No necesitas mi perdón

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Abrí los ojos, alterada. Me encontraba en la azotea, allí donde nadie existe. Todo seguía detenido en la hora crepuscular. Entre el débil Sol y la imponente Luna. No hacía frío. Tampoco calor. No había viento ni ningún sonido. Solo un lamento.

Miré al frente. Su lastimera voz se lamentaba pidiéndole disculpas consecutivamente a la nada. Con la vista clavada en el piso, se encontraba muy tenso; sentado en el suelo de rodillas y con los puños golpeándolo débilmente

-Amane-kun-

Mi voz no le alcanzó. Sus lamentos se volvieron más fuertes y llevó las manos a su cabeza para tirar de su cabello. Entonces suspiré. Respiré profundo, y grité. – ¡Hanako-kun!-

Y paró. Sus brazos cayeron sin fuerzas ni energías. Estuvo unos segundos quieto, unos segundos que se volvieron horas para mí. Y después, volteó. Se giró a verme a los ojos. Los suyos habían perdido su alegría, su felicidad, su vida.

-¿Yashiro?-

Corrí hacia donde él estaba, aliviada.

-¡Detente!-

Y me detuve en seco. Me preocupé por su seriedad, pues jamás había sido así conmigo.

-No te acerques a mí...- Ordenó ocultando su rostro entre sus manos.

-Hanako-kun...-

-Soy un monstruo... Un asesino... Debí haber sabido que alguien como yo nunca recibiría el perdón de nadie. Ni el de Dios, ni el de Tsukasa... Ni el tuyo... Al final ni siquiera lo merezco, lo sé-

-¿Qué estás diciendo? No hiciste nada malo-

-He asesinado, Yashiro...- Su voz se desquebrajó en esa afirmación. – Soy un egoísta... Te diste cuenta, ¿No? Te emparejé a mí por la fuerza, te obligué a ser mi asistente e incluso te encerré en un mundo falso... Debiste odiarlo...- Sollozos salieron de su boca. – Estoy seguro de que hubieras sido mucho más feliz en un mundo donde yo no existiera-

Sus palabras atravesaron mi alma como un puñal movido por el miedo y la desesperación. Sin pensarlo, me lancé sobre él y le abracé con mis dos brazos, aferrándome a su espalda.

-¿Yashiro?-

-Está bien. ¡No me importa! Un mundo sin ti no tendría sentido para mí... fue gracias a ti que pude descubrir tantas cosas, hacer tantas cosas... Aun si tuvimos momentos tristes... O estuve cerca de la muerte... No me molesta. Porque tú estuviste ahí para mí, siempre apoyándome y ayudándome. Así que no digas que desearías que no hubiera ocurrido, porque ¿Sabes? Es cierto que haces bromas molestas, siempre me llamas daikon y eres un pervertido... pero aun así, me gustas, Hanako-kun. Me gustas. Puede que no seas un príncipe ni seas perfecto, pero así eres tú, y es de ti de quien me enamoré-

-Pero yo...-

-No necesitas mi perdón, Hanako-kun. Porque jamás hiciste algo por lo que recibirlo-

Su cuerpo frío temblaba. Lentamente, me devolvió el abrazo, volviéndolo cálido y cómodo. Escondió su cara en mi cuello y se desahogó en mi hombro. – Gracias... De verdad te lo agradezco... Me has salvado tantas veces de la soledad... de mí mismo... y jamás pude compensarte... Gracias... Yo... Te amo, Yashiro-

Me separé un poco de él y le limpié las lágrimas con los pulgares. Su mirada sobre mí era cálida y cariñosa, llenándome de valor. Acerqué mi rostro al suyo un poco más y junté nuestros labios en un suave beso. Fue corto, pero lleno de amor y cariño. Nos separamos a los pocos segundos, juntamos nuestras frentes y nos miramos a los ojos. Su rostro estaba algo rojo, y una sonrisa se asomaba en sus labios.

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