Cuarentaicinco

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CUARENTAICINCO | Los altibajos de la vida.

Stiles revisaba por centésima ocasión en la semana toda la información que tenía del accidente de su esposa, tratando de hallar algo que pudiera llevarlo directamente a la persona responsable de éste y que huyó tan rápido como pudo de la escena, c...

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Stiles revisaba por centésima ocasión en la semana toda la información que tenía del accidente de su esposa, tratando de hallar algo que pudiera llevarlo directamente a la persona responsable de éste y que huyó tan rápido como pudo de la escena, cuando de pronto Mer lo llamó.

—¿Stiles? ¿Estás muy ocupado? —le preguntó con voz suave.

—Para ti, nunca, amor. ¿Por qué? —replicó él, aunque no apartó la mirada de la hoja que sostenía en ese momento.

—¿Me ayudas a decidir qué ropa usar mañana?

—Oh, Dios. Sí —soltó, al instante bajando la hoja y alzando la mirada hacia ella, que se hallaba parada al otro lado de la mesita de centro—. Amo cuando modelas solo para mí —añadió, aventando la hoja a la mesita.

Mer viró los ojos, con una sonrisita tirando de las comisuras de su boca.

—Bobito, eres el único al que le modelo.

—Y por eso amo que lo hagas —decretó, dejándose caer hacia atrás en el sofá y cruzando los brazos detrás de su cabeza—. Bien, muéstrame lo que tienes, amor.

Risueña, Mer sacudió la cabeza a la par en que ponía la ropa que traía entre sus brazos sobre el sofá –que tenía forma de «L» y por ende era uno solo, para luego dar con lentitud una vuelta de trescientos sesenta grados pues ya traía puesto el primer atuendo candidato a usar en su primer día como maestra de artes en una primaria privada. Cuando su amiga Jess se enteró que el maestro de artes de la escuela donde su novio Ed enseñaba música se iba a jubilar y el directivo estaba buscándole un reemplazo, le pidió a Ed que la recomendara altamente a ella para el puesto; tras un par de entrevistas, Mer consiguió el empleo.

Stiles la recorrió de los pies a la cabeza con la mirada y de forma detallada. Ella traía puesto un pantalón de mezclilla holgado, una blusa amarilla de botones y unas zapatillas que dejaban el dorso de sus pies al descubierto.

—¿Y bien? ¿Qué te parece? —le preguntó Mer.

—Te ves hermosa. ¿Cuál es la segunda opción?

Sin decir nada, ella empezó a desabotonarse la blusa. Stiles se dio el lujo de bajar la mirada a sus senos cuando la prenda amarilla salió de la escena y luego a la curva de su trasero cuando se despojó del pantalón; apreciar la vista del maravilloso cuerpo de su mujer era algo que se recordaba a sí mismo de hacer cada día, fuera solo por dos segundos o un minuto, siempre se daba el tiempo de hacerlo.

—Okay, ¿qué opinas de este vestido?

Stiles sonrió cuando ella dio un par de vueltas, haciendo que la falda de su vestido ondeara un poco. Era una prenda que le llegaba hasta la mitad de la pantorrilla, de color rojo cubierto con un estampado de florecillas blancas, de mangas cortas y un escote nada pronunciado. Las zapatillas las cambió por unos tacones no muy altos, blancos y de tiras.

Steredith | Saga AW&W: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora