Capítulo 49: Ida.-. Penúltimo Capítulo

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Capítulo 49:

Narrado desde Aaron-.

Me había marchado de la mansión Zygasil, del único hogar que conocía, el lugar en el cual había vivido toda mi vida.

Nihal lloraba. Ella creyó que sería fácil abandonar todo lo que tenía, pero se equivocó, eso trate de explicarle.

Intenté manejar lo mejor que pude, pero me fue muy difícil, mi cabeza daba vueltas, y a cada rato veía si alguien nos seguía. Yo tenía puesto mi traje de novio, seguramente un montón de invitados ya deben haber llegado.

Pero me pregunté si realmente podríamos ser felices después de todo esto. Nihal lloraba a montones, yo estaba exhausto. Todo lo que había planeado, no había funcionado.

Volví a cuestionarme la situación, una y otra vez. ¿De verdad valía la pena todo esto por una pasión, por un amor? ¿Por un amor prohibido?

-          Nihal-. Con una de mis manos tomé su rostro frágil y afectado-.

-          ¿Qué?-. intentó reincorporarse-.

-          ¿Estás segura de esto?-. se lo pregunté porque veía inseguridad en sus ojos verdes-.

-          ¿Segura de qué?

-          Segura de esto. ¿Realmente quieres irte?

Vaciló un momento, y apretó su puño tan fuerte que sus manos se tornaron rojas. En casa había un desastre, ella era un desastre, éramos un desastre… un desastre simplemente buscando la felicidad, que el destino nos había rebatado de las manos desde el comienzo.

-          Sí-. Se limpió las lágrimas y dejó de llorar-. No aguanto más vivir en la mentira, te lo pedí antes y lo sigo haciendo. No te arrepientas ahora

-          Ahora es muy tarde para arrepentirse. Si es que nos arrepentimos, no podremos volver a casa, si es que aún queda una para nosotros.

Casi llegábamos al aeropuerto. Nihal buscaba entre sus cosas la identificación y su pasaporte, que casi olvida echar en su bolso.

Nos estacionamos en el subterráneo y subimos al aeropuerto.

El lugar estaba casi vacío, yo y mi sobrina avanzábamos con pasos tan rápidos, desorientados, buscando un lugar para poder sacar pasajes a nuestro amado Turquía.

La gente nos miraba con curiosidad y sorpresa, y me di cuenta de la razón cuando en una de las televisiones de las salas de espera, se veía la filmación de la mansión, con el titular “Aaron Zygasil deja sola en el altar a Elif Honal”

Mi piel se erizó, y tomé la mano de Nihal. Y la gente nos miraba, nos miraba con pena, con ira, con asco, en sus miradas había sorpresa e indignación, quería que todo el mundo supiera que deje a Elif en el altar, por Nihal. Que la deje por mi sobrina, y ahora tomaba su mano para que todos supieran, porque no me importaba más su asco y opinión.

Nos dirigimos hasta una ventanilla atendida por una mujer de unos treinta años.

-          Hola, bienvenidos. ¿Qué desea?-.dijo-.

-          Quisiera dos boletos lo antes posible para Estambul, Turquía, por favor.

-          Hay un vuelo que sale en dos horas más. El siguiente es veinte horas más.

-          Quiero el de dos horas más, por favor.

-          Permítanme sus pasaportes y sus cédulas de identidad, por favor.

Le extendí lo que pidió. Comenzó a hojear y luego mirar al computador, pero hizo una mueca y me devolvió las cosas.

-          ¿La menor tiene permiso firmado para salir al extranjero?

-          No…

Nos dimos por vencidos. Y ella tomó su cabeza con las manos, y se lamentaba una y otra vez. Y yo, no podía comprender lo que ocurría.

A lo lejos se divisaban tres personas conocidas; papá, mamá y Amanda.

 Venían tan enojados, y con guardaespaldas a su alrededor.  Y cuando vieron nuestros rostros en la boletería, aceleraron sus pasos.

Podríamos haber corrido, pero no valía la pena.

Entonces yo y Nihal nos miramos, con desesperación en los ojos, y supe que sería el final. Y tomé su mano tan fuerte que creí que sería imposible soltarla.

Y el mundo se detuvo en aquel instante; era yo y ella, como la primera vez. No existía sonido, solo era nuestras miradas y el contacto de nuestras manos, siempre unidas.

-          Prometiste que jamás me abandonarías-.sus palabras raspaban y eran tan dolorosas-.

-          Temo, querida sobrina, que hay promesas que no se pueden cumplir.

Mi padre junto a sus guardaespaldas se abalanzaron sobre Nihal, llevándosela, a la fuerza. Ella pataleaba, porque no quería soltar mi mano por ninguna razón.

Pero yo me mantuve allí; no intenté detenerla. No luché por hacerlo. No luché más por ella. Porque ya la había dejado ir. Porque aún seguíamos bajo un cielo azul de un Turquía soñado en nuestras mentes tan ilusas.

Y ella se alejaba de mí, a la fuerza, con las manos de desconocidos, con las manos de mi familia en su cuerpo, llevándosela. Mi familia me quitaba la felicidad.

La dejé ir, la dejé ir.

Porque jamás conoceríamos Estambul, y jamás podríamos amarnos.

Jamás podríamos ser felices juntos.

Por eso la dejé. No significa que no la haya querido, todo lo contrario, la amaba.

La dejé ir porque los amores, las relaciones así no llegaban a ninguna parte. Era mi amor prohibido por siempre, por los siglos de los siglos

Y se marchaba, por mi culpa.

En el suelo quedó una antigua foto de Ann. La miré por unos instantes, y me di cuenta de que tenía dos cosas en aquel momento, sólo dos cosas.

La primera; dinero para dos pasajes a Estambul.

La segunda; el encanto para llevar a cualquier chica conmigo.

Hola!! Suelo no pedir cosas así, pero si tengo;

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Subiré el final!

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