos hacer nada para evitarlo.

-¡Senpai, Senpai! ¡Despierta! Por favor...- La llamé desesperado mientras comenzaba a llorar.

Hanako la tomo en brazos y abrazó fuertemente, como si intentase evitar que se marchara.

-¡Amane!- Habló una feliz voz a nuestras espaldas. - ¡Viniste también!-

Con la cara ensombrecida, mi amigo miró al poseedor de dichosa voz. Y con un gesto, dejó a Senpai en mis manos. Al tocarla, sangre manchó rápidamente mis manos, aterrorizándome. Y entre mi nerviosismo y miedo, busqué su pulso. El sonido de su corazón se iba debilitando cada segundo que pasaba y su respiración, entrecortada, solo la dejaba jadear con dificultad.

Miré en busca de una solución a Hanako. Él tomó del cuello de la camisa a su gemelo menor y lo estampó contra la pared de la torre.

-¿Por qué has...?- Preguntó él, con una voz llena de ira, dolor y remordimiento.

-¿Por qué, preguntas? Pues porque no necesitas a nadie más ¿Verdad?- Contestó con una sonrisa. – Me tienes a mí-

Hanako golpeó al menor. Y aun así, él no perdía esa inocente y retorcida sonrisa que le caracterizaba.

-Tú cumples los deseos de los muertos... ¿No es así?-

-Sí, eso es- Dijo curioso, girando un poco su cabeza y colocando su dedo índice sobre su boca.

-Entonces cumple mi deseo, Tsukasa-

-¿Hmm?-

-¡Sálvala!-

La cara del gemelo menor era un libro abierto. Mostraba claramente su sorpresa al recibir tal encargo.

-¿Seguro? Ya sabes que el precio que tendrás que pagar por eso será...-

-¡Solo hazlo!- Repitió.

-Bien, bien-

Tras esas palabras, comencé a notar como toda la sangre derramada desaparecía poco a poco. No solo, el pulso y la respiración de Senpai regresaron a la normalidad. Todo quedó como un mal sueño.

-Está funcionando, Hanako- Le avisé aliviado, levantando la vista para encontrarme con su triste mirada.

Él, a mi exclamación, me devolvió una sonrisa. – No le digas nada- Me avisó poniendo el dedo índice sobre su boca para después regresar con su hermano.

-¿Qué no le diga?-

Tsukasa cambió su expresión. De una sonrisa infantil a una ganadora. Con sus dedos índice y corazón, tocó la frente del gemelo mayor.

-El precio será el vínculo que mantenías con ella. Y ahora te vincularás conmigo-

Hanako, tras esas palabras, se tambaleo un poco. Y cuando recuperó el equilibrio, se giró y murmuró con una expresión triste, pero seria, algo que no pude entender.

-Vayámonos ya. Tengo que presentarte correctamente a mi asistente- Sonreía alegremente el menor. – ¿Te vienes, Mitsuba?-

Busqué sorprendido con la mirada al nombrado. En silencio, estaba mirando hacia otro lado, con los ojos medio cerrados y los oídos tapados con ambas manos, borrando completamente su presencia de esa escena. Él se acercó al hermano de Hanako sin mirarnos ni a Senpai ni a mí. 

-¿Mitsuba? ¡Oye!- Traté de llamar, pero no atendía. Él solo caminaba con los ojos ensombrecidos.

Una vez los tres se agruparon, una nube de humo negro los envolvió haciéndolos desaparecer.

-¡Hanako!- Grité. Pero para ese momento, ellos ya se habían ido.

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