Treinta

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TREINTA | ¿Quieres ser mi esposa?

Stiles estaba más nervioso de lo usual y Meredith lo había notado, mas no comprendía el por qué

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Stiles estaba más nervioso de lo usual y Meredith lo había notado, mas no comprendía el por qué. Es decir, la temporada de exámenes había acabado dos semanas atrás por lo que sus niveles de estrés deberían haber disminuido. Pensó que, quizás, había algún problema de dinero en su casa, aunque tenía mucho tiempo sin ver sobres con la leyenda "último aviso" en letras rojas descansando en la mesita de caoba junto a la puerta principal.

Lo que sí había visto con mucha frecuencia era a su novio distrayéndose con suma facilidad en el teléfono. Justo como acababa de hacer en ese preciso momento. Por alguna razón, se le ocurrió que era una buena idea dejarse caer a su lado en el cómodo colchón a la par en que soltaba un sonoro "¡bu!".

Stiles, espantado por la falta de atención que estaba poniendo a su entorno, dio tal respingo que el celular salió volando de sus manos cuando agitó los brazos cual pájaro, propinándole a su novia un fuerte e inesperado golpe en la cara.

—Oh mi Dios. Perdóname, perdóname, perdóname —masculló de forma atropellada, con los ojos abiertos de par en par, mientras se acomodaba en sus rodillas para acercarse a su novia, que se cubría con ambas manos la zona de la nariz y la boca—. Perdóname, soy el peor novio de toda la historia. Perdóname, por favor.

Aguantándose el dolor y las lágrimas que éste evocó, Meredith asintió.

—Estoy bien, no te preocupes —le dijo, quitándose las manos de la cara.

Stiles sintió un gran alivio de no haberle provocado una hemorragia nasal ni romperle un solo diente o labio. Se inclinó a besarle la frente.

—No fue a propósito —susurró con culpa.

—Lo sé. Fue mi error acercarme así. Estabas muy concentrado.

—Algo. En verdad lo siento. ¿Qué puedo hacer para compensarte?

—Bueno, me prometiste que veríamos unas películas y comeríamos palomitas —le recordó.

—Nunca voy a romper una promesa que te haya hecho a ti —aseveró y plantó un sonoro beso en la frente de la castaña para luego bajar de la cama y recoger su celular del piso para depositarlo sobre la mesita de noche.

Meredith siguió cada movimiento con la mirada.

—¿Seguro? Porque llevo once días esperando que tengamos esa tarde de películas, pero todo lo que he obtenido son incontables noches de "juguemos a escuchar la radio policiaca y esperemos esta vez ocurra algo interesante para que podamos ser los héroes".

—Ese es un nombre muy largo —Stiles musitó en medio de una mueca, ella ladeó la cabeza y frunció los labios—. ¿En serio han pasado once días desde que te prometí una tarde de películas?

—Y rosetas de maíz —agregó en tono afirmativo—. Has estado muy distraído, muy nervioso. ¿Por qué?

Stiles tragó en seco. No podía decirle la verdad, eso arruinaría la sorpresa. Pensó en una mentira rápida y creíble al tiempo en que se acercaba a una de las repisas en su habitación, buscando los DVDs de las películas que sabía ambos disfrutaban ver, sin importar cuántas veces las hubieran visto ya.

Steredith | Saga AW&W: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora