4- La primera prueba

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La mañana del día siguiente había comenzado "bien", quitando el hecho de que estaba secuestrada

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La mañana del día siguiente había comenzado "bien", quitando el hecho de que estaba secuestrada. Por la noche se escuchó un grito y el sonoro disparo de un arma que me puso los pelos de punta. No dormí demasiado, sentía que debía estar alerta en todo momento.

Seguí tumbada cinco minutos más oyendo la lluvia que corría por el tejado, siempre había pensado que la tormenta era mala, en esos días sucedían cosas malas y los miedos se hacían más grandes. Luego, sin ánimos, me dirigí al piso de abajo. Preparé un té y una tostada con mantequilla y mermelada que habían dejado los demás en el mesón.

A través de la ventana de la cocina el cielo estaba inmensamente gris y el aire que corría se sentía cálido y con olor a humo. La contaminación ya estaba llegando a todos lados.

- Qué bueno que te encuentro, la doctora nos está buscando y espero que nos lleve a un lugar con aire acondicionado- Jolene entró en la habitación con el pelo enrollado en moñetes por toda la cabeza como una pequeña niña gimoteando- este lugar está insoportable.

La saludé con un pequeño asentimiento de cabeza y sin decir nada más, nos dirigimos a la sala. Allí estaban todos reunidos, incluida Broock que seguía llevando su bata de enfermera. Ella no reparó en mí pero yo solo podía mirarla con repulsión.

- Hoy el general Rogers no pudo venir, así que cambiaremos el entrenamiento por pruebas de habilidad- informó- síganme.

Subimos las escaleras al otro lado de la sala, las opuestas al ala médica donde me habían llevado antes. Aquella mañana éramos siete jóvenes.

- Espero que no muera ninguno esta vez- escuché susurrar a Jolene mientras soltaba un rebuzno.

Esperaba no tener que acostumbrarme a eso, esa chica parecía extrañamente rara y con un jodido humor negro.

Llegamos a una puerta de metal con huella dactilar o sensor de voz. Cipher colocó su mano en el dispositivo y la puerta se destrancó con un pitido.

- Necesito que tomen asiento y presten atención porque tengo algunas cosas que explicar y aunque no sean nuevos es mejor que no se les olvide.

- Ojalá pudiera borrarle esa sonrisa estúpida que tiene- masculló Audrey junto a mí.

Nos adentramos en una habitación enorme, que al igual que el ala médica, eran los únicos lugares con techos de cemento y los cubículos del interior estaban revestidos de acero. Había una distancia muy larga entre esas habitaciones y los sillones donde nos sentamos. No había nada que destacar, ni ventanas, ni muebles.

El comentario de Jolene se iluminó como un letrero en mi mente, eso era, si moríamos allí no había manera de escapar y estaba lo suficientemente alejado para que nadie escuchara.

- Bien, voy a explicarles únicamente lo que se me permite y necesitan saber, luego pasaremos a las pruebas.- Su sonrisa lasciva había desaparecido y mantenía la vista fija en su ordenador antes de comenzar el discurso- Como bien sabían cuando fueron al registro de voluntariados, ustedes serán utilizados para experimentos, algo innovador y la cura que salvará a miles de personas. Todo esto abalado por el gobierno desde que el científico Erwin Graham descubrió los métodos. Aunque hace unos años hemos visto cosas extraordinarias y ahí es donde entran ustedes con sus extrañas habilidades. – Hizo una pausa para observar nuestras reacciones y el orgullo quedó reflejado en su mirada, pues sus ojos se iluminaban con cada palabra que decía. Me preguntaba si ella decía la verdad o estaba siendo engañada por alguien.

ÉMORY: cuando los monstruos gritanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora