Lourdes.- (Alcanza a Luisita fuera de la estación de trenes) Ya decía yo que no te ibas a quedar tan tranquila.
Luisita.- Déjame ir.
Lourdes.- A hacer ¿qué? Exactamente.
Luisita.- Debo ir con Amelia.
Lourdes.- Que es peligroso, ¿no lo entiendes?
Luisita.- Lo que entiendo, es que Amelia esta por ahí sola sufriendo sabrá Dios que calamidades y yo estoy aquí sin hacer nada, eso es lo que entiendo así que si no vais a ayudar no estorbes.
Lourdes.- Vale, voy contigo.
Luisita.- *sorprendida*
Lourdes.- Vamos venga, tengo el carro por allá.
Finalmente llegaron a Zaragoza, a una casa que lucía en total abandono Lourdes no sabía como pero Luisita había conseguido un arma así que las dos llevaban algo con que defenderse, aunque nunca se imaginó que usaría el arma que su padre le había regalado para su protección, en proteger a alguien más.
Entraron en la casa, sorprendidas porque tampoco les había costado hacerlo. En realidad parecía que no había nadie, por un momento pensaron que el lugar no era el correcto hasta que Lourdes llego a la última habitación.
La escena que vio ahí fue peor de lo que pensó. Amelia estaba inconsciente, sentada en una silla, en medio de una habitación vacía, amarrada y amordazada con una herida en un brazo, en el cual solo tenía una venda amarrada pero sucia de sangre.
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Lo que tu necesitas (LUIMELIA)
Hayran KurguLuisita.- Sabes que estoy hasta las trancas por ti Amelia... Amelia.- (se da la vuelta, no dice nada solo ve a Luisita...)