Juguemos en otra ocasión

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Hacía eco el anuncio de las 17:30, sonando por los pasillos y las aulas vacías. Me encontraba solo, sentado en mi escritorio y mirando por la ventana, observando a todos esos estudiantes que junto a sus amigos volvían a casa sonriendo. Recordando aquellos tiempos en los que mi hermano y yo también éramos felices, compartiendo nuestra felicidad y nuestra angustia.

Cómo había cambiado todo.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de la puerta del aula abriéndose. No se hizo esperar su voz gritando a mi nombre y un abrazo de su parte, mientras inocentemente preguntaba por mí, por si me había ocurrido algo bueno. Ello me hizo inconscientemente pensar en Nene, y sentí como el calor subía hasta mis mejillas y mis labios daban paso a una leve sonrisa.

Pero eso definitivamente no le gustó a Tsukasa.

-¿Piensas en ella, Amane?-

Su semblante, serio, borró mi sonrisa en cuestión de segundos. Su tono, amenazante, me hizo recordar con quien estaba hablando.

Él rebuscó entre sus cosas dentro de su maleta blanca hasta que dio con un mango rojo. Lo sacó lentamente, como si intentase intimidarme. Aunque eso lo había logrado en el momento en el que se me acercó.

-Ella se ha acercado demasiado, creo que tendré que castigarla- El mango rojo que sostenía resultó ser un afilado cuchillo.

-¿Q-qué vas a...?-

-Sacarla del camino-

Por su voz, pude predecir que iba a hacerlo. Sin dudas ni arrepentimientos, se dio la vuelta y trató de salir al aula.

Lo intentó, porque yo le detuve.

Preocupado por lo que fuese a intentar, salté sobre él y forcejeé por el cuchillo. No iba a permitir que él contaminase a alguien más, especialmente a alguien tan pura como Nene. Y aunque yo era mucho más débil que Tsukasa, conseguí quitarle el cuchillo.

-Amane, devuélvemelo- Exigió con esa mirada de odio.

-No- Era la primera vez que me negaba a sus deseos. Él notó eso y quedó expresado en su expresión de sorpresa. – Para, Tsukasa, esto ya no es un juego-

-¿Por qué te niegas? ¿Tanto te importa esa extraña?-

-Yo... Voy a protegerla... Aun si eso significa detenerte- Afirmé seguro. Pero por mucha convicción que tratase de aparentar, mis manos no dejaban de temblar. Porque entre ellas se encontraba el arma que mi hermano pensaba utilizar para robar una vida.

Se rio de mí. – ¿De verdad? Tú, Amane, ¿Detenerme?- Rio más fuerte. – Nunca has podido hacer nada. Eres débil, un cobarde y un inútil. Piénsalo... ¿Acaso creíste... que TÚ serías capaz de ello?-

Perdí mi mirada en sus ojos, iguales a los míos. Era como mirarse a un espejo en el que tu reflejo habla sobre ti, tan solo diciendo la verdad.

-Siempre has tenido demasiado miedo de decirle a alguien, ¿No? En el fondo lo sabes. Que tú sin mí no eres nada. Estás solo. Solo yo te quiero y solo yo puedo quererte, Amane. Ni siquiera esa chica de la que presumes se preocupa por ti- Acusó.

-E-eso no es...-

-¿Dónde está ella ahora, Amane? Seguramente quería aprovecharse de ti. No le importas en lo absoluto, y lo sabes-

Cansado. Me había cansado de su abuso. No bastante con atacarme a mí, era también a las personas que me importaban. Me lancé sobre él en un placaje con mis brazos hasta tirarlo al suelo. Él soltó un pequeño quejido cuando le agarré de la camisa para, con los ojos cerrados, reclamarle por primera vez todo lo que hizo.

-¡No hables mal de ella sin conocerla! Ella es la persona más amable y gentil que nunca conocí... Tsukasa, ya detente. ¿Cuándo te volviste así? Tú eras... Tú siempre fuiste mi lindo hermano menor... ¿Por qué cambiaste? ¡Yo odio a este Tsukasa! ¡Quiero a mi hermanito de vuelta!-

-Por mucho que me odies, siempre te querré. Porque sigo siendo tu hermano menor- Su voz sonaba adolorida, rota como nunca.

Endurecí mi agarre, logrando percatarme que lo que estaba sosteniendo no era su camisa, sino algo duro. Como el mango del cuchillo.

Abrí los ojos, asustado. Y temblé. Mi hermano sonreía. Nunca perdía su sonrisa ante mis miradas de miedo. Aun si por su boca se resbalaba un hilo de sangre. Aun si en su pecho estaba clavado un cuchillo. Aun si yo acababa de apuñalarlo.

-¿Tsu.... Kasa?-

-Esa... Es una buena cara- Respiraba entrecortadamente. Sus palabras eran arrastradas, haciendo un gran esfuerzo por pronunciarlas. Levantó su mano y acarició mi mejilla izquierda, sin fuerzas.

-Yo... Acabo de... A ti...-

-Volvamos a jugar... En otra ocasión... Amane...-

SacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora