La ansiedad es un arma de doble filo. Puede torturarte rápido y mostrando señales a todo el mundo, o puede matarte lenta y silenciosamente. ~ Abby Green
Arthit lo sabía todo y ahora yo volvía a saber más sobre lo que le pasaba a estos chicos, o por lo menos, a uno de ellos. Creo que estuve sentada en el alfeizar de la ventana hasta que amaneció, observando como la copa de los árboles se iluminaba tenuemente. Cuando me duché tenía grandes ojeras y los gemelos me observaban desconcertados, no había mediado palabra con nadie desde la noche anterior.
- Oye ¿estás bien?- preguntó Stella cuando choqué con ella sin querer y uno de los anillos que siempre utilizaba se enganchó en mi ropa.
- Si, disculpa- limité a mentir mientras arreglábamos el problema.
No estaba adormilada, tenía sed: una sed que no podía saciarse con cualquier bebida y que me consumía lentamente como un animal hambriento. Pasé de ella rápidamente y seguí mi camino.
Stella se encogió de hombros y se volteó dispuesta a terminar su café en la sala. Cuando entré a la cocina me senté en la encimera. Mis dedos sudorosos se retorcían entre ellos y mis piernas no dejaban de balancearse debajo de la isla de granito. Jolene entró tranquilamente en la cocina junto con Audrey y su gemelo, lucía un bonito jersey de lana que ella misma se había hecho y tenía una sonrisa plasmada en su marcado rostro, mientras los otros dos se soltaban de las manos con ternura.
- Quería preguntarte algo- dijo sentándose frente a mí- ¿Qué tal está Blakely?
<<¿Él? Está a favor de una organización secreta que nos ayudará a escapar y su vida además de la de ustedes depende de mis malas facultades mentales.>>
Ese pensamiento rondó por mi cabeza largo rato antes de contestar.
-Supongo que está bien- contesté confundida.
- Jolene, sabes que los enfermeros no te darán atención nunca- respondió su hermano mientras tiraba de uno de sus rizos y lo soltaba para golpearle la cara- sabes que lo tuyo no son las relaciones serias.
Jolene hizo una mueca de hastío y le pegó un manotazo a su hermano.
- Es que los enfermeros me ponen... uff- afirmó ella.
Ladeé la cabeza entre divertida y ansiosa sin poder sacar los malos pensamientos. Ellos se enzarzaron en una discusión de hermanos y Audrey aprovechó el momento para acercarse a mí mientras jugueteaba con el cierre de su falda gris acampanada, era la única que utilizaba aquellas cosas. El clima parecía haber cambiado nuevamente, el mundo estaba descontrolado.
-¿Te sientes bien?
-Perfectamente- respondí con sarcasmo. No tenía motivos para ocultar mis sentimientos, aunque había cosas que debía callar.
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ÉMORY: cuando los monstruos gritan
Mystery / ThrillerEn un mundo donde se desata una enfermedad que hace que los humanos se transformen en horribles criaturas, Émory Wester es voluntaria para conseguir la cura de la Siriasis para su padre. Ella es secuestrada y llevada a un lugar remoto del gobierno d...