KisaIta II.

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Arrebatar una vida. Crear una vida.

Su trabajo en Akatsuki consistía en asesinar personas y capturar a las bestias con colas, no se había quejado ya que era el único lugar donde podía "volver", pero un sentimiento extraño se había colado en su mente en aquellas noches sin fin cuando el insomnio le hacía compañía.

Su mente y su espíritu no estaban tranquilos, eso era un hecho en su vida agitada y si no estuviera embarazado probablemente se sometería a esa droga que lo alejaba de aquella latente advertencia que algún día no vería más Kisame, ni a Sasuke, muchos menos a su bebé. Quién había sido el receptor de todo el sobreesfuerzo que hacía para poder mantenerlo a salvo, aunque se quedara sin energías al final del día.

El jutsu de transformación absorbía una cantidad ridícula de chakra; teniendo en cuenta que luchaba a muerte en cada misión que se le asignaba y con discreción resguardaba su vientre por si alguien le atrapa de improviso. Con el paso de las semanas se hacía más difícil el ajetreo de saltar sobre arboles con una barriga que pesaba cada vez más, pero no iba a quejarse, claro que no.

Él le prometió a Kisame que cuidaría de ese bebé a toda costa, sabiendo todos los riesgos.

Su corazón comenzó a bombear con fuerza cuando su garganta se contrajo, impidiéndole respirar correctamente. Se agarró la camiseta con violencia en lo que sentía fuertes punzadas recorrerle todo el pecho, trató vagamente de reincorporarse al querer buscar oxígeno, pero solo logró girarse un poco sobre su espalda para vomitar el líquido espeso rojo que ya tan acostumbrado estaba de verlo.

Solo que ahora dolió mucho más que antes.

— Tómalo con calma, todo estará bien —la voz ronca del Hoshigaki detrás suyo, junto con las suaves caricias que repartía por su espalda le reconfortaron para concentrarse en no caer en la hiperventilación.

Agarró con fuerza la pequeña almohada mientras apretaba fuertemente sus labios para no emitir grito o llanto, aunque sus ojos le engañaran y estos estuvieran llenos de lágrimas. Sudaba frío, todo su cuerpo temblaba y comenzó a sentirse mareado al vomitar nuevamente sangre.

Kisame por su parte, tomó con cuidado al Uchiha entre sus brazos para así tenerlo contra su pecho y así poder despejar el cabello largo de su cuello para que le brisa nocturna lo refrescara y así volviera a respirar normalmente. Había sido testigo de los fuertes achaques que Itachi soportaba la mayor parte del tiempo, por no decir todos los días, y es que desde que tuvo conocimiento de su enfermedad deseó encontrar un placebo para ese sufrimiento.

Sin embargo, él estaba gestando y no podía consumir aquella droga que probablemente acabaría con ambas vidas. Así que con el dolor de su corazón acudió a ser el soporte que él tanto necesitaba, aún cuando pareciera que se estuviera muriendo en sus brazos.

Observó con atención como el pecho de Itachi comenzaba a subir y bajar con lentitud, signo de que ya se había estabilizado.

— ¿Ya estás mejor? —preguntó, dando caricias en círculos en el vientre hinchado bajo la franela oscura. No tenía conocimiento en que etapa se encontraba su hijo, y es que debido a las misiones no se habían podido ver en duros y largos cuatro meses. Y justo ese día que al fin estaban juntos, Itachi mostraba los estragos de estar enfermo y embarazado.

— Sí, esto viene y se va —respondió cansado, con la cabeza apoyada en el fuerte pecho del Hoshigaki. Estiró sus piernas con una mueca, cada vez sus pies se hinchaban y la espalda le dolía horrible.

— ¿Y él cómo está?

El azabache bajó su mirada hasta la redonda panza que le había estado acompañando esos meses de primavera, una sonrisa triste se dibujó en su rostro al sentir las caricias de su pareja en aquel lugar. Con la manga de su camiseta limpió el rastro de sangre en su barbilla y posó su mano al costado libre del vientre.

— Todo va en orden —respondió suave, dejándose llevar por los sutiles movimientos en su interior. Le causaban ternura— La anciana ha dicho que nacerá en octubre.

Aquella mujer les había dado alojo cuando Itachi en el pasado había colapsado en brazos del Hoshigaki al finalizar una misión, estaba al paso de una aldea entre medio del bosque, casi como un oasis. Ella no les juzgó, solo ofreció su ayuda ante la desesperada imagen de Kisame al cargar el inconsciente cuerpo del Uchiha.

De ahí en adelante ella se convirtió en el soporte necesario para saber cómo llevar su terrible enfermedad y su embarazo, yendo en un lapso de dos lunas llenas de visita y apogeo.

— No tienes que preocuparte, ambos sabíamos que con mi enfermedad estaba claro que esto sucedería -le comentó con la voz cada vez más baja, el sueño le estaba ganando— Pero todo estará bien, Kisame.

— Descansarás, no puede seguir arriesgándose —con cuidado lo recostó frente a él, cubriéndolo con ambas capas y le abrazó protectoramente por detrás sin quitar el contacto con el pequeño aún en movimiento— Él cree que aún es de día, eh.

— Está feliz de que estés con nosotros.

El Hoshigaki tragó duro, su corazón bombeó con fuerza al escuchar tal declaración y sonrió mientras se acurrucaba contra su pareja.

— Yo también estoy feliz de estar con ustedes.

Oneshot Mpreg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora