Año 2020
Odiaba los viernes. El pueblo se llenaba de gente que venía desde sus trabajos en la ciudad, y aunque eso nos beneficiara, las posibilidades de interactuar con un infectado eran más grandes de lo normal. Me encontraba parada detrás del mostrador del pequeño negocio, y aunque el aire acondicionado estuviera a tope, el ambiente vibraba de calor y humedad.
La playa se vació poco a poco. Todo el mundo comenzaba a cerrar sus puestos excepto por aquellos que venían de las grandes franquicias. Los comerciantes se iban abrumados y distraídos, seguramente pensando en cómo harían para pagar sus deudas y más de uno pensando en cómo conseguirían "la cura".
Entregué el último pedido a un par de estudiantes y regresé a mi puesto para por fin quitarme el uniforme y poder marcharme.
- Parece que Kendra tendrá una noche tranquila- dijo Audrey posicionándose a mi lado para contar el dinero de la caja registradora.
Su voz sonaba cansada y la entendía totalmente, los fines de semanas eran días de mucho trabajo y nos tocaba hacer desde cosas sencillas hasta tareas pesadas por ser solo tres empleadas. Comparado con la mala paga, era demasiado.
Audrey Jensen era mi mejor amiga desde que éramos pequeñas. Una rubia de caderas estrechas con un rostro pequeño y redondeado de nariz respingona. Sus ojos claros siempre me daban fuerza y tenía un carácter que iba de explosivo a calmado en cuestión de segundos.
- Eso parece- contesté entregándole el último fajo de billetes antes de comenzar a quitarme el uniforme y volver a ordenar mí corta melena castaña y sudorosa en una coleta. Tenía el tiempo justo para ir al centro.
- Por cierto ¿Cómo sigue tu padre?- me tomó por sorpresa, pero me obligué a contestarle y terminar de arreglar mis cosas.
- Cada día está más enfermo- suspiré con tristeza y ella me miraba. Nos encontrábamos en la misma situación y las dos no sabíamos de dónde sacar más horas para trabajar.
Cuando me habló hace un par de meses sobre ser voluntarias para las pruebas de la cura, decidimos postergarlo e intentar conseguir dinero por otros medios, pero ya nos habíamos quedado sin nada. La enfermedad de mi padre y su hermana pequeña avanzaban con gran velocidad y la única solución era ser voluntarias y que con un poco de suerte; la sangre de nuestros familiares aceptara el tratamiento.
Los infectados, todos sabíamos que se trataba de una enfermedad producida en la segunda guerra mundial y que se encontraba en el aire y fluidos, pero nadie sabía realmente de dónde venían las criaturas en las que se convertían las personas que la contraían o cómo era posible que algo así sucediese.
Guardé silencio un instante, sopesando las palabras.
- Debo irme, tengo que llegar al registro de voluntariados.
Me miró un poco sorprendida, pero me alivió ver que había ausencia de miedo en sus ojos. Aunque ella siempre había sido buena camuflando sus emociones.
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ÉMORY: cuando los monstruos gritan
Misterio / SuspensoEn un mundo donde se desata una enfermedad que hace que los humanos se transformen en horribles criaturas, Émory Wester es voluntaria para conseguir la cura de la Siriasis para su padre. Ella es secuestrada y llevada a un lugar remoto del gobierno d...