Erick me sacudió por los hombros mientras gritaba. Apenas verlo lo abracé y me aferré a él como si fuéramos amigos de toda la vida, su cuerpo se tensó un instante pero luego me rodeó de una manera cálida y reconfortante. Estaba tan aterrada que sentía el corazón desbocado en la garganta.
¿Aquello fue un sueño o realmente me había transportado hacia mi mente?
Todo era posible en un lugar como la industria, pero lo que más me aterró, fue reconocer a esa masa deforme y ver mi cadáver vacío de sangre. No entendía nada.
-¿Estás bien?- preguntó Erick y lo solté rápidamente al recordar que lo tenía aprisionado.
-S-si... solo fue una pesadilla.
Observé mis manos, sintiendo un leve hormigueo allí y noté que tenía un tatuaje rojizo en forma de "s" con un pequeño código de barras; como si fuese un maldito producto de supermercado, un objeto al que utilizarían y desecharían al final. Sabía que el rastreador no estaría allí, no tendría sentido ya que sabría su ubicación, pero no sentía dolor ni nada extraño que me diera una pista.
Erick puso una bandeja con un sándwich y jugo de naranja sobre mi regazo, no había notado que tenía la garganta rasposa y me rugía el estómago.
- Arthit me dijo que lo necesitarías- explicó Erick con una sonrisa tierna y corrió un mechón de cabello que tapaba mis ojos. Su tacto era más cálido que el de Ciro pero no me causó ninguna cosa.
Olvidaba sus problemas con el espacio personal, al principio había creído que intentaba coquetear, hasta que vi que lo hacía con todo el mundo.
- ¿Y por qué no lo trajo él?- pregunté con demasiado reproche.
El gemelo elevó sus cejas con picardía y yo me limité a comer para rehuir su mirada que insinuaba demasiadas cosas.
- Sé que piensas que Arthit es extraño y hasta peligroso, pero a veces el peligro está donde menos te lo imaginas y no donde más crees Ory- me estaba cansando de que todos usaran palabras y frases clave, pero le había entendido y tenía razón.
Asentí creando muchas teorías que parecían absurdas, pero imaginé a Erick como un gran sospechoso, luego vi sus pequeños hoyuelos y me dije a mí misma que estaba siendo paranoica. Además, no tenía nada de qué culparlo.
- Vamos a hacer una pequeña reunión con los chicos, intentamos hacerlo una vez por semana para sentirnos "normales"- pronunció haciendo comillas en la última palabra- te dejo para que te arregles.
Erick tomó la bandeja y desapareció cerrando la puerta tras de sí.
Me metí en la ducha para sacarme el sudor de la pesadilla y luego de vestirme me paré frente al espejo. Tenía ojeras oscuras marcadas y lucía agotada, aunque no había hecho nada de esfuerzo físico, pero se lo atribuí a la droga que me dio Blakely.
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ÉMORY: cuando los monstruos gritan
Mystery / ThrillerEn un mundo donde se desata una enfermedad que hace que los humanos se transformen en horribles criaturas, Émory Wester es voluntaria para conseguir la cura de la Siriasis para su padre. Ella es secuestrada y llevada a un lugar remoto del gobierno d...