Ya habían pasado varios días desde que Hanako desapareció. Y todo se había vuelto un caos. Los espectros comenzaron a atacar a los estudiantes y a los seis misterios. Algunos intentaban ocupar el puesto de séptimo misterio, otros enloquecieron por un cambio en su rumor. Fura como fuese, estaba segura de que muchos lo tenían más complicado ahora. Lo sabía, porque Tsuchigomori no dejaba de ir de un lado a otro y se pasaba las noches en vela, rondando por los pasillos de la academia; porque Akane estaba sacando peores notas que normalmente; y porque no volví a ver a ninguno de los hermanos Minamoto.
Desde ese día, desde que eso ocurrió, no volví a prestar atención en clase, logrando únicamente preocupar a Aoi.
-Yo... Soy tan estúpida- Pensé en alto. Por suerte, nadie se percató de mis palabras, que tan solo se perdieron en el aire.
Una vez las clases terminaron, me dirigí hacia el huerto del que era responsable. Observando el camino, me crucé con el kodama, que volvió a crecer debido a los rumores. Parecía como si el esfuerzo de Hanako hubiese sido en vano. Cuidando del jardín, trabajé la tierra.
Atardeció sin que me diese cuenta por lo, que tras terminar las actividades del club, fui al baño. A limpiar el baño para él. Por él. Tan solo siguiendo la rutina que mantuve desde ese día.
Sin embargo, algo cambió ese día. Cuando pasé cerca de la sala de profesores, pude escuchar a Tsuchigomori hablando con alguien cuya voz era demasiado familiar.
-Yo también tengo una grandiosa asistente. Es alumna tuya, ¿Verdad, Tsuchigomori-sensei?-
Al asomarme a la puerta, dos cabezas se giraron a mirarme. Una era el profesor de ciencia. La otra, un sonriente Tsukasa.
-¿Qué hace él aquí?- Le pregunté asustada a mi profesor mientras retrocedía un poco, aterrada de saber que ese niño intentó matarme dos veces.
-Vino a preguntar por el estúpido zorro- Contestó él, paciente y desinteresado.
-Verás...- Comenzó a hablar colocando su de do índice sobre su boca. – Todo se ha complicado desde que Amane se fue- Él escondió sus manos y se inclinó un poco hacia delante. – Por eso decidí ir a buscarlo-
Tras esas palabras, mi mente bloqueó unos instantes, pero mi cuerpo, vivo, sintió una leve brisa nocturna que provenía de la ventana abierta.
-¿Él no... Él no ha?-
-¿Desaparecido?- Adivinó. – La verdad es que ahora Amane debe encontrarse "allí"-
Miré al profesor desorientada, quien me devolvió la mirada y suspirando le contestó a mis curiosos ojos. – Donde nadie existe- Intentó aclarar, solo logrando confundirme más.
-¡Eso, eso!- La mirada de Tsukasa se tornó oscura. – A donde van los espectros que no expiaron sus pecados-
Su penetrante mirada fija en mí me alteró. Sin embargo, poco después cambió su expresión por una sonrisa inocente. – Nee... Tsuchigomori-sensei...- Habló alargando las últimas sílabas de forma juguetona. – ¿Me dirá dónde se encuentra el segundo misterio?- Pidió mientras abrazaba por la espalda al mayor e imitaba ser un gatito perdido.
Tsuchigomori suspiró otra vez y regresó la mirada a sus documentos. – Debe estar en las escaleras del edificio antiguo- Contestó al final.
-¡Gracias!- Koku-joudai comenzó a rodearle.
-¡Espera!-
Traté de agarrar su mano. Intenté detenerlo, pero desapareció antes de que pudiese pararlo.
-Yashiro, es mejor que no te entrom...-
Salí corriendo hacia las escaleras de Misaki, ignorando por completo al profesor y escuchando de su parte un último suspiro.
Corrí por todos los solitarios y oscuros pasillos hasta que llegué a las escaleras, donde no había nadie. Temerosa de que Tsukasa se hubiese adelantado, avancé lentamente hacia las escaleras y subí los primeros tres peldaños. Estaba segura de que me arrepentiría de entrar en el límite, pero si con ello podía salvar a Hanako, lo haría gustosa.
-¿Qué haces aquí?-
Alegre, levanté mi vista. Sobre las escaleras se encontraba ella.
-¡Yako-san!- Volví a bajar las escaleras. Y una vez estuve en el suelo de la primera planta, ella se acercó a mí. – Dime, ¿No estuvo aquí Tsukasa-kun?-
-¿Tsukasa? No he visto en toda la tarde ningún niño por aquí- Respondió en su tono habitual despectivo.
-Yako-san... ¿Podrías...?- Hice una pequeña pausa, pensativa de lo que diría bajo su atenta mirada. – ¡¿Podrías llevarme a ese lugar donde nadie existe?!- Supliqué cerrando los ojos con fuerza y deseando que cumpliese ese deseo.
-¿Por qué quieres ir allí?- A través de su voz, pude notar que estaba alterada.
-Si hay alguna posibilidad de salvar a Hanako-kun... ¡Quiero intentarla!-
-Nanaban-sama...- Susurró. – Olvídalo. Los humanos no deberían involucrarse en estas cosas- Se negó mientras comenzaba a subir las escaleras.
-¡Pero!-
Antes de que me diese cuenta, ella ya había pisado el cuarto escalón de la escalera, dejándome completamente sola en el silencio absoluto de la escuela a medianoche.
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Sacrifice
Fanfiction"Hanako-kun... Si yo fuese a morir... ¿Vendrías a salvarme?" . . . . - Ninguno de los personajes que aparecen es mío, todos le pertenecen a Aida Iro. - Contiene spoilers del manga. - Esta historia está basada en mis teorías sobre el manga. Se ambie...