Capítulo 14:

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Él representaba una figura de perfección ante mis ojos.

Estaba tan cerca y lejos a la vez.

Había comprendido como el deseo, como la pasión te carcome por dentro.

No le había vuelto a escribir a ningún mensaje al correo electrónico, aunque ya llevaba contado el tiempo de su ausencia; 5 semanas.

Los trazos hechos con lápiz grafito estaban allí presentes: 35 líneas que representaban mi espera.

Amanda me decía que Aaron volvería, que el continente de la perdición no lo atraparía, que el era una joven aventurero en busca de vida loca, que había que dejarlo ser. Que había escuchado desde Christine que él siempre hacía eso.

Me posicioné frente al notebook. Con las manos temblorosas abrí el correo electrónico. Ningún mensaje de vuelta. Aaron no había visto si quiera los mensajes. Al parecer, no recordaría su contraseña por un buen tiempo.

¿Que puedo escribirle? ¿Qué me muero de ganas de tenerlo aquí para que me folle? ¿Qué lo necesito con desesperación porque es mi motivo de deseo? ¿O qué tiene que volver pronto porque es mi motivo de deseo?

Entonces mis rodillas tiritan al imaginarme a Aaron en la cama. Quizá por eso todas las chicas se empeñan en lanzarse a él, quizá es un semental, una persona que entrega mayor placer del cual recibe, quizá enamora con sus ojos celestes azulados, quizá las deja a todas sin aliento.

- Nihal!-.irrumpió Amanda en mi habitación-.

-¿Qué pasó?

- me ha llamado Christine-.esbozó una sonrisa, y luego miró los trazos en la,pared, y continuó hablando-. Aaron volverá

-!¿Qué?! ¿!estás hablando enserio?!

- si, mi niña!

- ¿Cuándo volverá?

- llegará el viernes

-!eso es genial! ¿Lo iremos a recibir?

- no lo creo, Christine dijo que aquel día estaría ocupada con Thomas. Dijo que podríamos ir nosotras si queremos

- eso estaría bien...

- pero sabes que tengo el casamiento de Sam el viernes...

-pero yo si quiero ir...

- ¿Tú sola en un aeropuerto, jovencita?

- si, Amanda!

- lo pensaré

- piénsalo bien...quiero decir que digas que si

- mejor estudia para los exámenes.

Me sentía mucho mejor. La espera ya había acabado. Era miércoles por la noche, y él llegaría el viernes.

Su crisis existencial posiblemente haya cesado. Quizá fue mi llamada telefónica lo que lo espantó, o sorprendió, o maravilló, o simplemente le calentó.

Quería dormir, mientras más dormía, más rápido el tiempo pasaba.

Cerré mis ojos, cerré mi alma.

Él estaba allí, me observaba con sus ojos azules, no tenia polera. Su tórax estaba trabajado por el gimnasio. Usaba jeans negros.

Acariciaba mis piernas en el blanco entorno, las masajeaba mientras se maravillaba en silencio de cada lugar de mi cuerpo, besaba mi cuello, olía mi cabello.Bajó hasta mis pechos, y los sobó mientras gemía palabras calientes a su oído. Su belleza era tan ideal, tan apegada a la masculina, lo contemplé y parecía una escultura griega.

Poseía una mirada hipnótica y manos mágicas.

Se posicionó sobre mí, a punto de concretar un acto prohibido.

Estaba tan duro en sus jeans, estaba transpirando, su respiración era agitada, su testosterona estaba al límite.

Quizá era un acto tan sabroso, tan deseado, tan delicioso, porque era prohibido. Él me besaba, me saboreaba con cierto nerviosismo y encanto, porque todo era mejor así, porque yo no podía estar con él, porque yo era su dama prohibida, y él mi macho alfa infringido, hacia todo esto cada vez más placentero.

Y movía sus caderas, frenético, mientras yo le susurraba palabras de perdón al oído. Sabía que hacer exactamente, podía saber como ser tierno y salvaje a la vez, me tenia en sus brazos, siempre en sus brazos.

Lentamente nuestro placer se fue incrementando, t llegamos al cielo, llegamos al infierno.

(...)

Me puse unos shorts color azul, una polera roja.

Solté mi cabello ondeado, y lo peiné. Estaba más claro que antes.

Me puse brillo labial cítrico.

Me puse perfume. Lady Million.

Tenía que cumplir mi promesa. Debía verme lo mejor posible.

El chofer de Christine estaba abajo, así que me apresuré a bajar, mientras me despedía de Amanda, que había accedido a darme permisos para venir.

Eran 21 kilómetros desde mi casa hasta el aeropuerto.

Sólo se limitó a conducir, mientras me miraba en el espejo, tratando de verme lo más sexy, lo,más erótica posible.

Cuando llegamos, me ubiqué cerca de unos asientos, en la salida de la puerta 7.

había poca gente, el kiosco estaba cerrado, no había mucha gente una noche de un viernes.

Estaba angustiada esperando, era peor que esperar cinco semanas.

Entonces Aaron aparece con unos jeans negros, polera blanca, su marta negra arrastrándose por el suelo, y sacando un cigarrillo para posteriormente fumárselo afuera.

Menos mal que el chófer no se encontraba aquí, porque me hubiese impedido hacer lo que haría.

- !Aarón !-. El me miró y se sorprendió. No esperaba verme-.

Corrí y me Lancé a sus brazos, como una niña pequeña. Como su niña pequeña.

él se quedó estático y me sostuvo. Sus manos en mis,piernas, teniéndole, me volvió loca.

Miré su rostro perfecto, y lo besé.

El no respondía mi beso, pero lo seguí besando. Lo besé con fervor, y luego de saborear mis labios cítricos, correspondió mis labios. De los cuales no pudo librarse fácil...

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora