Capítulo 41: (Maratón 4/6)

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Parada en una calle cualquiera, simplemente acordada.

Gente normal pasaba, otra me miraba. Un sujeto mayor y de mal aspecto susurró en mi oído: bonitos ojos.

Hice caso omiso, y continué esperando a que llegase Julián. Pero no llegaba.

Tres semanas y un día para el gran evento.

22 días para impedirlo o aceptarlo.

Un hombre alto, moreno, con polera azul, jeans, zapatillas y una gran sonrisa en su rostro se acercaba. Me saludó con un beso en el rostro.

-          -Hola, Nihal

-          -Julián… llegaste

-         - ¿Cómo no llegaría?

Caminamos unas calles hasta avanzar por la costanera de la playa. Mucha gente yéndose del lugar, el sol entrándose, brisa fresca proveniente del oriente.

-          -¿Disfrutando tus vacaciones?- dije-.

-         - Por su puesto.  Aunque podría trabajar

-         - ¿Deseas trabajar?

-          -La verdad no. Prefiero descansar este verano, sobretodo porque el próximo año entraré a medicina

-         - Un doctor…

-         - Seré el orgullo de mi familia que está tan lejos

-          -Me alegro

-          -Seré tu orgullo.

-         - Lo serás.

-          -Espero algún día ser  suficiente para ti.

Me quedé callada, y continúe caminando sin mirarlo a los ojos.

-          -Eres más que suficiente para mí, Julián.

La gente nos miraba, quizá alguna me conocía, las revistas de chismes sobre los Zygasil eran pan de cada día. Pasamos por el Perte Look, y recordé tantas cosas que allí ocurrieron. Como en el motel cercano, el cual estuve con Julián. Como la primera vez en que vine con Aaron.

-          -¿Quieres beber un café?-. exclamó el muchacho-.

-          -Claro.

Llegamos hasta el café. Entonces me di cuenta de que era el mismo al cual vine con Aaron. La brisa de la costanera, la ventana que mostraba el mar a todo su esplendor.

Julián corrió la silla, y me senté.

-         - ¿Qué quieres… comer, beber?

-        -  Sólo un café

-         - Ok.

Le pidió lo que queríamos a la mesera, mientras yo miraba el mar a cada instante. El mar. El profundo mar. El mar era símbolo de mi sufrimiento, cada vez que lo miraba desde la mansión Zygasil, este café, los ojos de Aaron del mismo color.

Julián pidió una bebida. Bebí mi café, mientras mi mente parecía perderse en el mundo. Cerré mis piernas, un calor pareció fundirlas entremedio al recordar a Aaron.

-          -¿Vamos?-. dije apacible-.

-        -  Como quieras.

El chico pagó la cuenta, y seguimos caminando.

Parecía haberse decepcionado. Quizá era muy lejana, quizá no era lo que él esperaba, o simplemente se guardaba todo lo que sentía… o quizá la culpa de la venganza que casi comete hace algún tiempo atrás.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora