En donde les doy un vistazo más profundo a la relación de Stiles y Mer, además de llenar algunos huecos en la trama de la saga.
[I M P O R T A N T E]:
• Dividido en secciones para evitar spoilers.
Prohibida la copia parcial o total de esta obra. Dil...
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Meredith no podía estar más emocionada de que fuese viernes, y no porque eso implicaba el comienzo del fin de semana sino porque era ocho de abril y eso significaba que su amado novio estaba cumpliendo la mayoría de edad. Un acontecimiento que sin duda merecía ser celebrado a lo grande.
Había pasado tres semanas organizando las actividades de aquel magnifico día, razón por la cual estaba segurísima de que todo saldría a la perfección.
—Este no es el pastel que pedí —masculló hacia la chica detrás de la vitrina, mirando con horror el interior de la caja azulada que Lydia sostenía para ella.
En vez de estar viendo a Yoda con un sable de láser, estaba viendo un montón de estrellas amarillas con caritas sonrientes y tutús rosados, a un lado leyó las palabras "Feliz cumpleaños, Stiles" escritas en letra cursiva y con betún color lila.
De acuerdo, quizás no todo fuera a salir tal y como lo había planeado.
—¿Disculpa? —soltó la empleada de la pastelería, entrecerrando los ojos.
Meredith se giró hacia ella.
—Yo pedí un pastel de Star Wars, dejé especificaciones claras de cómo lo quería —replicó con voz amable—. Hasta les dejé un dibujo para que se guiaran con él.
La chica miró la pantalla de la computadora a su izquierda y sacudió la cabeza.
—Aquí en el formato de su pedido dice claramente que pidió un pastel de estrellas con tutús —indicó, masticando su goma de mascar de la manera más ruidosa e irritante posible.
—No. No lo hice —expresó con lentitud, sintiéndose enojada y frustrada, la amabilidad escapándose de todo su ser—. Este pastel es para mi novio fanático de Star Wars. Por eso pedí que tuviera a Yoda sosteniendo un maldito sable de láser y que el "feliz cumpleaños, Stiles" estuviera escrito con la misma fuente del título de las películas —declaró, tratando de mantener la calma.
La chica hizo un mohín y encogió los hombros.
—Lo siento. Pero eso no es lo que dice aquí —replicó, haciendo una pequeña bomba con su goma de mascar.
—¿No tienen algún pastel ya hecho de Star Wars que nos puedan dar a cambio de éste? —cuestionó Lydia, dejando el pastel de las estrellitas con tutús sobre la vitrina e impidiendo que Meredith dijera algo, pues se notaba a leguas lo furiosa que estaba por el asunto.
—No lo sé, déjame ir a revisar —pidió la empleada en tono monótono antes de girar sobre sus talones y desaparecer detrás de unas puertas dobles.
Meredith gruñó.
—Tal vez debería usar mis poderes para ese estúpido chicle de la boca —farfulló por lo bajo, cruzándose de brazos—. O para cambiar yo misma el pastel.
