Cuarentaiocho

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CUARENTAIOCHO | Los Stilinski.

—Ven acá, déjame verte —le pidió Mer a su esposo, parada en la orilla del colchón que yacía en el suelo de su recámara, en la cual abundaban las cajas

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—Ven acá, déjame verte —le pidió Mer a su esposo, parada en la orilla del colchón que yacía en el suelo de su recámara, en la cual abundaban las cajas.

Tenían dos semanas de haberse mudado a su nueva y esplendida casa, pero con lo ocupados que ambos estaban con sus respectivos trabajos, apenas habían tenido tiempo para desempacar algunas cosas esenciales, tales como unos cuantos trastes y algunas prendas de su ropa de uso diario.

Después de firmar el contrato de compra de la propiedad siete semanas atrás, a finales de marzo, tuvieron suerte de encontrar un pequeño espacio en sus apretadas agendas para ir de compras al mundo del colchón, pues como siempre rentaron lugares amueblados jamás habían tenido la preocupación de comprar ni siquiera un banquillo. Gracias al dinero que recibieron del depósito del departamento y al dinero que el sheriff les mandó de la venta de la vieja cama de su hijo, recuperaron gran parte de lo que gastaron en su asombrosamente cómodo colchón de renombre.

Stiles caminó hacia ella tras colgarse al cuello su corbata negra. Meredith ladeó la cabeza y entrecerró los ojos, examinando ese rostro que tanto amaba y que ahora no tenía un solo rastro de bello facial.

—¿Se nota que me corté dos veces la barbilla? —le preguntó serio.

A la par en que sus delicadas manos cogían ambos extremos de la corbata para empezar a ajustársela, tal como hacía cada mañana desde que comenzaron a vivir bajo el mismo techo, la castaña sacudió la cabeza.

—Nop —respondió—. Pero ya extraño tu barba.

—Jeremy dijo que debía afeitarme para el juicio —explicó él—. Supuestamente, un agente del FBI con barba no es alguien a quien el jurado aprecie o vea como una persona a la que deben tomar en serio.

—Si eso es cierto, entonces las personas del jurado son estúpidas —se quejó Mer—. ¿Crees que con mi magia pueda hacer que la gente sea menos estúpida?

Stiles levantó la mirada de sus manos, que daban los últimos ajustes al nudo de su corbata, y la fijó en sus femeninas facciones.

—Considerando que eres mi Bruja Escarlata, yo digo que si alguien puede hacer menos estúpida a la gente, definitivamente eres tú —expresó, colocando las manos en la curva de su cintura.

Mer terminó de acomodarle el cuello de la camisa y le reajustó la corbata.

—Hmm, a mi ego le gusta tu respuesta —bisbiseó, acortando la distancia que los separaba para darle un beso casto—. ¿Te voy a ver para comer?

—No sé cuánto vaya a durar el juicio, pero te aviso con tiempo si sí o si no.

—De acuerdo. —Le dio otro beso—. ¿Me sirves un bol de cereal en lo que termino de alistarme?

Steredith | Saga AW&W: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora