El séptimo misterio (2)

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Me di la vuelta. A mi espalda, el chico de mis recuerdos: De oscuro cabello, fuerte, con grandes y redondos ojos ámbar. Aquel que me molestaba y siempre me ayudaba. Y aquél que me empujó a la muerte mientras sonreía desde lo alto de esa torre.

Me eché hacia atrás, asustada. Temerosa de que volviese a intentar matarme.

-T-tú eres...-

-Hanako-san del baño. Un placer conocerte- Se presentó con una inquietante sonrisa en su rostro.

-¿Conocerme? Tú... Me tiraste desde la torre- Le acusé cada vez más asustada. – Nunca debí haber venido-

-Exacto. Nunca debiste haberlo hecho. Lo mejor es que te vayas- Recomendó con los ojos ensombrecidos y comenzando a retirarse.

-¡Espera!- Le detuve sosteniendo su mano. Él me miró sorprendido. – Vine a que cumplas mi deseo... ¡Quiero recuperar mis recuerdos!-

Una ráfaga de viento gélido entró por la ventana. A su vez, la azulada luz se volvió carmesí y el agua a mis pies se enfrió.

Aterrorizada, miré a los ojos del chico fantasma, los cuales habían perdido su brillo.

-Lo siento, Yashiro. Pero parece que tendremos que jugar-

-¿Jugar? ¿A qué?-

Uno de los hitodama que le acompañaban se colocó bajo su cuello, haciéndole portar una capa negra que bailaba al son del viento. Entonces, él levantó siete dedos y respiró profundamente.

-Siete... Seis-

Cuando me di cuenta de que era una cuenta atrás, alterada, salí corriendo hacia cualquier parte. Y tras muy poco tiempo, el agua se puso más fría de lo que ya estaba y unas escalofriantes voces reían diciendo "Te encontrará", marcando el final de su conteo. Ese pasillo iluminado por una tenue y rojiza luz, mezclada con los coros de risas infantiles, me hicieron tapar mis oídos y seguir corriendo, arrepintiéndome de no haber escuchado a Akane.

Pero hubo algo que me hizo cambiar de opinión.

Entré en la sala de profesores buscando un resguardo. Y mirando por encima, encontré en el cajón de Tsuchigomori un libro con mi nombre en la portada.

Pero no me dio tiempo a abrirlo. El fantasma del baño, Hanako-san apareció antes de que pudiera hacerlo.

Él se acercó flotando lentamente hacia mí. Yo no tenía con qué protegerme, así que al poco tiempo quedé aprisionada entre él y la pared.

-D-detente...- Intenté.

Aún si parecía que iba a matarme, su expresión solo mostraba remordimiento.


En una habitación solitaria, un chico arrepentido levantaba su arma contra mí. Un joven espectro cuyos ojos solo mostraban nostalgia.

¿Eso es lo último que vería?


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