Él (3)

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Me quedé paralizada. ¿Había terminado? Solo no podía dejar de imaginar cómo sería si me lo volviese a encontrar.

Estuve de pie, estática, hasta que la tos de Amane me sacó de mis pensamientos. Me recordó que él se encontraba en una peor situación que yo.

-¡¿Estás bien?!- Llamé agachándome a su lado.

-S-si- Contestó aun con la voz rota.

Sin embargo, se veía a simple vista que era mentira. Sentado en el suelo, respirando entrecortadamente, con sangre cayendo desde su mejilla, una expresión dolorosa y al borde de las lágrimas. Definitivamente no estaba bien.

-¡Pero!- Insistí. Y sin embargo fui interrumpida por él.

-No me importa. Estoy acostumbrado- Contestó él limpiándose las lágrimas. – No le digas al profesor, por favor-

-Amane-kun...- Solo pude mostrar mi sorpresa por su deseo de proteger a su hermano pequeño a costa de su propia salud. Una sorpresa mezclada con la impotencia de no poder ayudarle nunca.

Cuando terminó de frotarse los ojos, recordé que tenía un corte abierto al ver como sangre resbalaba por su mejilla. Al percatarme de esto, me levanté y le ofrecí una mano.

-¿Puedes levantarte?- Pregunté gentilmente.

-G-gracias- Contestó aceptando mi mano.

Le ayudé a levantarse y le llevé hasta la enfermería. Una vez allí, le senté en un taburete y comencé a buscar la caja con los utensilios de primeros auxilios. Y una vez la encontré, me senté frente a él y comencé a tratar su herida

Como no estaba acostumbrada a tratar lesiones, empapé el algodón en la medicina y la limpié algo temerosa de hacerle daño. Aunque él tan solo cerró su ojo y se mantuvo quieto hasta que terminé de curar y vendar.

-¡Todo listo!- Le avisé sonriente levantando un poco los brazos.

Él tocó la vendita que acaba de colocar mientras yo buscaba en mis bolsillos aquello que tenía que darle.

-Toma Amane-kun. Son tuyas, ¿No?-

Él me miró agradecido y tomo tímidamente las llaves. Me giré para recoger el material utilizado, sonriente.

-Gracias, Nene-oneesan-

Y entonces, silencio. Me bloquee unos segundos. ¿Por qué conocía mi nombre? ¿Acaso aún me recordaba?

-Amane-kun...-

-¡Eh! Lo siento. Eso era...-

-¿Me recuerdas?-

Ambos nos miramos a los ojos. Aparte de la sorpresa, pude ver reflejado en su cara la nostalgia. En el momento en que sus mejillas comenzaron a tornarse rosadas, él comenzó a recoger sus cosas.

-¡Nos vemos!-

Sin poder detenerlo, él salió de la enfermería corriendo. Y, por poco, no se chocó con el profesor, quien justamente estaba entrando por la puerta.

-¡Woah!- Exclamó sorprendido. - ¿Yugi?-

-Tsuchigomori-sensei...- Llamé mientras cerraba la cajita.

-¿Qué estabais haciendo aquí?- Preguntó entrando en la enfermería.

-Estaba curando las heridas de Amane-kun- Respondí dejando la cajita en su sitio.

-Ya veo...- Comentó colocando el libro que tenía entre las manos sobre su hombro.

-Sensei... Usted ya ha leído el libro de Amane-kun, ¿Verdad?- Insinué.

-¿El libro de Yugi?- Dudó.

-Su libro de la biblioteca de las 16:00-

Él me miró sorprendido. Aunque era de esperar. Nadie debía saber sobre eso. – Tú... No eres una estudiante normal- Dedujo.

Sonreí un poco. – Si ya sabe quién le molesta, ¿Por qué no le detiene?-

Él se giró para sentarse en la silla con ruedas frente al escritorio.

-No preguntaré por qué sabes eso. Pero si conoces este hecho también deberías saber que yo no puedo cambiar nada. Yugi Amane se convertirá en un profesor de ciencias, por muchas cosas que yo le enseñe-

-¿Y si no fuese así?- Continué insistiendo yo.

Él solo me miró cada vez más desconcertado. Debía ser nuevo para él que alguien hablase tan seguro sobre el fututo.

-Está sufriendo bastante. Si tan solo pudiese ayudarle...-

El profesor suspiró. – Llamarle la atención no servirá. Continuará haciéndolo por mucho que yo intente detenerlo-

-Quizás sus padres logren...-

-No- Me interrumpió. – Es solo mi opinión, pero los señores Yugi no se preocupan por ellos dos-

-¿De qué habla?-

-Quizás fui un poco directo. Los padres de Yugi Amane y Yugi Tsukasa jamás han aparecido en alguna reunión. Tampoco el día de presentación. No es muy profesional, pero siendo una aparición me fijo mucho en los rumores. Se dice que de su hogar, tan solo se escuchan los gritos de los señores Yugi peleando. Suenan como unos padres problemáticos ¿No?- El profesor se rio un poco sin ganas.

Con un hilo de voz por la decepción, inhalé para solo decir "Oh".

Tsuchigomori se levantó de la silla. – Es tarde. Deberías regresar a casa-

Miré al suelo. No tenía a donde regresar. Afortunadamente el profesor suspiró, dando a entender que comprendía mi situación.

-Quédate hoy a dormir en la enfermería entonces-

-¡Está bien! Gracias, Tsuchigomori-sensei-

-Sí, si- Terminó él saliendo de la enfermería y cerrando la puerta tras de él.

Entonces, yo me senté frente a la ventana y vi ir y volver a los estudiantes antes de quedar dormida en un profundo sueño.

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