Oneshot Mpreg.

HashiMada VI.

Le escuchó fuerte y alto, aquel sonido no podría olvidarlo jamás ni aunque quisiera. Derramó gruesas lágrimas, el corazón le latía como loco y sin el apoyo del Senju, de seguro no hubiera podido solo.

La anestesia lo mantenía medianamente mareado, pero cuando la silueta de su pareja se situó a su frente suyo, le pudo ver bien. Una gran sonrisa orgullosa y agradecida reflejaba su rostro.

Con cuidado depositaron al bebé en el pecho de Madara, él con miedo acercó su mano hasta tocar su pequeño cuerpo y mordió su labio aguantando un sollozo.

Para su mala suerte, retiraron al infante para poder limpiarlo y registrarlo. Había fallado a su promesa de confiarle su hijo a Konoha.

Hashirama acarició la mano disponible del Uchiha y se puso a su altura en la camilla.

— Madara, gracias.

— No lloraré, eso no va conmigo —con la manga de su camisola quirúrgica quitó las lágrimas de su rostro.

— Nuestro hijo ya nació, no tienes que contenerte —le animó, pero el Uchiha no daba mano a torser.

— ¿Pensaste en un nombre? —le preguntó con una ceja alzada, creando leves muecas ya que el equipo médico personal de Hashirama estaba sanando la herida en su vientre— ¿O tendré que elegirlo yo?

— Había pensado en el nombre de mis antepasados y...

— No metas a tu puta familia, mi hijo llevará un nombre digno por ser descendiente de Uchiha Madara y Senju Hashirama.

— ¿Y cuál sería ese nombre?

— Izanagi, Uchiha Izanagi —pronunció con orgullo, sin embargo el semblante de Hashirama decayó y una nube azul de tristeza se instaló sobre su cabeza.

— No lo pensaste, ¿verdad...?

— ¡¿Por qué debes deprimirte por todo?!, ¡maldita sea, duele! —exclamó agarrando con fuerza la sabana que lo cubría, aún faltaban ligamentos por unir según las enfermeras que proseguían con su trabajo asustadas.

— Es muy simple, Madara, ¿no crees...? —el Uchiha activó el Mangekyo Sharingan Eterno y Hashirama suspiró rendido— Izanagi será...

Cuando al fin su incisión fue tratada con eficiencia, fue trasladado a la habitación de Hashirama y pudo descansar. Sin duda los aposentos del palacio eran verdaderamente cómodos, además de tener una vista espectacular.

— ¿Dónde está Izanagi? —le preguntó al azabache que estaba acomodando la cuna al lado de la cama matrimonial— ¿No crees que le hicieron algo?

— Madara, no seas paranoico. Nadie le hará daño a nuestro hijo, ¿si? —le animó con una sonrisa reconfortante.

Al momento que iba a replicar, la puerta de la habitación se abrió dejando ver a un Tobirama con cara de pocos amigos cargando a un bulto con manta verde.

— ¿Qué demonios haces con mi hijo? —se acomodó en la cama dispuesto a darle una paliza.

— Solo traje a mi sobrino con sus padres, ¿hay algo malo en eso? —avanzó a paso lento, meciendo al infante que dormía.

— Viniendo de ti, sí.

— Qué poca fe me tienes, cuñado —negó con la cabeza y se encaminó hasta el Uchiha entregándole al bebé con cuidado— Supongo que felicidades, me alegra que el niño se parezca a mi hermano y no a ti.

— Tobirama... —regañó el Senju.

Madara acomodó a su hijo dormido en su pecho y le admiró: cabello negro y esponjoso, tal como el suyo, pero mantenía nariz, cachetes y labios de su pareja. Era una hermosura.

— Ni pienses que nos vamos a llevar bien solo por ser familia —le advirtió el albino.

— No tengo intenciones, gracias —le respondió sin quitar la vista de su hijo.

— Ustedes dos son imposibles —con una mueca de desagrado, tomó asiento al lado de Madara.

— Padre ha dicho que aún puedes seguir siendo el Hokage, creo que convertirse en abuelo le afectó.

– Quiero disfrutar a mi familia, no firmar montañas de papeles y asistir a estúpidas reuniones.

— Si es tu decisión, está bien —suspiró, observando a Madara— Ahora seré el segundo Hokage, así que vas a tener que cambiar esa actitud conmigo, porque podría fácilmente desterrarte.

— ¡Tobirama!

— El emblemático Hokage Tobirama desterrando a su cuñado, se nota que no sirves para el cargo —se burló meciendo a Izanagi.

— ¡Serás...!