Bajo las nostálgicas luces del atardecer

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Tras todo lo que pasó, las cosas volvieron a la normalidad: Los espectros dejaron de alborotar y los seis misterios recuperaron sus límites y poderes originales. Kako se volvió el líder temporal y Kou, Akane y Tsuchigomori pudieron relajarse tras esa vuelta a la calma.


Pero no había rastro de Hanako-kun.


Gracias a Nanamine Sakura, pudimos mantener su rumor circulando de boca en boca. Ella se veía tranquila y pacífica como siempre, a pesar de ser tan estricta con Natsuhiko y Mitsuba. Pero, por otro lado, los tres parecían preocupados por Tsukasa que, al igual que su hermano mayor, no había regresado aún.


Pero hecho se volvió parte de nuestra vida cotidiana.


-Buenos días, Nene-chan- Saludaba mi mejor amiga.

-Aoi, buenos días-

Esa era una mañana oscura, que amanecía como un déjà vu. Había llegado a clase corriendo, pues la lluvia caía con fuerza.

-¿Te encuentras bien? Tu cabello se ve húmedo- Preguntó con cierta preocupación. Su mano derecha se posicionó sobre su mejilla de mismo lado, confiriéndole un aspecto adorable.

-Mmm- Tarareé en respuesta afirmativa. – No te preocupes-

Ella sonrió suavemente. Radiante como un sol, atrajo las miradas de varios chicos que había alrededor. – Me alegro. Últimamente te veías algo decaía, pero parece que ya estás mejor-

-Sí, gracias Aoi- Respondí devolviéndole la sonrisa.

Pero no duró mucho. Pronto se vio rodeada de chicos que le pedían desesperadamente salir, y estos eran agresivamente alejados por Akane, quien utilizaba una estrategia que él llamaba: Probarás mi bate en tu cara.

Algunos cuchicheaban sobre la escena, otros se reían y una minoría lo ignoraba. Pienso que pertenecí al segundo grupo. Aun si no lo expresé físicamente, me alegraba ver a mis amigos alegres y tan llenos de energía.


Pasaron las clases lentamente. Sonó por fin la campana que anunciaba el final del primer periodo. Tranquila, cogí de la mochila mi almuerzo y, tarareando, subí a la azotea. Allí me senté en el suelo y mordí un mochi de fresa.

El sol había aparecido unas horas atrás. Quedaban algunas nubes blancas que iban desapareciendo en el horizonte, empujadas por la suave y fresca brisa. Las aves cantaban, creando una atmósfera relajante. Cerré los ojos, dejándome llevar por la sensación de libertad.

-¡Hola senpai!- Gritó una conocida y amable voz.

-Buenos días, Kou-kun- Saludé también.

Él se acercó a mí con pasos decididos y una sonrisa torpe. – ¿Puedo sentarme?-

-¡Claro!-

Así lo hizo. Se sentó a mi lado y abrió su lonchera, compuesta por arroz con tortilla, algunos pulpitos y estrellitas. -¡Que aproveche!- Gritó antes de comenzar a devorar con ganas.

-Es muy adorable tu bento. ¿Lo preparaste tú?-

Él rascó su mejilla algo avergonzado. – Si... Tiara quería que los tres tuviésemos la misma comida-

-Eso es muy lindo. Y además seguro que también está delicioso. ¡Tu comida está muy rica!- Sonreí.

Pude notar como sus mejillas se tornaban de un leve rojizo. - ¿Q-Quieres probarlo?- Preguntó nervioso.

-¡Me encantaría! Prueba tú también mis mochis, los hice yo-

Ambos intercambiamos una probada de comida. Y por su rostro, pude adivinar que a él le había gustado el mío tanto como a mí me había encantado el suyo. -¡Delicioso!- Exclamamos los dos a la vez.

Estuvimos hablando de cosas triviales hasta que volvió a sonar la campana. Nos separamos y regresamos a clases.


El tiempo pasó y pronto sonó la campana del fin de clases. Cuando todos se dirigían a sus clubes, yo decidí ir a limpiar el baño, como estaba en mi rutina. Caminé una vez más por los luminosos y cálidos pasillos de la escuela Kamome. Era un ambiente realmente agradable.

Llegué al baño. Al entrar, los nostálgicos y rojizos rayos del sol que entraban por la ventana me cegaron durante unos segundos. Eran iguales a los de aquel día: El día que conocí a Hanako. Entonces, queriendo perderme en los recuerdos durante un poco más de tiempo, toqué tres veces la tercera puerta.

-Hanako-san, Hanako-san, ¿Estás ahí?- Cerré los ojos, divertida y triste por pensar que no habría respuesta.

-Siii~-

Alguien respondió. Una voz juguetona contestó a mi llamada mientras la puerta se abría lentamente. Me asusté. ¿Una broma? Cerré los ojos. Y cuando los abrí, no había nadie.

-Debió ser mi imaginación-

-Por aquí-

Una mano se posó en mi hombro. Asustada, grité y me agaché tapando mi cabeza. La voz de un niño se reía de mí.

-¿Estás bien?- Le escuché preguntar a mi lado.

Alterada, me pegué a la pared observar quien me estaba jugando la broma. Pero...

Un cuerpo transparente

Dos hitodamas

Y esos grandes y cálidos ojos que nunca volvería a olvidar.

-T-tú eres...- Comencé a decir sin aún creerlo.

Él me miró con una sonrisa amable y juguetona. –No me olvidaste, ¿Verdad?-

No resistí más y salté a sus brazos, abrazándolo fuertemente mientras lloraba de alegría.

-Hey Yashiro...- rio levemente él.

En un baño iluminado por los rayos rojos del crepúsculo, pude reencontrarme con un chico sobrenatural proclamado séptimo misterio y conocido como Hanako-san.


~Te eché de menos, Hanako-kun~






Fin










Y llegamos al final de esta historia. Realmente me siento feliz por haber logrado terminarla. No puedo expresarlo con palabras.

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS USTEDES POR LEERLA!

Os agradezco de corazón que hayáis leído hasta el final mi primer fanfic de Jibaku Shounen Hanako-kun. ¡Gracias! Porque vuestros comentarios y votos me daban ánimos para continuar y vencer los bloqueos que se me presentaban.

Siendo sincera, no sé qué decir... Estoy tan emocionada. Probablemente la echaré de menos, y espero que os haya gustado tanto como a mí me gustó escribirla.

¡Nos leemos en la próxima ocasión!

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