Treintaitrés

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TREINTAITRÉS | En donde la manada da un buen consejo.

Meredith nunca había experimentado lo que era una resaca hasta esa mañana de domingo

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Meredith nunca había experimentado lo que era una resaca hasta esa mañana de domingo. Le pulsaba la cabeza, la luz le lastimaba la vista, el más mínimo de los ruidos la hacía sentir que el cerebro le iba a explotar y había vomitado ya dos veces, la segunda echando lo poco que pudo ingerir del desayuno. Para su gran suerte, Stiles estuvo allí cada minuto desde que despertó.

Su prometido fue quien se encargó de sacar a un escandaloso Castiel del cuarto, de cerrar las cortinas para que los rayos de sol no la molestaran, de ayudarla a llegar al baño y sujetarle el pelo cuando vomitó, de prepararle el desayuno y darle unas Advil para el dolor de cabeza, de volver a sujetarle el pelo la segunda vez que vomitó y prepararle un batido que, según sus palabras, "la ayudarían a sentirse mejor". También la ayudó a meterse a la ducha y le tenía listo un conjunto de ropa limpia para el momento en que salió. Ella se puso todo menos el sostén, no se sentía con ganas de tener nada apretándole el pecho.

Además, cuando Melissa despertó y preguntó por qué su hija se veía tan mal, Stiles la cubrió al decirle que la cena de la noche anterior le había caído mal, salvándola así de un posible castigo por haberse embriagado siendo todavía menor de edad.

—¿Cómo te sientes? —quiso saber él al regresar a la habitación de su prometida, pues había bajado a comer con Isaac, Scott y su suegra.

Durante la hora y media que él estuvo en el comedor, Mer trató de dormirse, pero por más que cerró los ojos no pudo hacerlo. Desde debajo de las cobijas, le regaló una diminuta sonrisa.

—Mejor. Gracias a ti. —Stiles se sentó a la orilla de la cama—. No vuelvo a tomar nada que contenga alcohol —murmuró.

Él le sonrió con cariño.

—O quizá sería mejor que la próxima vez lo hagas con moderación, reina del barril.

Meredith se rió bajito. Ella no recordaba esa parte de su alocada noche, pero Stiles se había encargado de contársela.

—Tienes razón —concedió.

—¿Aún no tienes hambre? —La castaña negó con la cabeza—. ¿Segura?

—Segura.

—Okay. Entonces, em, yo voy a ir a mi casa. Papá me está esperando —comentó—. ¿Te veo mañana después de las cinco?

—Claro. Vete con cuidado, ¿sí?

Stiles asintió, se inclinó para darle un beso en los labios y Mer se alegró de sí haberse lavado los dientes mientras se duchaba. Luego, cuando él volvió a salir del cuarto, esperó paciente hasta que su pequeño infinito se iluminó, indicándole que había llegado sano y salvo a su casa; solo entonces se permitió pensar en uno de los borrosos recuerdos que tenía de la noche anterior. No tenía idea de si en verdad había pasado tal cual estaba grabado en su mente, aun así se sentía algo apenada por haber hecho una propuesta tan seria como lo era un "casémonos mañana" estando tan intoxicada, especialmente porque Stiles en ningún momento lo mencionó.














Steredith | Saga AW&W: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora