En donde les doy un vistazo más profundo a la relación de Stiles y Mer, además de llenar algunos huecos en la trama de la saga.
[I M P O R T A N T E]:
• Dividido en secciones para evitar spoilers.
Prohibida la copia parcial o total de esta obra. Dil...
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Con el último primer día de preparatoria cada vez más cerca, Stiles tenía un completo caos dentro de su cabeza, con todos esos súbitos y atemorizantes pensamientos acerca del futuro que no lo dejaban en paz; eran cientos de ellos (si no es que miles) y todos querían ser analizados a detalle, desglosar sus pros y sus contras, ser transformados en algo más que un pensamiento descartable. No obstante, Stiles no tenía el tiempo ni la capacidad de concentrarse en ello pues tenía que ayudar en la planeación de la fiesta sorpresa de Scott.
Sí, su mejor amigo iba a cumplir dieciocho años. Por fin. Y las chicas tenían una especie de fiebre por las fiestas sorpresas así que tanto a él como a Isaac y el mequetrefe no les quedó de otra mas que ayudarlas en todo lo que necesitaran. O lo que era igual, no les quedó de otra mas que ser sus fieles esclavos que hacían todo lo que ellas les ordenaran.
Stiles no tenía problema alguno con ser el esclavo de Meredith, menos cuando ella requería subirse a sus hombros para alcanzar una repisa alta o de su fuerza de hombre macho pecho peludo para abrir un frasco... aunque por lo general, Isaac era quien terminaba abriéndolos. De cualquier modo, pasar tanto tiempo con su novia lo hacía inmensamente feliz.
—¿La visión? —preguntó Mer mientras estaban sentados en su escritorio, ella se encontraba dibujando a Scott en la cartulina donde toda la manada le pondría mensajes lindos por su cumpleaños. Él solo observaba con atención la delicadeza con la que hacía cada trazo.
Faltaba poco menos de una semana para el veinte de agosto, el día en que Scott por fin cumpliría dieciocho.
—Sí, la visión —repitió Stiles, con la cabeza apoyada en una mano.
—Vale, ¿y qué es la visión?
—La graduación es en un año...
—Diez meses —lo corrigió su novia.
Stiles viró los ojos.
—Es lo mismo —le dijo—. Como sea, la graduación es en un año y cuando acabe, cada quien se irá por su camino. No volveremos a vernos.
—Existen las videollamadas —le recordó ella, sin despegar su mirada chocolatosa de la cartulina—. Además, somos una manada. Adónde sea que vayamos seguiremos estando unidos.
—¿Lo dices porque tuviste una visión del futuro en la cual nos viste dentro de diez años y seguíamos todos siendo amigos como lo somos ahora?
—Lo digo porque la distancia no equivale a perder el contacto con tus amigos.
—Tú y Lucy dejaron de ser amigas cuando se fue a Alaska —soltó él, enarcando las cejas.
Meredith levantó la punta de su lápiz y le miró cansada.
