Oneshot Mpreg.

ItaDei III.

Sus ojos reflejaban admiración y orgullo hacia su creación, había derrotado a los desertores.

— ¡El arte es una explosión! —celebró elevando sus brazos, sin embargo un fuerte mareo le invadió y tuvo que sostenerse en sus rodillas para tratar de regular la respiración.

— Hey, ¿estás bien? —la voz preocupada de Itachi le hizo desfallecer— ¡Deidara!

Le cargó antes que cayera al suelo, frunciendo el ceño al ver tan débil al apuesto rubio. Paralelo a eso, había estado reacio a salidas en las últimas semanas, no entendía el motivo por el cual el menor no quisiera estar con él, debía averiguarlo.

— Itachi... —masculló con un hilo de voz, tratando que los latidos del pelinegro apaciguaran su malestar.

— Te llevaré al refugio, estás quedando sin chakra —declaró y acomodando el ahora extraño cuerpo de su rubio corrió hasta el escondite que Yamato había creado.

Una sencilla casa de madera se situaba en medio del inmenso bosque del país del fuego, Deidara comenzaba a cobrar más lucidez al cabo de su llegada. Su espalda dolía y no se sentía capaz de crear C4 si se encontraban con algún enemigo.

Itachi se adentró con cuidado hacia el segundo piso de aquel refugio y depositó al rubio menor contra la pared. Quien se quitó la máscara característica ANBU siendo seguido por su pareja, que se situó a su lado con pesar.

— ¿Hice algo mal? —preguntó con la mirada gacha.

Negando con suavidad contestó— Claro que no, hm.

— Entonces, ¿por qué me evitas? —le miró dolido.

Deidara suspiró nervioso y se quitó la armadura dejándola a un lado de él- Hay algo de lo que tengo que contarte, ha estado en mi cabeza por un buen tiempo y siento que ya no puedo ocultarlo.

Se giró hacia la izquierda quedando de frente al Uchiha, notando como este le miraba confundido y expectante. Dio una caricia a su vientre y se armó de valor.

— Estoy esperando un hijo tuyo —afirmó, observando la reacción contraria.

La expresión de Itachi cambió completamente, sus ojos miraban un punto fijo de la pared y sentía el corazón latir como loco. El aire se le hizo poco, parpadeó varias veces para creer que no era una mentira y observó aquel bulto en el abdomen de su pareja, había notado algo extraño pero no le tomó importancia. Ahí estaba su hijo, su legado.

— ¿Desde cuándo...? —su voz se cortó, un nudo se creó en su garganta al sentir sus ojos picar.

— Hace un mes —confesó con una sonrisa ida, tomó la mano ajena y la puso en su vientre— Tu hijo ya tiene 5 meses Itachi, hm.

— ¿Por qué no me dijiste antes? —dejó que una lágrima cayera al sentir un sutil movimiento bajo su mano— Acaba de...

— Sí, acaba de patear por primera vez —sonrió entre lágrimas e hizo un mohín— Tuve tanto miedo, Itachi. De no ser lo quieres para tu vida, estuve noches enteras debatiendo conmigo mismo si no íbamos a arruinar nuestras vidas, hm —levantó su mirada, con el alma expuesta— Ver cada día mi vientre es demostrar la prueba de nuestro amor y que nuestros caminos jamás volverán a separarse, simplemente no puedo imaginarme una vida sin ti.

Gruesas lágrimas descendían por el rostro del portador del sharingan, sentía un calor único en su pecho al escuchar a su pareja hablar de esa manera. Con una sonrisa confortadora, se acercó al menor y plantó un casto beso sobre sus labios.

— Nunca arruinarás mi vida, Dei —confesó, juntando sus frentes— Me siento tan culpable y cobarde cuando digo que solo eres mi amigo, maldición, eres la razón de mi existir —miró hacia el vientre del rubio y sonrió amplio— Ahora me llenas de felicidad, con este niño que me darás.

— Itachi... —sollozó, acariciando la nuca del Uchiha.

— No habrán secretos, no más. Le diremos al mundo que nos amamos.