Capítulo 29: No puedo detenerme. Maratón 3/4

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Estabámos en la cama. Sobre la cama.

Tenía puesta aún la falda y el sostén. No usaba calzones, pero la falda me tapaba.

Aaron miraba él cielo, como perdido, arrepentido. 

- ¿De quién es este apartamento? ¿Es de tus padres?

- Es mío.

- ¿Ellos lo saben?

- No. Es un secreto.

- ¿Y eso porqué?

- Si es que algún día decido escapar... o me echan de casa

- ¿Por qué te echarían de casa?

- Por esto, por ejemplo-. tocó mi feminidad y solté un suspiro-.

- ¿Sabes que no podemos seguir con esto, cierto?

- lo sé. Pero no quiero aceptarlo

Rayos de luz se filtraron por las persianas. Contemplé el cuarto, una televisión, un baño a la izquierda, amplio, cama de dos plazas, velador con un despertador.

- Creen que estamos comprando zapatos

Reímos.

Contempló mis piernas unos minutos. Le miré a los ojos, y sonrío.

- No me canso de tí. Ya quiero follarte otra vez

- ¿Qué te lo impide?

- Aun siento culpa, Nihal. Aún siento culpa. Esta maldita culpa no me deja dormir por las noches. Pero no puedo detenerme, no puedo-. de pronto se puso violento, y mi sonrisa cambió a una cara de sorpresa-.

- !No puedo detenerme!-. exclamó-.

Y bajó su bóxer después de subir mi falda, y entró en mí bruscamente. Mientras por sus venas corría rabia, culpa y deseo.

- !No puedo detenerme, no puedo detener esto, Nihal!

Era un placer enfermizo. El se comportaba violento, y a mi me encantaba, me encantaba que me hiciera sufrir. 

Se sentía tan mal, tan culpable, pero seguía moviendo las caderas, miró mi rostro, y recordó a su hermana, y la culpa no lo dejaba respirar, pero el deseo, que parecía obsesión,  era mucho más fuerte. Y aunque casi estuviese a punto de llorar, seguía moviendo sus caderas frenéticamente, y la cama se movía y sonaba al chocar con la pared.

Puso su mano en mis pechos, mientras gemía, y él besaba mi cuello, y sus besos bajaban.

Mordía su labio al deleitarse con verme excitada y culpable.

Porque parecía un demonio sobre mí.

- Me quiero ir de aquí, Aaron.

El asintió con la cabeza, mientras yo iba a buscar el resto de mi ropa. 

Pronto nos fuimos,  nos devolvimos de nuevo a su jeep. En un silencio aterrador y torturante.

Y el cielo se tranformó en gris, y al aire se filtraba por las ventanas, y golpeaba mi rostro y cabello. El continuaba manejando sin importarle, y sostuvo su cabeza con su mano.

- ¿Tienes sed?-. dijo irrumpiendo todo el silencio que habíamos construído con pecado-.

- Sí.

Se detuvo en un local en frente de la playa. Nos bajamos sin decir palabras. Pedí una Coca-Cola helada, y él una cerveza. Nos sentamos en el borde de la playa, y se echó un cigarillo a la boca. Era extraño, pero no quería fumar en ese momento.

De pronto dos mujeres idénticas se acercaron a nosotras. Eran rubias, ojos claros, delgadas.

- !Aaron Zygasil! ¿Eres tú?-. excalmó una de ellas-.

- !¿Las gemelas Montané?!-. dijo Aaron mientras se paraba a saludarlas con un beso en el rostro-.

- Te ves excelente, Aaron-. lo miró bien-.

- Gracias.... hace tiempo que no sabía de ústedes

- Nos fuimos de viaje con papá a Francia-. dijo una de ellas-.

- ¿Ella debe ser tu sobrina?-. dijo la otra-.

- Sí ¿La conoces?-. los tres me miraron e hize una sonrisa-.

- Sí la conozco, la he visto en esas revistas de chismes

- ¿Lees ese tipo de revistas?-. se burló Aaron

- No siempre....

- ¿Qué harás ahora?-. le dijo la que estaba al lado izquierdo-.

- Nada en especial-. respondió mi tio

-Ven con nosotras a la inaguración del pub de Frederick

- ¿Puso un pab?

- Sí. Y lo inagura hoy

- Creo que  más rato puedo pasarme-. dijo él-.

- Es ahora, Aaron. Luego no podrás entrar

Me miró a mi durante unos segundos. Luego le respondió.

- Sí puedo,.. siempre que Nihal pueda marcharse sola a casa

Me quedé con la boca abierta. Las rubias me miraron esperando que asintiera.

- Sí puedo.

Caminé por el borde de la playa, mientras de vez en cuando veía de lejos a Aaron.

Pude haber dicho que no, pude haber dicho un comentario pesado, pude haber detenido a Aaron. Pero no lo hize. Porque no quería. Porque no era justo meterme en su vida.

Porque me hubiese encantado espantarlas diciendóles que erámos algo más, pero no podría hacerlo jamás porque es un secreto, porque por el resto de nuestras miserables vidas viviremos escondidos de todos.

Porque Aaron es muy cobarde para dejarlo todo por mí.

Y yo también era una cobarde por no espantar a las rubias.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora