Capítulo 48: Decepción-. Antepenúltimo Capítulo-.

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Capítulo 48:

Narrador Omnisciente-.

Paola reunió a todos en el salón principal, Christine en un comienzo se negó, pero luego de que su empleada de confianza insistiera, accedió.

Thomas, Christine, Amanda y Elif (que recién había llegado) estaban sentados en los divanes frente al gran televisor.

Paola puso el pendrive en la tele, y luego de configurar y hacer unos tantos arreglos con el control remoto, pudo procesar un video.

A los segundos después de que aquel video se comenzara a reproducir, la empleada sintió cierto arrepentimiento, y quiso detener aquella evidencia de traición que claramente destruiría la familia, pero Thomas lo impidió.

En la pantalla, se veía a Aaron Zygasil entrar, y quedarse mirando una figura que estaba apoyada en la puerta cerrada. Pronto el joven heredero, comenzó a besar la figura con total desesperación, puso la mano en la cintura de su acompañante y comenzó a acariciar.

Elif se veía desesperada con las imágenes con fechas y horas exactas. Thomas estaba dudoso, Christine estaba confundida, completamente confundida.

Entonces la silueta se hizo mucho más nítida cuando se posicionaron frente a frente, y todos se quedaron perplejos en aquel salón cuando vieron que se trataba de Nihal.

-          Tío-. Dijo ella-.

-          No me llames tío, querida sobrina-. Dijo él con picardía en su sonrisa-.

-          No me llames sobrina-. Ella respondió-.

Elif estaba tan afectada, apenas podía respirar, lágrimas se desprendían de su rostro para bajar por sus pómulos morenos. Thomas estaba muy molesto, lleno de ira en su interior. Christine estaba tan mal, tan frágil, tan débil, no podía creer que su hijo único y favorito sería capaz de hacer algo así con la nueva integrante de la familia.

-          ¡Apaga eso!-. chilló la novia-.

-          ¡AARON!-. exclamó tan fuerte Thomas que era seguro que se escucharía por toda la casa-.

Entonces en unos pocos segundos más, bajaron Nihal y Aaron, sin mirar a nadie…

Narrado desde Nihal.

Tomamos nuestras cosas tan rápido como pudimos. Lo más importante que encontré en mi habitación. Un labial y una foto de mi madre y la hermana de mi amado.

Eché ropa interior y algunos vestidos. Aaron llevaba un bolso negro pequeño, yo uno café.

Escuchamos gritos y lamentos desde el primer piso. Nuestra sangre se heló. Nuestras sospechas de Paola eran ciertas.

-¡AARON!-. exclamó Thomas tan duramente-.

Aquel gritó me heló la sangre por completo, mis piernas flaquearon, y sentí que todo se venía abajo.

Escuché el fuerte llanto de Elif.

Bajamos las escaleras con las cosas, y cuando vimos que en el salón living estaban todos viendo la televisión, nos dimos por terminados.

Decidimos no mirar, aunque fue imposible.

Thomas se veía tan furioso, estaba rojo de la vergüenza, de la furia ¿Quién sabe? Christine estaba pálida, permanecía sentada en el sillón, tan impresionada como distante, no pudiendo creer lo que había hecho su querido hijo. Amanda me miró muerta de preocupación, con el terror corriendo en sus ojos. Elif estaba allí, llorando sin parar, con el vestido de novia aunque no se iba a casar.

Y comprendí que lo que Aaron no quería que pasara, estaba ocurriendo. Lo había intentado evitar, aunque fue imposible.

Corrimos por el pasillo, hasta el auto que estaba estacionado afuera.

Cuando la gente nos vio, nos siguió. Pero nos subimos tan rápidamente al deportivo de Aaron, que no fueron capaz de decirnos mucho.

Amanda se asomó por mi ventana, y me miró con una agonía que jamás vi en sus ojos. Puso las manos en el vidrio del copiloto, y me miró. Con lágrimas en los ojos, sus manos trabajadoras en el vidrio, toda arreglada y preocupada.

-          Mi niña…-.susurró, aunque pude escucharlo tan bien, fue lo único que pude escuchar… el llanto de Elif y los gritos de Thomas se desvanecieron, y no pude evitar que lágrimas cayeran de mis ojos-.

-          Perdóname-. Le dije-.

Thomas apareció por el lado de Aaron, y comenzó a golpear con sus manos el vidrio de piloto de mi tío. El hombre al volante, esperaba con impaciencia que por fin se abriera el portón.

-          ¡Eras mi hijo! ¡Mi hijo!-. gritó

Entonces Aaron aceleró el auto tan rápido como pudo. Y emprendimos nuestro camino hasta el aeropuerto.

Y yo lloraba, recordando el rostro de Amanda al verme. Recordando la eterna decepción que tendría de mí. Aaron, golpeaba el manubrio de su auto, y maldecía a todo lo que existía. Seguíamos siendo infelices, pero esperábamos que aquello cambiara cuando llegaramos al aeropuerto.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora