Steredith | Saga AW&W: Extras

Veintisiete

VEINTISIETE | Quiero casarme con Meredith.

Stiles estaba nervioso, le sudaban las manos, los pies, la espalda... ¡todo el cuerpo!

También le faltaba la respiración, sabía que debió traer una bolsa de papel. Tal vez tuviera tiempo de ir a comprar una y regresar antes de que-... No. No tenía tiempo de nada, ni siquiera de calmarse. Scott y Melissa estaban ahí ya.

Se puso de pie y se limpió el sudor de las manos en su pantalón de mezclilla. Inhaló hondo por la boca y le gritó a su corazón que se tranquilizara un poco. Solo iban a tener una charla, siempre charlaba con ellos, ¿por qué esta vez tenía que ser diferente a las demás? Su fuero interno arrojó las hojas con sus anotaciones y empezó a correr en círculos, gritando con pánico. Era diferente porque estaba ahí para...

—Hey, Stiles. ¿Qué sucede? ¿Por qué me pediste traer a mi mamá? —Scott quiso saber al acercarse a la mesa en la que su mejor amigo se encontraba sentado.

Estaban en el centro comercial, lugar escogido por Stiles para su propia seguridad. No tenía la menor idea de cómo iba a reaccionar Scott, mucho menos de cómo reaccionaría Melissa. Y él estaba aterrado de la señora McCall, hasta la médula.

Stiles tragó en seco cuando ambos se sentaron enfrente suyo.

—Espero que sea importante, es mi día de descanso y no planeaba salir de casa hasta mañana —comentó Melissa, colgando su bolso en el respaldar de la silla.

Una vez más, Stiles tragó en seco.

—Te ves enfermo, ¿te encuentras bien? —preguntó el alfa.

—Yo, uh... —Stiles se instó a respirar profundo y tomar asiento. Estaba tan alterado que por poco tiró su vaso de limonada, los hielos ya se habían derretido—. Yo les pedí que vinieran porque hay algo de lo que me-me gustaría... Hay algo que me gustaría preguntarles —carraspeó.

Tenía que calmarse, tenía que relajarse.

—Y ¿de qué se trata? —le instó a continuar Melissa, ella en verdad sentía que fue arrastrada a la fuerza por su hijo mayor hasta el centro comercial a pesar de era cien por ciento consciente de que aquel era su primer día de descanso en dos semanas.

Un mesero se acercó a la mesa antes de que Stiles pudiera siquiera abrir la boca y depositó dos vasos de limonada con hielos frente a los McCall. Stiles le dio las gracias, o al menos lo intentó. Había dejado en claro que cuando llegaran las personas a las que esperaba le llevaran las bebidas. Ahora no estaba tan seguro de haber tomado una buena decisión, ¿qué si se la arrojaban a la cara cuando les dijera por qué les invitó a aquel lugar? Cielos, ojalá pudiera tranquilizarse.

—Yo, uh, yo... Hay una... Estoy enamorado de Meredith —terminó balbuceando.

Scott y Melissa intercambiaron una fugaz mirada. Ella soltó una risita.

—Sí. Eso ya lo sabemos —le dijo a modo de recordatorio tras darle un sorbo a su limonada—. Pero no solicitaste mi presencia para decirnos lo obvio, ¿o sí?

—No, no. —Stiles sacudió la cabeza—. Es solo que-yo quiero mucho a Mer. Demasiado. Daría mi vida por ella. Y...

—¿Y? —repitió Scott, ceñudo. Tanto él como su madre empezaban a sospechar que el nervioso chico iba a decirles que había embarazado a Meredith. Si era así, a Melissa le daría un infarto ahí mismo mientras que Scott se pondría a llorar como un bebé por la ruina del futuro de su hermanita.

—Y quiero pedirles su mano. La de Mer, no la de ustedes —aclaró innecesariamente—. Quiero casarme con Mer, no mañana ni en un mes —explicó de forma atropellada—, pero sí en un futuro no tan lejano. Les pedí que vinieran, porque quiero su permiso para pedirle matrimonio a la mujer de mi vida.

No supo cómo lo logró, pero Stiles se alegró de poder formular su petición a pesar de los nervios recorriéndolo de pies a cabeza.

Ni Scott ni Melissa sabían qué decir, estaban en shock. Un inesperado embarazo adolescente habría sido más fácil de manejar para ambos, más fácil de asimilar también. No imaginaron, ni en sus más locas ideas, que Stiles Stilinski les hubiera citado aquella tarde decembrina para pedir a Meredith en matrimonio, más específicamente, para obtener su permiso antes de hacerlo.

Melissa soltó el aire por la boca, sus ojos estaban abiertos de par en par. Scott pensó que fue una buena decisión no darle un sorbo a su limonada, pues la habría escupido de inmediato.

—¿Estás seguro de esto? ¿De querer casarte con mi hija? —inquirió Melissa con un hilo de voz.

Stiles asintió.

—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida —aseveró sin titubeos.

—¿Tu papá lo sabe? —quiso saber la pelinegra.

—Fue el primero en saberlo —respondió—. Él quería venir hoy, pero llamaron de última hora del trabajo.

Melissa asintió despacio, con las manos sobre la mesa, y luego miró a su hijo. Scott todavía estaba procesándolo todo.

—Bueno, te conozco desde que estabas en el jardín de niños —comenzó a decir, regresando su atención al novio de su hija, de su bebita—, y sé que eres un joven de bien, igual que tus padres. Asimismo, sé que tus sentimientos por Mer son reales y jamás jugarías con algo tan serio como lo es el matrimonio... Por eso, te doy mi bendición y mi permiso para pedirle que se case contigo.

—Yo sé que estamos jóvenes, pero como ya... ¿Dijiste que sí? —titubeó Stiles, con la mano izquierda metida en el bolsillo delantero de su pantalón, buscando la hoja donde enlistó todos los motivos por los que ama a Meredith McCall, con los cuales planeaba convencer a su suegra y su mejor amigo de proponerle matrimonio.

Con una sonrisa maternal en los labios sin pintar, Melissa asintió. A su vez, Scott hizo exactamente el mismo gesto, saliendo de su estado de shock e imaginando lo feliz que su hermana estará el día en que su mejor amigo le haga la más maravillosa propuesta de su vida.

Stiles soltó una risita nerviosa. Ya tenía un peso menos sobre los hombros, quitó una razón de su lista de estrés. Ahora solo debía conseguir contactar con Rafael McCall, pues si Meredith aceptaba casarse con él, quería estar en buenos términos con su suegro.

voy a alargar esto unos capítulos más,
no quiero empezar con unforgettable todavía