IzuTobi IV.

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- Sus latidos son débiles, pero no presenta anomalías -informó la doctora, con un suave tono de voz al informar al padre primerizo que se encontraba recostado sobre la camilla dejando expuesto su vientre de seis meses- Voy a necesitar que vengas antes del próximo control, hay que monitorear al bebé con mayor frecuencia.

- ¿Qué tan mal está? -su voz apagada, casi sin vida hicieron a la mayor crear una mueca de inconformidad. Es como si supiera que algo andaba mal con su hijo, no podía explicarlo ya que lo sentía.

- Eso depende de cómo tú estés -le observó, aún moviendo el ecógrafo en su panza- A él repercuten todas tus fatigas emocionales, tu estrés, tensión, angustia. Debes tener precaución a emociones tan fuertes, no quisiera suponer un aborto espontáneo.

- ¿Qué tan alta es la probabilidad de tener un aborto a estas alturas? -conectó sus apagados ojos hacia la médica, tratando en lo más profundo de su ser mantenerse sereno a pesar de estar quebrado por dentro. Si perdía a esa criatura, ya todo estaría perdido y no tendría nada por qué luchar- Por favor, sea sincera.

- No puedo dar un diagnóstico en estos momentos, solo me queda recomendar que tomes reposo absoluto y evitar cualquier conmoción de cualquier índole -limpió el vientre del joven con cuidado para después entregar las diversas fotos de la ecografía y un cd con los latidos del pequeño- Tu esposo deberá apoyarte en todo momento, no puedes hacer esto solo.

- Sí, supongo que eso debe hacer un buen esposo -sonrió amargamente, cubriendo su bulto e incorporarse de la camilla para recibir la pequeña muestra de lo que su bebe estaba siendo- ¿No es así?

- ¿Necesitas hablar con un profesional sobre aquello? -sugirió, con una sonrisa comprensiva y alentadora- Podría ser de mucha ayuda, ya sabes.

- Creo que estaré mejor, se lo aseguro.

-.-

Delineó con cuidado la pulida cuna blanca que había preparado él mismo, le había tomado cierto tiempo decorar y amoblar todo lo que había comprado para la pronta llegada de su hijo, y es que por más deprimido que estuviera por su matrimonio, de cierta manera esperaba entusiasmado al niño que crecía sin parar. Aquella criatura era lo único que lo mantenía cuerdo en esos momentos, si se daba la ocasión que lo perdiera, realmente no sabría cómo salir de aquel pozo sin salida que tanto le costó superar en su juventud.

- Por favor, permanece junto a mi... -le habló suave, con un cariño que deseaba transmitir- No te vayas de mi lado, ¿podrías cumplir nuestra primera promesa?

Sonrió tontamente, creyendo que su pequeño iba a contestarle.

- Debería ponerte un nombre, ¿no crees? -subió su mirada hasta las diferentes ecografías enmarcadas en las cálidas paredes amarillo pastel, envolviéndose en la tranquilidad que le ofrecía el cuarto de su hijo- ¿Qué tal... Obito?, es perfecto, Obito Uchiha.

Supo que aquella felicidad no sería compartida como había añorado desde que se enteró de su existencia, su corazón sintió el alma marchita cuando Tobirama no le buscó desde su última discusión. Lo aceptó con dolor, que le amaba, pero no lo suficiente para dar todo de sí por ellos.

- Creo que seremos nosotros dos, Obito -acarició el costado de su vientre, derramando dolorosas lágrimas- Pero no te faltará nada, ¿oíste?

Oneshot Mpreg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora