XIII

1.9K 211 110
                                    

A partir de ahí las cosas volvieron a cambiar.

Por respeto a las decisiones de Pip no volví a ir a la cafetería, me lo dijo claramente cuando el día siguiente al suceso me lo encontré allí.

- Por favor, no te aparezcas más por aquí.

Si, no había podido ser más claro.

No iba a ponerlo incómodo en su lugar de trabajo y tampoco pretendía andar de acosador a su alrededor. Había hecho algo lo suficientemente malo para que el chico no quisiera volver a verme por lo menos hasta que el miedo de tener que mirarme a los ojos desapareciera.

- ¿Qué le hiciste a Pip? -preguntó un día Tweek, acompañado de Craig como siempre.

El chico del chullo no había dicho ni una palabra. Y pese a que ya no nos llevábamos mal como antes, parecía analizar cada expresión en mi rostro que le dijera que algo andaba mal.

- Nada -respondí con simpleza.

- Mientes -dijo Craig tranquilo, con esa voz nasal y sin emociones.

- No le hice nada.

- ¿Entonces por qué ya no es el mismo? -añadió el rubio- Incluso tú dejaste de ir a la cafetería.

¿Por qué tenían que ser tan entrometidos? Si el chico no quiso decirles tendrá sus motivos, yo no pretendía ser amigo de ellos y contarles todos nuestros problemas.

- ¿No vas a responder? -continuó Craig.

- No tengo por qué.

- ¿Qué le hiciste? -volvió a preguntar Tweek con un tic en su ojo izquierdo.

- Solo lo besé.

Silencio.

Nadie dijo nada.

Craig tomó la mano de Tweek y se lo llevó sin siquiera decir algo al respecto.

Sinceramente a estás alturas de la vida solo quería morir y no volver a ver a nadie. Ojalá me fuera al infierno como tantas veces me lo debí merecer  por ser alguien despreciable.

No es que tampoco quisiera hacerme la victima de todo esto, pues sabía mejor que nadie que no era así, es más, merecía un puto castigo por todo lo que había hecho. Si pudiera volver a ese día habría hecho las cosas de otra manera, lo sé. Le habría hecho sentir especial al menos para que supiera que si debía olvidar a su ex que lo hiciera con un sentimiento de un nuevo amor en el pecho. 

En cambio se lo había intentado quitar a la fuerza, poniendo un recuerdo lo suficientemente amargo como para siquiera que valiera la pena.

A raíz de eso me dije a mi mismo que debía olvidar todo lo que había pasado, incluyendo todos los recuerdos bonitos de Pip que estaban almacenados en mi memoria y de esa forma mi vida volvería a ser la misma de antes.

Continué mi vida tal y como la había dejado.

Seguí haciendo mis trabajos de la universidad en solitario, exceptuando los que eran en grupo, agradeciendo como siempre la ayuda de Wendy para ello, pues de alguna u otra forma nos habíamos vuelto cercanos en cosa de nada, incluso la invité un par de veces a mi apartamento a estudiar.

Era fácil tratar con ella, pues nunca indagaba de más, sabía no meterse en mis asuntos y nunca se inmiscuía en temas que no le correspondían. A veces sinceramente me preguntaba cómo era que Stan había estado con ella, o al revés, no entendía cómo alguien tan inteligente y paciente como ella había estado saliendo con un imbécil como Marsh. Ella era definitivamente demasiado para él.

¿Y para mi? 

También, claro. 

A pesar de que eramos muy cercanos no podía llegar a tener un sentimiento real hacia ella. No podía llegar a imaginarla como novia. Y no es que fuera una mujer fea o sin atributos, de hecho, puedo decir desde primera fuente que aunque no tenía lo suficiente, realmente sabía qué hacer con ellos. Sin embargo iba más allá de eso.

No me sentía capaz de sentir amor.

 - ¿Me acompañarás mañana a la biblioteca?

 - No, hazlo tú.

 - Damien, pero son libros pesados. No es que yo no pueda cargarlos, pero necesito que me ayudes al menos con eso para terminar el trabajo.

No me hacía ilusión tener que ir a la biblioteca a buscar unos libros. La había estado evitando desde hace meses, precisamente porque cierto rubio solía ir con regularidad.

Habían pasado al rededor de siete meses desde que lo vi por última vez. Y aunque estaba superado el tema, no me sentía preparado para verlo.

Igual el tipo ni siquiera trabajaba ahí, lo más seguro era que estaría en la cafetería en el horario en que acompañe a Wendy.

 - Está bien. Mañana temprano te puedo acompañar.

 - Significa que puedo quedarme a dormir aquí -dijo ella sonriendo.

Si, como dije anteriormente, la había invitado a mi apartamento antes y esta era otra ocasión en que ella estaba aquí y se quedaba a dormir.

¿Les dije también que ya nos acostamos? Si no lo hice creo que lo mencioné de manera subliminal cuando hablaba de sus no-atributos. 

A pesar de todo era una buena forma de pasar el tiempo. 

Eran eso de las diez y media cuando salimos de mi apartamento. Llevaba una camiseta negra de manga corta, debido a que el clima estaba fresco, y unos jeans negros también. Me puse la mochila en el hombro izquierdo y guardé mi celular en mi bolsillo. 

No iba a mentir, me sentía algo ¿nervioso? No sé, no estoy seguro de si esa era la palabra que quería utilizar para describir mis emociones, tal vez algo como ansioso tampoco serviría a la perfección. No sabía cómo me sentía al respecto, pero me costaba respirar y las manos me sudaban lo suficiente para que cuando tomé el celular porque este estaba sonando se me cayó de las manos. Me sentía tan estúpido.

 Era sólo otra llamada de mi padre contándome una estupidez que no quería escuchar.

 - ¿Estás bien? -preguntó Wendy preocupada.

 - ¿Ah? Si.

Caminamos dentro de la biblioteca, ella iba unos dos pasos delante de mí buscando en las estanterías algunos libros que podrían servirnos de ayuda en la investigación.

 - Tal vez deba preguntarle al encargado, mejor.

 - Aún podemos encontrarlo por nuestra cuenta -me apresuré a decir.

 - No seas tonto, podríamos estar todo el día, la biblioteca es enorme.

Dios, si existes no dejes que alguno de los amigos de Pip me vean.

¿Dios? No, quizás debería pedírselo al diablo, creo que hasta él me escucha más que Dios en el caso de que existiera. El punto era que no quería encontrarme con Pocket o con la estúpida de la ex novia de Pip. No creía tener tan mala suerte como para que justo me pregunten por el rubio.

Y entonces, como si alguien hubiese leído mis pensamientos choqué de lleno con alguien que parecía no querer poner la vista en frente. 

 - Mira por dónde vas, imbécil -dije enfadado, pues no podía más con los nervios y esto me había puesto en alerta.

Pude distinguir una cabellera rubia detrás de una pila de libros sobre sus manos. Apenas y podías verle la cara antes de que todos los libros se vinieran abajo junto con la estabilidad del chico.

Era él.

Ese rostro era inconfundible. Tanto que me ponía los pelos de punta.

Abrí los ojos con sorpresa, sin moverme de mi lugar, solo viendo al chico que había caído al suelo junto a todos los libros que hace un momento estaban sobre sus manos.

No había duda de que era él. Nadie más en el planeta tierra usaría unas medias color lila hasta la rodilla.

Ni usaría esa ridícula boina.

Ni tendría esos ojos azules/celestes tan hermosos.



El día que lo conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora