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Me sentí realmente un inútil cuando me di cuenta que efectivamente el cuerpo masculino no se parece en nada al femenino.
Y si, soy hombre y se supone que eso debería saberlo desde el día que nací o cuando me empezaron a enseñar biología en el colegio, pero en vez de eso me las di de sabelotodo y ahora me arrepentía profundamente de ello.
Debí haberme detenido cuando él me dijo que me detuviera, cuando puso las manos sobre mi pecho con desesperación y me golpeó con fuerza.
Sabía que estaba haciendo las cosas mal, pero estaba tan frustrado que mi cabeza había dejado de funcionar correctamente desde que estuvimos en la biblioteca.
- D-Damien... P-por favor -gimoteaba el chico cuando me separaba de sus labios para besar su cuello.
Le quité el abrigo, la camisa y desabroché su pantalón.
- T-Tú no quieres hacer esto... -continuaba hablando Pip.
Pero no quise escucharlo, estaba fuera de mí mismo. Ni siquiera con las mujeres me había comportado de esta manera, siempre me aseguré de que fuera algo con consentimiento y que ambos disfrutáramos.
- ¡A-A-hh...! -gimió fuerte mientras yo lamía y mordisqueaba uno de sus pezones.
- Te dije que te haría olvidarlo.
- P-pero esta no es... N-no es l-la...
- Esta es MI forma.
Finalicé, alejándome de sus pezones para quitarle los pantalones y dejarlo en ropa interior.
Desde ahí todo salió peor de lo que habría imaginado. Y es que a veces, durante el sexo, me convertía en un verdadero imbécil.
Él solo soltaba un par de gemidos que no eran placenteros en lo absoluto, ni para él ni para mí. Y entonces, cuando intenté quitarle del todo su ropa interior fue que lo escuché llorar.
Me frené de golpe, viendo la escena a mi alrededor, siendo al fin consciente de lo que yo mismo estaba haciendo.
Yo... ¿Qué estoy haciendo?
Sentí que las manos se me enfriaban pero al mismo tiempo se volvían sudorosas, mi respiración se volvió irregular y tenía la garganta apretada.
- Hey, hey, rubio -hablé despacio, pero atropellando mis palabras una tras otra.
- D-... D-Damien yo no... -balbuceaba agitado entre sollozos.
- Mierda, Pip -me pasé la mano por la cabeza y me peiné hacia atrás. Estaba asustado.
Se supone que con todas las mujeres que estuve esto debería ser distinto, ellas y yo nos tocábamos mientras nos besábamos o nos decíamos cosas sucias y luego yo me ponía un maldito preservativo y las penetraba hasta que se fueran, luego de eso me venía yo. Fin. Así era.
¿Qué estaba mal con Pip? ¿Por qué no podía disfrutarlo? ¿Es porque era hombre?
Entonces me vino una estúpida respuesta en mi cabeza.
Pip no estaba disfrutando esto, posiblemente era primera vez que un hombre intentaba tocarlo. Ni siquiera me tomé el tiempo de poder hacer que se sintiera agusto ahí. Yo conté con besarlo con furia e intentar saciar mi propia calentura.
Solo quería hacerlo olvidar a esa horrible mujer, convirtiéndome en algo peor que ella.
En algún punto todo se volvió ridículamente absurdo, dejé de pensar en él y solo me preocupé de la rabia que crecía en mi interior y de cómo mi miembro se ponía cada vez más duro con los gemidos y las súplicas de Pip.
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El día que lo conocí
عاطفيةConocerlo había sido un vuelco a mi vida. De pronto todo se matizaba con la presencia de un inglés marica que parecía sacado de un cuento para niños. Y yo, Damien Thorn, no pude hacer nada para que este sentimiento desapareciera.